Supuestamente, la sociedad vasca pertenece a ese grupo de rara avis en los cuales la palabra matriarcalismo (que no matriarcado) forma parte de su definición, dando a entender que las mujeres vascas han sido poseedoras de una serie de privilegios que no tuvieron las mujeres del resto de la península. Esta teoría se sustenta en el hecho de que Mari, personificación de la madre tierra, fuese la principal figura de la mitología vasca, siendo el baserri la prolongación de su cueva, donde la mujer tomaba todas las decisiones referentes a la economía familiar, el ámbito religioso o la educación de los hijos. La situación geográfica de Euskal Herria, así como su tardía cristianización y el hecho de que la base de su economía fuese durante siglos el pastoreo, la pesca y la agricultura, donde las mujeres debían hacerse cargo de la familia durante las largas ausencias de sus maridos, parecen ser los principales motivos por los cuales el matriarcalismo vasco sobrevivió.
Partiendo de esta teoría, aún a día de hoy subyace la creencia de que la mujer vasca tiene mucho poder dentro de la sociedad.
Parece que todo el mundo tiene una opinión sobre el tema, y no son raras las ocasiones en las que he escuchado, tanto por parte de hombres como de mujeres, cosas como «en Euskadi somos menos machistas», «las vascas tenemos más privilegios» o, (atención), «en Euskadi no hay guarras» (entendiendo por «guarra» una mujer que mantiene relaciones sexuales asiduamente y queriendo decir que las vascas «no nos vamos con cualquiera». Olé tus cojones, chato.) Obviando el hecho de que estas opiniones tenían la intención de situar a los vasc@s a un nivel superior en lo que respecta a moralidad, ¿hay alguna verdad en este tipo de afirmaciones?
La respuesta es NO.
Si bien es cierto que Euskadi es la comunidad autónoma con menor tasa de violencia de género, si nos vamos al ámbito laboral las vascas sólo ocupan un 30% de los puestos directivos y se calcula que las diferencias salariales entre mujeres y hombres son de más de 7.000 euros anuales. Además, en muchas ocasiones las mujeres tienen que aceptar ocupaciones de mayor flexibilidad laboral para poder equilibrar las necesidades del trabajo y la familia. Por ello, el 85,3% de los trabajos a tiempo parcial son desempeñados por mujeres. El cuidado de familiares también recae sobre la mujer, impidiéndole en muchas ocasiones la promoción en igualdad con los hombres en el mercado laboral.
Lo siento, pero que tu pareja no te dé de hostias o no te maltrate verbalmente no es suficiente para que nos consideremos unas «privilegiadas» como tampoco lo es que seamos «dueñas y señoras» de nuestra casa. Está claro que aún queda mucho trabajo por hacer, y nos haríamos un gran favor si dejásemos de hacer caso a este tipo de creencias que, además de perniciosas, son absolutamente falsas.
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