Os voy a contar un secreto. Todos los días, después de cenar, copiaba los tuits de mi timeline en un cuaderno de espiral. Los escribía de mi puño y letra en sus hojas cuadriculadas. Así descubría matices que se me habían escapado en un primer vistazo o me percataba de que esa ironía tal vez no lo fuera tanto. Anotaba comentarios al margen y subrayaba o marcaba con asteriscos lo que me parecía interesante. Eran los comienzos de Twitter, un territorio salvaje por descubrir donde los RT significaban mucho y los FAV no valían para nada: otros tiempos. No es un secreto que os haya dejado con la boca abierta, ni siquiera os habrán dado ganas de llamar a vuestra pareja para que lo lea. Es posible que sea una tontería, pero dejadme que os diga que es una tontería significativa, por lo menos a mi entender.
Éramos pocos pero cuidábamos mucho los unos de los otros. Organizábamos reuniones con mucha frecuencia para que nuestra relación no se estancara tras la pantalla del ordenador. Se podría decir que éramos una verdadera cuadrilla. No era raro que si yo notaba que @vergacolorada se había sentido ofendido con alguna respuesta, me pasara esa misma tarde por su casa con un caja de surtido Nebi y una botella de vino dulce. Aclarábamos lo sucedido sin límite de caracteres y se reforzaba una amistad que de otra forma podría haber quedado magullada por un malentendido. O como aquella vez que @nobita68 necesitó 700 euros para arreglar el Seat Ibiza que le era imprescindible para trabajar, nos reunimos con urgencia el resto de la pandilla y se los prestamos. Éramos muy diferentes, pero partíamos de un respeto y una confianza que nos supimos trabajar en el día a día. ¡Y cómo nos reíamos en las cenas con @pepitxirrisklas! Sus divagaciones sobre lo divino y lo humano no tenían desperdicio. No sé, quizás simplemente éramos más jóvenes e ingenuos, y la vida no nos había abrigado todavía con ese manto oscuro de amargura y desconfianza. Yo sólo puedo decir que fue una época maravillosa de mi vida.
Luego todo cambió, como cambian las personas o las ciudades, a veces de un día para otro y otras veces a cámara lenta. Había señales, fogonazos que algunos no pudimos o no quisimos ver. En cierta ocasión, tras una comida, @MCHpeluquera nos comentó que había hecho RT a un artículo sin haberlo leído. Nos miramos extrañados, pero producto de las copas de la sobremesa y el buen ambiente nos reímos y no le dimos más importancia. Poco más tarde @lachupadechapa2 -tremendo guerrillero en la lucha contra el consumismo- tuiteó elogios desmesurados hacia @CanonEspana, y misteriosamente apareció días después en una excursión al monte con una flamante cámara de fotos de la marca japonesa. Un frío día de otoño, lo recuerdo como si fuera ayer, @ortografiaybirrafria anunció que dejaría de usar tildes en sus tuits. Todo tiene su momento y siento que el mío con Twitter ya pasó. Ni la herramienta es la misma ni tampoco las personas que formaron una comunidad excepcional. Me parte el alma escribirlo pero creo que debo ser honesto con aquellos que fueron mis amigos. Echaré de menos los memes, los GIFs animados de gatos y los chistes plagiados. Buscadme donde estén las personas, siempre.
No hay comentarios