Es fácil detestar a un runner. Tú pones en Google maldito runner u odio a los runners y tienes para divertirte un buen rato. Se ha convertido en un clásico. Como hablar del noñostiarrismo. Es casi inevitable. Te sale solo.
Atención, importante, no hablo de un señor o señora que sale a correr un día o cien porque trata de adelgazar, está deprimido o le da la gana. Hablo más bien de los corredores motivados y apretaditos en tejidos fosforitos de la NASA que tienen que hacer verdaderos esfuerzos de contención, a menudo baldíos, para no hacer estiramientos ni masajearse la musculatura mientras se toman un café y para no contarle su última marca al camarero. Es decir, aquellos que tienen que fingir que no se han convertido en yonkis. Los fanáticos del pulsómetro y las aplicaciones específicas para móvil. Los robots. Los testigos de Jehová de la metasalud. Los que se sienten superiores. Los plastas. Los entusiastas. Los runners.
Pronadores o supinadores, pero siempre aburridores.
No hay más que leer los textos de una camiseta de running para darte cuenta de que hay una línea muy fina entre el deporte y la demencia: “Camiseta con Bionic Effektor Power Running que combina tecnologías visionarias con detalles revolucionarios como el Neuro-Response-Bandage, el vendaje de respuesta neurológica. La prenda no aplica compresión de forma uniforme sino exclusivamente sobre crestas creadas en el tejido para fomentar el retorno venoso”. Está pasando. Mis abuelos atravesaron una posguerra y a resultas de ello ahora hay algunas personas que le ponen un abrigo al perro y otras que se toman en serio su retorno venoso.
Evidentemente, una buena neurosis produce más energía para la carrera que un batido con proteínas. Correr es, en muchos casos, huir de uno mismo. Pero eso no es asunto mío. Cada uno busca donde puede sus analgésicos y sus castigos. No hay diferencia entre desvivirse para mejorar la marca de una media maratón y estar en cuatro webs de contactos a la vez, o comer solo productos ecológicos, o asistir voluntariamente a cincuenta películas durante el Festival de Cine, o trabajar catorce horas al día para conseguir la excelencia creativa (signifique esto lo que signifique), o devorar novelas como si sirviera, o perder un día entero de mi vida buscando la palabra precisa que exprese una idea que solo nos interesará a mí y a cuatro más. Todo es lo mismo: aplacar el dolor de vivir, buscarle un sentido a este absurdo de existencia.
Así que me da absolutamente igual que los runners se destrocen las articulaciones con el asfalto y que haya decenas de cuarentones con prótesis de cadera. Me resbala, incluso, que muchos animosos korrikalaris estén perdiendo la vida en carreras populares a causa de problemas coronarios. Es su elección y su problema. Y de algo hay que morir. Aquí no se queda nadie. Es más, es mucho más atractiva una carrera en la que se aseguren un par de infartos fatales. A la gente le encanta participar en algo lejanamente peligroso y decir yo estuve allí. De qué, si no, viven los encierros de San Fermín.
Sin embargo, se me pone el culo prieto cuando la ciudad, en su viaje hacia la muerte por asfixia turística, en su venecización, se presenta ahora como un destino running. Como si no tuviéramos ya suficientes pelmazos haciéndose una foto de la barandilla del Paseo de La Concha, que tienes que pararte cada diez metros para no entrar en plano, ahora también pretenden atraer a manadas de búfalos sudorosos que nos arrollen en la acera. Y eso no sólo significa fomentar aún más las carreras populares que me joden la salida del garaje cada dos domingos (cuando no puedo sacar el coche por culpa de tanto esforzado siempre pienso: yo aquí detenido para que estos vayan deprisa), sino ofrecer visitas guiadas practicando el running. No puedo imaginar nada más ridículo. Supongo que, en vez de un paraguas levantado, los guías portarán una banderita hecha con toalla de microfibra.
Los runners no pueden entender que la acera es para los peatones, el bidegorri es para los ciclistas y la carretera es para los automóviles. Aparentemente es sencillo, pero no hay manera. Además, esta ciudad es bella pero estrecha, no hay sitio para todos. Hay un punto en La Concha, cerca del túnel, que apenas mide tres pasos de anchura. Y por ese Pancorbo desfilan jubilados, turistas embelesados, andarines en chándal de dos piezas, grupos melancólicos de estudiantes, fotógrafos profesionales de Instagram, niños sin correa, carros lentos de bebés y nuestros queridos runners, a los que les parece una buena idea trotar por allí a las siete de la tarde.
