¿Cómo se determina el valor del patrimonio construido? ¿Qué mecanismos existen para protegerlo? Si queremos conservarlo todo, ¿tendríamos un proyecto rompedor en Donostia como el Kursaal de Moneo? En la librería Garoa de Gros se debatió (intensamente) el pasado jueves sobre la conservación del patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad. Atari, la asociación para el fomento de la cultura arquitectónica, celebró un encuentro bajo el título “Fracturas: ciudad prestada” tomando como punto de partida uno de los últimos proyectos que hemos conocido a través de los medios: el derribo del edificio de 1888 situado en el número 19 de la calle Miracruz, esquina con la calle Gloria (en Gros), y la construcción en este mismo solar de un nuevo edificio de estética contemporánea.
El debate estuvo moderado por Fernando García Martínez, arquitecto y miembro de Atari, y contó con la presencia de Idoia Láinez, impulsora de la recogida de firmas contra el proyecto en Change.org (que está cerca de alcanzar 5.000 adhesiones); Carlos Abadías, arquitecto en Isuuru y coautor del proyecto de la Casa de la Paz en Aiete (donde se intervino sobre un edificio de notable valor histórico y artístico); y Alberto Fernández d’Arlas, miembro de la asociación en defensa del patrimonio Áncora.
Idoia Láinez explicó su motivación para poner en marcha la recogida de firmas, como ciudadana con un vínculo sentimental con el edificio, al que considera dotado de un encanto singular. Este edificio no cuenta actualmente con ningún grado de protección (no está incluido en el PEPPUC, Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico y Construido), pero Alberto Fernández d’Arlas profundizó en los factores por los que debería estar protegido, como su antigüedad, el hecho de ser obra de arquitectos reconocidos (Miguel Irastorza y Adolfo Morales de los Ríos) o su emplazamiento en una esquina de gran visibilidad.
Carlos Abadías se mostró partidario de la conservación de aquellos elementos que tengan valor en los edificios históricos, que no tienen que ser necesariamente sus fachadas, y cuestionó la idoneidad del nuevo proyecto propuesto para Miracruz 19, entre otras razones, por su escasa interacción con el entorno. Las 26 viviendas, 27 plazas de garaje y 17 trasteros proyectados en la propuesta “Olatua” ya están a la venta a través de la agencia inmobiliaria Urgull a pesar de que el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento, Enrique Ramos, ha señalado que están «analizando» el proyecto de la empresa promotora porque «no satisface al consistorio».
Los promotores presentan Olatua en su página web de la siguiente manera. «Es el edificio que estabas esperando. Una magnífica construcción en el barrio de moda de San Sebastián. Un barrio emblemático de la ciudad, en el que se junta la alegría del ambiente joven con la tradición gastronómica de los pinchos donostiarras, la cultura y el arte con el edificio Kursaal, el deporte y la belleza del mar y su playa. A la que llegan de todas partes del mundo para competir y disfrutar de las mejores olas que la naturaleza nos regala».
Con las intervenciones del público se incorporaron distintas sensibilidades y preocupaciones. Así, se habló de los factores “objetivables” que deberían regular la preservación del patrimonio, del papel de las instituciones, las personas expertas y la ciudadanía en su conservación, del conflicto entre negocio inmobiliario (o especulación) y conservación, de cómo la destrucción de elementos del pasado ha sido una realidad en el desarrollo de las ciudades a lo largo de los siglos…
Atari emplazó a futuras ediciones del formato “Fracturas”, en los que se tratarán otros temas de actualidad arquitectónica. Y el debate sobre el patrimonio siguió, en un formato más desenfadado, en la Casa de Galicia.
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