Comienza su alocución Julian Schnabel, tras varios minutos de charla las únicas palabras que logramos entender son “fist-fucking”, “kokotxa” y “como dos melones Bollo“. El resto de los presentes sonríe cortésmente y toma la palabra Fermín Muguruza.
Fermín agradece la invitación para asistir a esta reunión dejando claro que “yo soy de Irun y a tomar por culo” y “los de Donosti me dais asco”. Acto seguido propone que el tambor se conceda a título póstumo a la Duquesa de Alba, ya que “su rebeldía fue un ejemplo para todos” y porque “supo luchar contra su enfermedad sin dejar de lado sus aficiones”, añadiendo que él se ve reflejado en su figura, ya que le diagnosticaron asma de muy joven y aun así se dedicó a cantar “jugándose la vida”. Acaba haciendo unos gestos muy raros con las manos y dándose golpes en el pecho a la vez que rapea frases como “Palestina y mandarina, mala rima, mala rima” o “Tres hermanos, dos farsantes, gora San Fermín”.
Jokin Aperribay se muestra “ligeramente escandalizado a pequeña escala” con la propuesta de Fermín y propone “tiempo para pensar y reflexionar sobre el candidato ideal”, así mismo cree que lo ideal a la hora de no dar pasos en falso y establecer un criterio que prevalezca en el futuro sería no conceder el tambor este año porque “las equivocaciones siempre son fruto de haber tomado alguna decisión”. Fermín interviene para señalar que él conoce a una empresa de sonido que “te montaría el pifostio este de la duquesa por menos de 40.000 euros” y que le parece importante de cara a la convivencia y a las “víctimas de las que nadie habla” introducir en la ceremonia algún guiño al mundo euskaldun.
Mikel Erentxun aclara que “ser donostiarra es lo más bonito que te puede pasar en la vida”, a lo que Mitxel Ezquiaga replica entre sollozos “si alguien me pudiera dejar un clínex porque esto me ha tocado muy dentro”. Recompuesto Ezquiaga prosigue Mikel poniendo en conocimiento del secretario que se le dejó muy claro que en esta reunión el consistorio ofrecería un generoso lunch a los asistentes.
Aparece de improvisto Odón Elorza en la sala con un “pasaba por aquí”. Saluda a los presentes con un apretón de manos y un “si confías en mí no te arrepentirás” a cada uno de ellos. Comienza un discurso combinando diferentes temas en apariencia inconexos, algunas de sus frases son “en tiempos convulsos se impone un candidato aglutinador y de consenso”, “hoy no toca hablar de mí”, “los hábitos de consumo han cambiado muchísimo” y “está mal que lo diga pero si alguien se merece el tambor soy yo”. En ese momento aparecen dos guardias municipales que lo arrastran hacia la puerta sin hacer caso a sus últimas palabras, que son “¡Déjenme oler la alfombra por última vez!”.
Ainhoa Arteta propone a Iñaki Gabilondo, porque es “muy de aquí” y su discurso y su labor periodística “están más vigentes que nunca”. El secretario le indica que a Iñaki Gabilondo ya se le concedió el galardón en el año 1988 a lo que Ainhoa responde que “eso es anecdótico”, añadiendo que “a ver si me voy a tener que cagar en todo”. Mitxel Ezquiaga interviene para avisar que se va a hacer una foto a la bahía de la Concha y que vuelve en un momento.
Luis Chillida aprovecha para presentarse y dejar bien claro que “Eduardo Chillida era como un padre para mí”, pasando a enumerar todo lo que el artista hizo por San Sebastián, “consagró su vida a esta ciudad y puedo asegurar que no le guardó ningún rencor”. Preguntado por Aperribay por ese rencor responde que a su padre no le sentó bien la forma en la que el ayuntamiento trató a algunas de sus obras, llegando a decir “mi padre sufrió mucho al ver cómo dejaron que se oxidara el Peine del Viento” y compungido relata cómo las últimas palabras de su padre fueron “¡una manita de minio, joder, una simple manita de minio!”.
Mitxel Ezquiaga regresa y anuncia que en el exterior la temperatura “ha bajado un poquito pero no demasiado”.
Mikel Erentxun pide la palabra y recomienda que este año el tambor se conceda a un músico, porque “merecemos mucho la pena”. A continuación narró una anécdota que le sucedió recientemente para que viéramos “lo que te puede aportar así en plan ya sabes”. Cuenta que entró al camerino de Wilco después de una actuación y que uno de los guitarristas al verle le tiró un billete de 100 euros y después le dijo “cómprate un diente”. Erentxun recordaba ese momento como uno de los más felices de su vida y repitiendo varias veces “¡100 dólares es mucho dinero!”, a continuación comunica a los asistentes sus mejores marcas en medias maratones y maratones. Para finalizar dice que es arquitecto y le hace un guiño a Jokin Aperribay.
Pasado el turno de las aportaciones individuales el secretario comunica que el procedimiento habitual es comentar en grupo las ideas para tratar de sacar conclusiones y aportar nombres como base para las siguientes reuniones. En ese momento todos y cada uno de los asistentes miran el reloj y lanzan las siguientes excusas: “tengo un rodaballo en el horno”, “si eso con lo que ya me avisáis”, “voy a meter unos coros”, “me cierran Solbes”, “que os jodan”, “parece tripa pero es músculo” y “hoy me toca bañar al pequeño”. A continuación abandonan la sala en estampida.
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