El otro día, sin ir más lejos, tuve que arrollar a dos de ellos que corrían en paralelo por el bidegorri, taponando mi carril y parte del otro. Iban charlando de sus plusmarcas y sus cosas, y yo les toqué el timbre que la autoridad, con buen criterio y honda preocupación por mi seguridad, me ha obligado a instalar en la bicicleta. Los runners me hicieron un gesto para que pasara por el sentido contrario del bidegorri, a lo que me negué, lógicamente. Volví a tocar el timbre y, con mi mejor intención, les sugerí que corrieran por la carretera, pero ellos, bastante impacientes, me insistieron en que les adelantara por el otro sentido. Y claro, uno no es de piedra y les atropellé un poquito, lo justo para fastidiarles el ritmo y la preparación de meses e intercambiar impresiones sobre el uso de la vía
pública y de nuestra respectiva capacidad intelectual.
Los runners corren y te cansan. Unos pocos se pueden asumir, es pintoresco, quedan bien en los folletos. Pero esta plaga de obsesos es un tostón. Que corran por el monte, o por las zonas industriales, o por los parques, sin olvidar, eso sí, que los bancos son para sentarse y no para hacer elongaciones. O que lo hagan por la noche, como esas cuadrillas que quedan para hacer running a las cinco y media de la mañana y que, entre la penumbra, la indumentaria y la delgadez, parecen el grupo de zombies que bailaba en Thriller detrás de Michael Jackson.
Ah, por cierto, en Bilbao es lo mismo. El vicio de los runners a las endorfinas no tiene fronteras. Ni nuestra sobrecarga de tanto correr.
28 Comentarios
Hacía tiempo que no leía tanta gilipollez junta…» es fácil detestar a un runner»…gracias por insultar a decenas de miles de personas…»
«Muchos animosos korrikalaris estén perdiendo la vida en carreras populares»..bueno, infórmese un poco y sabrá que el mayor porcentaje de infartos de miocardio se da durante la noche, si , durmiento…y que la actividad física ni destroza articulaciones ni es propia de neuróticos…más bien todo lo contrario promueve el estilo de vida saludable, mejora el sistema cardiovascular, disminuye el riesgo de infartos e ictus, socializa a las personas y genera endorfinas, lo que hace que la gente esté de mejor humor…
Seguramente Ud tiene este humor tan acido y agrio porque la útlima vez que hizo ejercicio físico fue para ir a la taberna a ponerse fino de vinos y txistorra y volver a casa, no me extraña que odie Ud al mundo de los runners y de los deportistas en general, seguramente Ud nunca ha sentido la sensación de bienestar que produce una carrerita de 8 kms con los amigos al fresco de la mañana…si por ese carril que tanto le molesta a Ud que esté ocupado por corredores, a lo mejor hay que cambiar el uso de dicho carril, ya que parece que el uso mayoritario lo hacen estos deportistas…
Desconozco de donde procede este odio que rezuma su irónico e ignorante escrito, intenta resultar gracioso recurriendo al insulto y desprecio al prójimo…tal vez un dia inténtó correr y le pasó un señor de 70 años más saludable que Ud….no se preocupe, todo es proponérselo…eso si ,ni se ponga camisetas fosfi ni relojes extraños…salga Ud con las alpargatas de la abuela y el sueter de lana, diga que si oiga…¡¡
—y acabas tu lamentable escrito con un comentarios que obvio adjetivar…»Es más, es mucho más atractiva una carrera en la que se aseguren un par de infartos fatales», joder que gracioso y ocurrente…aún me estoy partiendo de la risa….de verdad que ingenioso eres…
Me alegra pensar que gracias al deporte, running, ciclismo o lo que sea cada vez hay menos infartados y más gente saludable…y por ende una Sanidad Pública menos congestionada con enfermos vasculares, y todo tipo de enfermedades derivadas de esa vida sedentaria que tanto parece atraerle…
Ramón, te noto un poco estresado. Te recomiendo correr. Dicen que es estupendo para la salud mental y física. Ya me contarás qué tal.
Los párrafos del principio, los de antes de la foto de La Concha con la peña corriendo, son para enmarcarlos. Aún me estoy riendo, diez minutos después de terminar. Lo dice un «runner» donostiarra exiliado en Madrid esporádico que cuando está en San Sebastián corre por ahí, de Mompás al Peine del Viento pasando por el Paseo Nuevo, unos 10 km dando algunos rodeos. Nunca por el bidegorri, por cierto, que es para las bicis sí o sí.
