No hay nada más sospechoso que una persona feliz sin motivo aparente. La gente no se fía de alguien que sin ser un loco, un gitano o un niño de la favela pueda ir con una sonrisa por la calle mientras llueve. Rebuscan en su basura buscando extractos bancarios, se fijan en su pareja, en su coche y no encuentran nada. Lo ven salir de casa a las seis y media de la mañana silbando y el misterio se hace insoportable.
Cuando tenía 10 años hubo un apagón después de la cena que duró hasta el día siguiente. Mis padres, mi hermana y yo nos pusimos a jugar al parchís a la luz de una vela hasta la hora de acostarnos. Ese es un recuerdo feliz que guardo en mi memoria. La aventura de no tener electricidad, estar con mi familia jugando a una hora desacostumbrada, esa capacidad del fuego de envolver las situaciones en un halo misterioso, sacar dos seises y un cinco en la misma tirada, así podría seguir hasta soltar alguna lagrimilla.
El único problema de esta historia es que no es real, o por lo menos no es real del todo. Creo recordar que hubo un apagón, seguramente se encendió alguna vela, pero estoy casi convencido de que la partida de parchís no se produjo. Me imagino que el parchís se unió a ese recuerdo ya que en mi memoria estaría guardado con las etiquetas #familia #juego y #buenrato. Si os soy sincero ni siquiera recuerdo bien si llegué a tener una hermana.
El cerebro intensificó un buen recuerdo y lo mejoró, ofreciendo la foto polaroid de una familia unida, disfrutando, con el sonido de un cubilete añadiendo realismo. En ocasiones pienso que los mecanismos que se producen en nuestra memoria están viciados por cierta sobreexposición a la ficción americana, o a la ficción televisiva en general. Dudo si las generaciones pasadas hacían las mismas interpretaciones de la misma serie de acontecimientos, si la causa-efecto ante algunas situaciones es tan claro, si la potencia de la imagen y el sonido han atrofiado el resto de sus sentidos y capado su imaginación.
En una película o serie si hay una pareja de mediana edad que discute y tiene comportamientos infantiles, detrás habrá un niño demasiado maduro para su edad que se comportará como un adulto para conseguir que sus padres no se separen. Si un hombre se está masturbando en la ducha, en la habitación de al lado necesariamente habrá una esposa que se ha dado cuenta y llora calladamente en la cama al percatarse de que ya no satisface a su marido. Si una pareja de adolescentes entra en un dormitorio y pone un vinilo, polvete desvirgador con eyaculación precoz. Si una mujer desnuda se mira en el espejo del baño y se ve una bañera desenfocada en segundo término, suicidio.
Y sí, el del primer párrafo soy yo. Soy el que rebusca en la basura.
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