Cuando llevas más de cinco años viviendo de alquiler en un mismo piso automáticamente pasas a ser el amo y señor del domicilio. Y te conviertes en una especie de “Súper” que determina las entradas y salidas de la “Casa”. Hay que elegir bien quién entra y para ello lo mejor es realizar un minucioso casting. Estos suelen ser los candidatos más habituales.
(Música de Gran Hermano, tutututun tun tun tun tun tun)
El estudiante
Por mucho que te diga que es muy responsable y tal, no le hagas caso. Ser estudiante implica salir todos los jueves y fumar porros un día de labor a las once de la mañana mientras dices que estás “estudiando”. La vida de un joven que sigue en la “Uni” y la de otro que ya ha empezado a trabajar es diametralmente opuesta. Por eso hay que dejarle claro que esta convivencia no es buena ni para ti ni para él.
El “guiri”
En Donostia los hay de dos tipos. El guiri con pintas de friki a lo Steve Urkel que está con una beca científica o un doctorado en la UPV. O el guiri guaperas surfero hippie que se lo ha montado muy bien para ser la envidia de todos. Lo bueno de vivir con un extranjero es que conocerás lo mejor de la cocina internacional. También podrás viajar a su país de origen relativamente barato. Lo malo es que cuando coja confianza tu casa se convertirá en un hostal que recibirá a personas de todas las nacionalidades.
El inmigrante
Cuando pones un anuncio de una habitación libre enseguida contactan contigo (ya sea vía mail o por teléfono) muchas personas de origen magrebí o de la comunidad sudamericana. Gente trabajadora y posiblemente igual de honrada que cualquier otro candidato. Sin embargo, como somos unos racistas hipócritas, rara vez pasan esta primera fase y ni siquiera llegan a ver el piso. La excusa más habitual cuando te llaman es decir que la habitación ya está alquilada. “¡Katxis, justo hace cinco minutos de ná!”.
El “amigo”
Anunciar a través del muro de Facebook que buscas compañero de piso es una técnica tan efectiva como peligrosa. Y es que de los 300 amigos que solemos tener, muchos de ellos no queremos ver ni en pintura y mucho menos mantener una convivencia. En este caso también se cumple la Ley de Murphy y siempre es ese “amigo” insoportable el que suele interesarse por el piso. Para salir del paso una frase que no falla: “Es que a mis otros compañeros no les has gustado”.
El que viene de vuelta
Ya sea empujado por la crisis económica o por una relación sentimental fallida, hay personas mucho mayores que tú que también se interesan por tu piso. Mi recomendación para ellos es que eviten decir su edad en el email de contacto si no quieren que les pase como al candidato Inmigrante. Quizá en la segunda fase puedan convencer a los inquilinos que a pesar de su edad son perfectos para una convivencia.
Y tras conocer a todos ellos en mini entrevistas de 10-15 minutos llega el momento de la deliberación. ¿Vosotros a quién escogeríais?
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