Según ha adelantado en varias entrevistas el director del Festival de Cine de San Sebastián, el infatigable José Luis Rebordinos, se han despachado más de 160.000 entradas durante el certamen que se clausuró el sábado por todo lo alto y que co ronó a la española «Magic Girl» con la Concha de Oro a Mejor Película y Concha de Plata a Mejor Director. Pocos dudan -incluido un tipo tan cenizo como Carlos Boyero, que ha terminado rendido a la evidencia- de que hemos asistido a una exitosa edición.
160.000 son muchas entradas para una ciudad de unos 180.000 habitantes. Pero el día después del Zinemaldia (ayer domingo aún se respiraba cierto aroma festivalero) se imponen la resaca y la reflexión y surgen una serie de dudas y preguntas sobre la verdadera salud del cine en Donostia.
-¿Por qué después de llenarse las salas con ignoto cine internacional se vacían una vez pasada la fiebre festivalera?
-¿Por qué me parece normal ver tres películas en un día de las que no tengo referencias, pero fuera del Festival sólo voy al cine dos veces al mes «para no saturarme»?
-¿Por qué pese a abrirse a ciclos de cine de acción seguimos teniendo en la cabeza el estereotipo de festival poco comercial y destinado a minorías cinéfilas?
-¿Por qué nos parece tan natural ver cine en versión original una semana al año y tan extraño el resto del tiempo?
-¿Por qué sólo se ven colas en el Trueba cuando toca ver una peli del Zinemaldia y el resto del año (casi) se muere de soledad?
-¿Por qué el cine de normal es «muy caro» pero en el Festival NO?
-¿Por qué no se pueden comer palomitas y chucherías?
-¿Por qué la gente se ríe más en el Festival con una escena de una película que fuera de ella?
-¿Por qué se aplauden hasta las películas que apenas han gustado?
-¿Cómo puede ser que una ciudad que alberga un Festival de categoría A sólo tenga cuatro salas de cine y una de ellas, Óscar la Bretxa, esté a punto de cerrar?
-¿Es bueno que una sola empresa, SADE, tenga el monopolio del cine en Donostia?
-¿Cuántos van al Festival por amor al cine y cuántos van para decir que han ido?
-¿Qué porcentaje de espectadores se ha aburrido viendo una película y no lo ha dicho por pudor?
-¿Por qué no se ven jóvenes (no acreditados como Jurado Juvenil) en las salas? ¿El cine se va convertir en una afición para puretas? ¿Seguirá habiendo salas de cine?
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