Otro «korrikolari» que se ha descojonado a gusto leyendo el artículo. En mi caso, de abril a noviembre (los meses con horario de verano) ni se me ocurre pisar La Concha. Suerte vivir en una ciudad en la que corriendo 10 minutos en una dirección, te puedes meter en zonas casi rurales como Igara, Igeldo, Galarreta… en las que correr a gusto, sin tragar humo de coches ni a jubiletas con perros atados con correas de 6 metros con los que se puede jugar al limbo.
Eso sí, hasta los huevos de los ciclistas que por no hacer 50 metros más, pasan del bidegorri de detrás de la Hertzaintza en el Antiguo y tiran por Zumalakarregi, haciendo una acera bastante estrecha por las paradas de autobus todavía más complicada de transitar. He «provocado» alguna que otra caída por no detenerme para que el «Indurain» de turno pase a 30 km/h por una acera de un metro de ancho.
Conozco ese atajo. Estoy de tu parte.
Sí, Alejandro, era otra vez yo,el del Born, esta vez me intentaste atropellar, ja, ja, ja.
No, es broma. Yo salgo a correr 3 o 4 veces por semana desde hace unos 15 años. Lo hago porque me gusta y me relaja, puede resultarte extraño. He corrido varias Behobias, lo hago para motivarme cuando corro. Mi objetivo es únicamente terminarla y hacerlo en las debidas condiciones, nunca arrastar la figura. Eso sí, como buen bilbaíno, dos semanas después corro la Santurce a Bilbao.Cuando me aburran, no tomaré parte en ellas.
Soy pecador compulsivo, corro por los bidegorris, pero generalmente por los infrautilizados ya que yo también los pago. También voy por las aceras, respetando al peatón, y, sobre todo, busco recorridos que no estén masificados. No daré pistas que me copian. Corro a pelo, sin auriculares, mi sudor es corrosivo, destrozaría cualquier dispositivo electrónico que me acompañase en mis «correrías».
Cada uno tiene sus odios viscerales, yo tengo el de los perros sueltos y sus amos suecos- que se hacen el-, que nos invaden por todas partes; ahora les van a permitir hasta campar a sus anchas por el palacio de Miramar. Ya lo hacían, la verdad, pero ahora tendrán mayor manga ancha para organizar el campeonato de zurullos. Premio al más original, al de tahona.
Y ya que me estoy descubriendo, te digo de verdad que, aunque sea un barbarismo, echo de menos la palabra «footing». Ha muerto, como dabuten, al loro o el pretérito anterior.
Dicho esto, voy a calzarme mis Asics de 120 lereles y a sincronizar mi gps con el pulsómetro y el medidor de potencia. ¡Qué bien me queda esta camiseta técnica Nike US Pro Runner Second Millenium Plus! Hace juego con las zapatillas.
Disfruta. Y no te me lesiones 🙂
Medio atropellarlos… y te parecerá gracioso escribirlo. Al igual que los coches se apartan un metro o dos e incluso con las nuevas normas pueden invadir el carril contrario. Tú podías hacer lo mismo en el carril bici.
Los carriles bici tampoco son para ir a 30 por hora. Y el que corre va a unos 10 por hora, una velocidad normal para ir paseando en bici. Para eso está el carril bici, para pasear, no para correr a 30 como hacen algunos.
Tu mismo lo has dicho majo: Carril bici.
Saludos.
¿Por qué no se puede ir a 30? El bidegorri es para usar la bici como medio de transporte, no para ir a ritmo de me-saco-un-selfie-en-la-Concha-mientras-pedaleo. La diferencia de velocidad entre quien corre y camina es muchísimo menor que la diferencia entre quien pedalea (si quieres a una velocidad más moderada, 20 km/h) y corre. Así que, por favor, runners por la acera, no por el carril bici.
Si no haces la Behobia-con-h-intercalada, eres mierda, y si no haces la Getaria-Zarautz también.
Pronadores o supinadores, pero siempre aburridores.
PURA POESÍA.
Si todos nos concentrasemos mas en respetar lo que cada uno hace sea lo que sea cuanto mejor nos iria a todos en vez de criticar y pensar que lo que hago yo esta bien hecho
Si te refieres a mí, yo no hago una a derechas 🙂 Pero eso no quita para que no pueda comentar o criticar lo que creo que hacen mal o regular o medio bien o genial de la muerte los demás. Los hacemos todos, todo el tiempo. Tú acabas de hacerlo ahora mismo con tu comentario, ¿no? Porque según ese argumento (respetar lo que los demás hacen y callarse), no se debería decir nada de los políticos, los policías municipales, los votantes del PP o de Podemos, los jugadores de la Real o los evasores fiscales, entre otros. Viviendo en sociedad, lo que los demás hacen nos afecta a todos, de una forma y otra. Se dice lo que uno piensa y ya está. No pasa nada.
