Mientras la ciudad aún se despereza, hace tiempo que Pello está despierto. El sol sale a las ocho de la mañana y cuando faltan cinco minutos para las diez lleva más de dos horas despierto. Monta su pequeño campo base en la calle Miracruz, enfrente de una sucursal de la Kutxa. Lleva siete años viviendo en la calle y cuando le preguntas por sus sueños y esperanzas responde con naturalidad que le gustaría tener un trabajo. La ironía de su destino ha querido que este hombre de mediana edad haya salido retratado al lado de una pintada de “ánimo” para la juventud vasca (“Gora euskal gazteria!”).
Pello, que primero se ha presentado como Pedro para luego euskaldunizar su nombre, es probable que no se haya percatado del detalle. Tras una breve charla se despide amablemente y clava su mirada, entre triste y bonachona, en los ojos de este cronista. A escasos 100 metros, en mitad del puente, se encuentra Jan, un joven checo que lleva fuera de su país cerca de 10 años. Cuenta en perfecto español que está acostumbrado a pasarlas canutas y que su vida es así, un inesperado zarpazo cada día. Joven y sonriente, también tiene un objetivo: volver a Galicia. Guarda buen recuerdo de su paso por allí y dice que quiere volver en un viaje que reconoce es “un poco como el Camino de Santiago”.
Jan pide ayuda para llegar a cumplir su objetivo. Un chico le da cincuenta céntimos. Ya en el Boulevard, una multitud se reúne a la espera de la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot y, entre la muchedumbre, pasa desapercibido un hombre mayor de barba blanca que también pide dinero. Tres casos, tres historias personales en un kilómetro a la redonda. A 10 minutos andando y en plena Bella Easo. En total, hay 66 personas que viven en la calle en San Sebastián, según un informe que se ha dado a conocer este verano sobre las personas en situación de exclusión en Euskadi.
Estos estudios responden a un trabajo de campo llevado a cabo por la asociación Kale Gorrian durante la noche del 17 al 18 de octubre 2012. Un grupo de voluntarios localizó a 21 personas más durmiendo en cabinas, parques y puentes de la ciudad que en el año anterior. Se ha pasado de 45 a 66 sólo de 2011 a 2012.
Los números son relativamente bajos si los comparamos con otras ciudades de nuestro entorno, pero la subida porcentual, cerca de un 50%, alerta sobre una situación en claro deterioro. La Plataforma Pobreza Cero de Donostia integrada por una veintena de asociaciones, acaba de poner en marcha una batería de actividades (jornadas, charlas, cine-fórum, bici-marcha) durante la pasada semana aprovechando que el 17 de octubre se celebra el día Internacional de la pobreza.
“Con la crisis, la brecha entre ricos y pobres se está ampliando”, alerta Izaro Basurko desde la plataforma. Pese a que la coyuntura va a peor -que se lo digan a Pello y Jan- el mensaje que quieren lanzar es positivo y aseguran que están surgiendo una serie de iniciativas alternativas (banca ética, cooperativas enérgicas, mercados de trueque…) que marcan un nuevo camino a seguir.
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