Fuera hace un tiempo de perros, como si el Dios azteca de la lluvia, Tláloc, se hubiera puesto de morros con todos nosotros por haber cometido el pecado de disfrutar de más horas de sol de las permitidas durante la primera parte del invierno. La Euskadi tropical, desgraciadamente, ya es historia. Y ha dado paso a desapacibles días de frío, viento y chaparrones que te llevan a refugiarte en casa con una manta calentita de cuadros escoceses mientras en el tocadiscos de casa suena lo último de Nick Lowe. Pero es llegar al pasadizo que conduce al Dadabada en Mundaiz y verte sorprendido por una larga y serpenteante cola de valientes que ha salido a la calle desafiando el mal tiempo. Parejas, cuadrillas, jóvenes, mayores, músicos… ¿Un grupo de soul de Barcelona reventando (y, más adelante, poniendo a bailar) la sala?
«Veíamos venir que iba a ser un éxito», confirma entre la multitud Iñaki López-Allende, también conocido como dj Sr. Caveman, y que periódicamente organiza fiestas de r&b y soul con el nombre de Wail, Baby, Wail!. «Fue anunciar por Facebook que venían The Excitements y enseguida tuvimos 100 likes. La gente tenía ganas de verlos», explica. Resulta curioso cómo una pequeña banda de soul alejada de modas, hypes y golpes de efecto promocionales ha logrado colgar el cartel de no hay billetes, algo que no ocurría en la sala desde el concierto que dio el pasado mes de noviembre Omar Souleyman.
¿Es su triunfal paso por Donostia fruto de la casualidad, de un insólito alineamiento de estrellas y planetas en el cielo o algo parecido? Ni mucho menos. The Excitements invocan el verdadero sabor del soul de los años 60-70 con autenticidad, alma y brío, sin ser un corta y pega de sus referentes. Adrià Gual (guitarrista) y Daniel Segura (bajista) fundaron la banda en 2010, pero en directo la que corta la pana es la menuda y eléctrica cantante mozambiqueña Koko-Jean Davis. Puro desparpajo, pura dinamita. El grupo se mantiene en un discreto segundo plano, sin apenas florituras. Un concierto intenso de principio a fin que tuvo un parón en la primera media hora (Koko se tuvo que ausentar un momento para… ¿peinarse y ajustarse la melena el backstage?) y que terminó bien arriba con «Wait a minute».
The Excitements no es de esos grupos que se duermen en los laureles. Han publicado dos álbumes (el primero homónimo y «Sometimes Too Much Ain´t Enough») y el próximo 15 de marzo saldrá a la venta su nuevo LP, «Breaking the Rule» (Penniman Records), del que adelantaron algunos temas y vendieron las primeras copias después del concierto. Junto con The Sweet Vandals, Cherry Boppers, The Teenagers, The Pepper Pots o The Limboos forman la punta de lanza de la música negra en el Estado. Y el soul, ya se sabe, es un estilo abierto y transversal que atrae a todo tipo de gente. Así fue: en el Dababada había desde rockeros, modernos y asiduos a conciertos hasta público que nunca suele ir por allí, parejas y maduritos que perfectamente podían ir luego a tomar una copa al Atxerri.
Pero seguramente, habría que rascar un poco más para entender el fenómeno. Entre nosotros, festivales como Mojo Working o ya en plan masivo el Jazzaldia nos suelen brindar suculentos menús de música soul y sus aledaños. El rythm and blues y el soul, por lo tanto, no son idiomas extraños en esta ciudad y parece que cada vez tienen más peso entre los programadores. «La prensa musical y la industria tienen un filón con el soul-funk porque hay público detrás», afirma un promotor musical que realizó en 2013 la primera gira por toda la península de Hanna Williams, una joven diva emergente que agotó las entradas de sus conciertos.
Y luego, cómo no, a nivel planetario, el efecto post Amy Winehouse y el fantástico trabajo de Daptone Records tienen mucho que decir en esta historia. El soul ha ganado visibilidad y han salido de la madriguera, como champiñones en un otoño lluvioso, grandes y exitosos músicos estos años: Leon Bridges, Aloe Blacc, Charles Bradley, Sharon Jones, Nick Waterhouse, Lee Fields, … Daptone es, por su parte, la factoría más fiable del soul en estos momentos. El célebre «Back to black» de Winehouse, por ejemplo, se grabó allí. Si no llega a ser por este sello de Brooklyn que funciona casi como las antiguas escuderías de música negra -produciendo discos, componiendo y en muchos casos aportando sus propios músicos de estudio- puede que nada de esto estaría sucediendo.
Puede incluso que el viernes por la noche no se hubieran agotados las entradas para ver un concierto de soul y que varias personas se quedasen con las ganas de entrar.
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