Yo he sido korrikalari, que no runner, pero desde hace unos años ya no. Yo siempre he respetado al peaton y al de la bici. Lo primero es el respeto, segundo respecto al bidegorri, creo (sino ya me corregireis) que la velocidad maxima es de 10km, cualquier korrikalari minimo korre a unos 6km/h (los mas lentos) mientras que la mayoria lo hace a unos 10km/h que tampoco es lento. Que hay que adelantar a un korrikalari? Que haceis los que andais en bici y teneis que adelantar al que va en bici despacio? Pues salir al carril contrario y adelantar.
Respecto a los cortes de calles porque hay carrera, pregunta en los sitios donde hay campos de futbol, palacios de congreso, festivales… Si tantos cortes de calle tienes es porque vives en el centro o cerca del centro, que son las zonas mas «perjudicadas» por las diferentes carreras. Vivir en los centros o cerca de los centros de las ciudades tienen ventajas y desventajas. En este caso es una desventaja, pero es que en los centros de las ciudades hay mas ruido, mas molestias por diferentes actos…
Si se quiere una ciudad viva, hay que realizar diferentes actos, y ahora esta de moda correr, la siguiente moda masiva molestara a otros…
Yo soy hincha de fútbol y utilizo la vía pública a mi antojo resguardado en la masa: salgo del estadio por mitad de la calle, tomo cañas en las aceras de los aledaños como si fueran mías, participo del corte de algunas calles y de la falta de aparcamiento cada día de partido, etc. No es culpa mía, no es culpa de nadie. Las cosas son así. ¿Que alguien critica todo eso? Normal. Es un abuso. Lo que yo digo es que los corredores o runners o lo que sea no parecen ser muy conscientes de que su sorprendente multiplicación los ha convertido en un elemento invasivo y fastidioso. No es que tú corras sin molestar, que seguro que es así en la mayoría de los casos, es que cien tíos cada minuto por el paseo de Ondarreta cualquier tarde NO pueden correr sin molestar. Son un coñazo. Como lo somos los aficionados al fútbol, o los que te paran en la Avenida para pedirte ayuda para algún desgraciado del tercer mundo. Es una cuestión de cantidad, de desmesura, de atosigamiento. Como tantas cosas, claro. Esto del running pasará y vendrá otra historia. Y entonces comentaremos de ello 🙂
Tu en el futbol no, pero yo veo que cuando hay futbol los aledaños de anoeta es una jungla. Coches aparcados subidos a la acera, gente bebiendo en la calle con sus turutas y o trompetas, falta de plazas para aparcar (y los ayuntamientos no dan soluciones a los vecinos)… Estoy en parte de acuero pero hay una cosa que es susceptible de varias interpretaciones, MOLESTAR. Quien define lo que molesta o no molesta? Si una ciudad esta viva hay gente que tiene que sentirse «molestada» porque sino no se haria nada ya que «molesta». Si a una persona (y no va por ti) le «molesta» que 100 personas corran por la concha (no tienen derecho a correr por la concha?), si le «molesta» que cuando hay futbol, no hay sitio para aparcar, masificacion de gente… si le «molesta» que cuando hay Jazzaldi los conciertos se genera mucho ruido, si le «molesta»…. que se vaya a vivir al monte que alli no le «molestara» nadie ni nada, bueno si tal vez el canto de los pajaros.
Molesta quien se mete en el terreno del otro. Con su música, con su ruido, con su mala educación y, a veces, es verdad, con su mera presencia. En una ciudad molestar y ser molestado es inevitable, queriendo o sin querer, estamos de acuerdo. Lo que yo trato de expresar aquí es que, en mi opinión, los runners se han convertido en una molestia. Hace cinco años no lo eran, pero ahora sí. Otra de las molestias de una ciudad. Como el tráfico, los camiones de la basura o los que salen dando alaridos de los bares a las dos de la mañana. Nada más.
La diferencia entre adelantar una bici lenta o un korrikalari es que la bici va por el bidegorri y el korrikalari está en otro territorio. Si nos ponemos tikismikis, empecemos a mandar a los korrikalaris a anoeta a correr en círculo, y así todo solucionado, como a mi me mandan ir por el bidegorri y con ello espero ir cruzándome bicis.
estoy contigo Joxerra
Del mismo modo que una bici no puede ir a más de 10 km, un corredor no puede ir por el carril bici.
