El Marquee club de Londres fue durante los años 60 uno de los epicentros musicales del planeta. A principios de la década acogió a una nueva generación de bandas -desde los Rolling Stones a los Yardbirds y los Animals- que acabarían triunfando años más tarde. Fueron los tiempos del Swinging London, de unir moda y música pop, en el local ubicado en la calle Wardour del Soho.
Muchas veces resulta imposible disociar una cosa de la otra. Hoy en día también pasa, claro. Mientras el rock and roll y algunos de sus derivados (garaje, power pop, punk-rock) suelen seguir unos patrones estéticos fieles a los cánones establecidos en los 60 y 70, no podemos decir lo mismo de la música pop o indie. Benicassim es un fiel reflejo de la evolución estética de los asistentes al festival: pasamos de las camisetas de rayas y los pantalones holgados de 1996 al pitillo y camisas abotonadas hasta arriba de estos últimos años.
En el Primavera Sound de Barcelona, que a veces parece más un foro de tendencias que un festival de música, han proliferado las pobladas barbas folk, así como los bigotes cool de un tiempo a esta parte. Algo tendrá que ver el éxito de Fleet Foxes y Bon Iver en el caso de los barbudos y el de la oleada de grupos modernos de Brooklyn en el caso de los mostachos.
Aunque hay quien sostiene que los primeros en dejarse bigote fueron los californianos Black Lips de la época de «Good Bad Not Evil»…¡en 2007! El desembarco en Malasaña, Kreuzberg y el Born no llegaría hasta pasados al menos dos años. Y ahí los tenéis: modernos a lo Clark Gable conviviendo dignamente con las barbazas. En Gipuzkoa sigue siendo una ocurrencia extravagante, incluso entre el público habitual de los conciertos de las promotoras Ayo Silver! y Ginmusica. No ha logrado calar. Raúl Burgos, de la peluquería Taller de Pelos de la calle Easo 18, ha tardado dos años en lucir bigote, en su caso, de corte daliniano. Su local está atiborrado de retratos de Dalí por todas partes. Es su alter ego, al menos de esta última etapa de su vida. Y lo demuestra posando con una convincente imitación con ojos de pintor lunático incluido.
«En casa tienen ganas de que me quite el bigote porque es un poco friki», reconoce, tras explicar su reciente conversión a la fe bigotuda. «Me reinvento cada cinco años. Antes iba lleno de piercings y hacía tatuajes y tocaba cambiar». Confiaba en que el creciente éxito de Movember -el evento solidario de hombres con bigote que tiene lugar en noviembre- iba a acabar calando esta temporada entre sus clientes. Pero no ha sido así. La barba le ha ganado la batalla al mostacho. ”Se lo dejan cuatro futbolistas, cuatro presentadores de televisión y cuatro actores y ya es el boom”, vaticina.
En realidad, entre nosotros ya hubo un amago cuando el exfutbolista Zuhaitz Gurrutxaga y ahora presentador del programa «Tumatxak» de ETB se dejó bigote. Le duró poco tiempo ya que ahora sale con tupida barba en televisión. Mal vamos si hasta los convencidos se cambian al otro bando. Diego Etxeberria, donostiarra de 28 años y residente en Madrid, alterna bigote y barba dependiendo de su estado de ánimo y lo relaciona con hitos concretos de su vida. «También depende del look», añade. «El bigote lo compenso con el pelo largo y la barba con el pelo corto. Si no respeto las cantidades de pelo parecería un hippie». Sus idas y venidas con el bigote y la barba se pueden comprobar en este mini-album fotográfico que colaría perfectamente como manual del perfecto hipster.
El colectivo musical Nimutv adora las barbas de generoso grosor y espléndida longitud. Estos tres amigos se lanzaron a la programación de conciertos y pinchadas en Donostia como una enésima oda a las barbas. Siempre que pueden lucen con indisimulado orgullo sus peludos rostros. «Un cónclave secreto de bebés barbudos donde se decidió el destino del mundo para el siglo XXI les unió allá por los 80s en un kindergarten de Ibaeta Hills…», se puede leer en su biografía.
Queda meridianamente claro: las barbas aquí arrasan, aunque queda algún que otro bigotudo suelto. «Los jóvenes me dicen por la noche que en el Bukowski también hay gente con bigote», afirma Raúl, el peluquero daliniano. Pero son muy poquitos.
El mercado no se mueve por ahí. Que se lo pregunten al hondarribitarra Mario Maqueda, dj durante más de 25 años, y «peluquero de toda la vida». En 1983 ocupó un cementerio en el barrio Amute de Hondarribia donde empezó cortando el pelo a sus amigos. Años de post-punk. Música y moda, una vez más, de la mano. Y desde el pasado mes de octubre ejerce de barbero en la peluquería de Oscar PH, en la planta baja de la tienda Loreak Mendian de la calle Hernani. El afeitado navaja, «todo un ritual que dura una media hora», es una de sus especialidades.
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