Está todo en la misma norma. Es curioso que apeles solo a que se cumpla una parte, para justificar el incumplir la otra.
Asi me gusta, eso quería leer. XD
A ver, correr no deja de ser otra afición más y como con todo, hay gente que le ‘obsesiona’ más que a otros. Y al igual que hay gente que tiene que ‘soportar’ escucharles hablar sobre sus tiempos, distancias y demás, por qué no nos quejamos de cómo el football está en TODAS partes, porque bueno, parece ser la única conversación posible en un bar.
Como he dicho, lo del running no deja de ser una afición al igual que el football, solo que como el football está mucho más arraigado en la sociedad pues ‘-hey es lo normal’ y nadie se mete con ello. Y pongo el football como un ejemplo como podría ser cualquier otro deporte.
No nos pongamos vinagres ahora porque la gente disfrute de sus aficiones, y sí, es cierto que hay gente que no respeta a los demás. Lo mismo pasa con TODO. Pero no olvidemos a la gente que corre respetando a los demás. Es cierto que en ocasiones el paseo de la Concha (entre otros) se pone a tope constantemente, pero entonces son los corredores los que se tienen que quedar en casa? Eso, es una tontería.
Bueno como decía, que todo el mundo tiene sus cosas y podemos vivir todos los días cagándonos en todo porque nos viene en gana, o podemos estar a lo nuestro y ni tan mal.
Un saludo=)
El problema de estar a lo nuestro y ni tan mal, es que ese estado Zen se rompe cuando se te cruzan mas «runners» que bicis por un sitio, que recuerdo es Carril bici, que y ahubo polémica con el tema de que las bicis no podían ir por la acera y nos mandaban a todos al bidegorri o carretera (ojo, estoy de acuerdo en no ir por la acera, pero que respeten entonces y le pongan las mismas ganas a poner orden con esta gente, que a mi también me molesta tener que parar mi ritmo en bici para no tener que comerme a esta gente que va de charla mientras corre.
Tampoco me gusta el fútbol y a mi me da igual que aficiones tiene cada uno, pero sin interrumpir en la de los demás. 🙂
Hombre, que cada uno debe hacer lo que le plazca y que al otro le corresponde dejarle en paz está claro. Cada loco con su tema. Pero con el running en la calle, como con el fútbol en la tele, o como con los turistas en la playa, el asunto deja de ser un asunto privado cuando resulta invasivo y voraz. A mí los runners me interesan lo mismo que los aficionados al tiro al plato, pero cuando se meten en el bidegorri, me atropellan al crío en la acera o me cortan la calle para la enésima carrera, me interesan un poco más, para peor. Aparte que no son muy agradables esas muestras públicas de sufrimiento físico. Me parece a mí, vaya.
Estoy totalmente de acuerdo, con casi todo. El tema turisteo, pues es lo que es, ¿molesta cuando es molesto? si, pero también aporta a Donosti.
En cuanto a los «runners» (Otra idiotez hacerse llamar así, cuando tenemos dos idiomas aquí para poder referirnos a ello, en fin) me toca las narices, por no decir que implantaría en mi bici una metralleta, estilo sidecar, para ametrallar a aquellos que, con nuestra prohibición de no poder ir con cascos en bici, ellos se sienten superiores y pueden ir corriendo por los chorrocientosmil kilómetros que tenemos de bidegorri con sus cascos runners y no se enteran que un aparato con dos ruedas viene por detrás de ellos ( ¡Y SE ASUTAN AL ADELANTARLES! ¡POBRES! En el mejor de los casos. Me han llegado a increpar que iba “rápido”, obvio, una bici a una velocidad moderada irá más rápido que alguien corriendo y no seré yo el que se prive de adelantarles)
Más vale que los «naranjitos», de los cuales dudo de su creación, se pongan las pilas y no vayan solo a por los que queremos andar en bici o usarla como medio de transporte (me refiero a los que cumplimos las normas o procuramos cumplirlas si es que nos despistamos), en esta ¡OH BELLA CIUDAD 2016 MEGACULTURAL ECOBIO SUPRAPOLIFACÉTICA!
¡Saludos!
No lo había pensado. En bici no puedes llevar auriculares pero los runners pueden ir por el bidegorri con ellos. Fatal.
Es lo que hay. ¿Y quien se come las multas haciendo lo mismo? La bici. Y qu eno me vengan con la excusa de que la bici es un vehículo, que lo es, pero ellos al igual que un ciclista con auriculares no se enteran de nada.