Cada lugar funciona con sus propios mecanismos internos, con sus rituales y tradiciones. Algunos se repiten periódicamente sin que apenas nos demos cuenta. Son como reglas no escritas que los ciudadanos realizamos a golpe de instinto. Sí o sí. En Granada, por por ejemplo, suele ser muy típico ir al concurrido Mirador de San Nicolás del barrio del Albayzín los domingos por la tarde. Las vistas de la Alhambra y Sierra Nevada son espectaculares, los gitanos se sueltan con distintos palos flamencos y despides el fin de semana con una sensación entre alegre y melancólico. Y así hasta el siguiente domingo.
Por supuesto, en Donostia tampoco nos libramos de estas pequeñas tradiciones. El verano, además, está abonado a que hagamos las mismas cosas una y otra vez, entre otras cosas, porque el invierno es muy largo y no se sabe muy bien hasta cuando no podrás ir a la isla, tomarte un helado o entrar a un bar lleno de guiris.
El surf (y los surfistas)
Están todo el año, pero sólo en verano te los puedes encontrar en cualquier esquina del barrio de Gros, haciendo la compra en el Eroski o merodeando descalzos por el centro. Ahora además se han convertido en los amos de la playa de la Zurriola y los bañistas nos tenemos que conformar con una pequeña parcela de mar. Estamos a su merced.
Las cuadrillas de adolescentes
Otros que se reproducen como setas en verano. Muy de quedar en los alrededores del McDonalds frente a las costumbres de la vieja guardia, que somos más del reloj del Bule, como se ha hecho toda la vida. Con ellos se baja la edad media de las calles de la ciudad. Dan un toque alegre y juvenil. Todo esto es justo reconocerlo. Lo malo es que campan a sus anchas por la playa de Gros. Si suena música reggeaton ya sabes a quien echar la culpa. Y, ejem, si ves suciedad acumulada en la arena, probablemente también tengan algo que ver.
Los fuegos artificiales
Sólo tienen lugar durante la Semana Grande pero están indefectiblemente vinculados al verano. Hay auténticos devotos, expertos que dicen que lo son y los que tienen un txoko predilecto para disfrutar del espectáculo. En San Sebastián, extrañamente, se ha creado el binomio fuegos-helados. Da igual si llueve y las temperaturas bajan de 20 grados. Heladito y a casa.
El helado
Las heladerías, sobre todo las clásicas, son auténticas instituciones en esta ciudad. También en esta materia hay expertos que te dicen cuál es el mejor sabor de la heladería X o la mejor combinación de la heladería Y. Una curiosidad: no hay heladerías más allá de la calle San Martín. Están todas concentradas en el centro, sobre todo entre el Boulevard y la Avenida. Dicen que hay grandes diferencias entre unas heladerías y otras, pero los paladares principiantes los desconocemos.
Ir a la isla
Por increíble que parezca aún hay gente en Donostia que nunca ha ido a la isla. Les debe bastar con verlo desde la playa de la Concha. Ellos se lo pierden porque realmente merece la pena. Es un rincón bien bonito y muy manejable. Puedes bañarte, dar un paseo y subir hasta su cima, tomar algo… Ir a la isla siempre es un buen plan.
Subir al Monte Igeldo
Pasa un poco como con la isla. Vas en verano o ya no vas. Gracias al Kutxa Kultur Festibala ahora muchos suben todos los años, pero lo normal -si no tienes hijos- es que se haya convertido en un borroso recuerdo de la infancia. Mientras el mundo gira y la vida cambia todo sigue extraña y mágicamente inmóvil en el parque de atracciones. Los autos de choque, el Río misterioso, el Kosmicar, la Montaña suiza, el laberinto, el pasaje del terror, las camas elásticas… La palabra vintage cobra aquí todo su sentido.
La puesta de sol desde el Muro
Decía Pascal Blanchet, el dueño de Québec Krep’Herria, que decidió quedarse a vivir en Donostia tras disfrutar de un idílico atardecer en el Muro de Sagües. Normalmente, los turistas prefieren sacar las fotos del sol escondiéndose detrás de la bahía de la Concha. Pero los donostiarras, sobre todo los jóvenes, se quedan con Sagües. Maravillosa puesta de sol.
Saltar al agua desde el Puerto
Una actividad no exenta de riesgo en caso de marea baja. Una imagen icónica, en todo caso, del verano donostiarra. Cuando ves a los chavales saltando al agua al lado de los restaurantes del puerto te entra tanta envidia como miedo. ¿Cubrirá lo suficiente? A ellos les da igual. Disfrutan de sus vacaciones haciendo el gamberro. Y los más espabilados aprovechan para sumergirse hasta el fondo y recolectar monedas.
Comer karrakelas (o quisquillas) en el muelle
Cuando eramos pequeños había una pareja de mujeres arrantzales custodiando el puesto. Ahora hay un hombre. El resto (el cucurucho, la aguja y el puesto de andar por casa) se mantiene inalterable. Vienen frescos del cocedero de marisco que está al lado. Hay cosas que no deberían cambiar en el paisaje de una ciudad. Y ésta es una de ellas.
Los artistas del Bule y del Paseo de la Concha
Los hay buenos, regulares y otros directamente malos. Desde los peruanos de toda la vida, al argentino monologuista que no falla, músicos, pintores, humoristas… De todos ellos lo que más me choca es ver los bailaores flamencos que han venido los últimos años. ¿Pensarán los guiris que esto es propio de los vascos?
Los guiris
Antes era un poco raro verlos por aquí, ahora son un público habitual del verano. Un clásico reciente, como las últimas películas de Clint Eastwood. Donostia es bastante más que lo Viejo y las dos playas principales, pero es por donde se mueve el guiri. Se toman la copa en las escaleras de la iglesia de Santa María. Y cuando acaba el verano prácticamente desaparecen de nuestras calles. Es un fenómeno estacional. Con pros y contras. Se está generado un debate sobre el futuro del turismo en San Sebastián.
La lluvia
Ejercemos de meteorólogos de andar por casa prácticamente todo los días del año. No tenemos remedio. En verano la labor se intensifica. Salen hombres y mujeres del tiempo debajo de las piedras, así que resulta muy habitual encontrarte con conversaciones de este tipo. «Mañana han dicho que va a llover». «Hasta las tres hace bueno y luego se nubla». «No estamos teniendo verano». Aunque en Donostia llueve más de la mitad de los días del año, incluidos los meses de julio y agosto, no llegamos a encajarlo con deportividad. Nos escuece. Creemos que por vivir en la costa tiene que hacer buen tiempo por narices.
5 Comentarios
Cada año más viene creciendo el número de guiris de EEUU o Gran Britannia en el invierno también. No os asustéis si intentamos hablaros en los bares o en la playa. Solo hay que sacar el tema de la política o las armas y desapareceremos toot suite. Parece que algunos ya lo ponen en práctica, que bueno
Guiris like you are welcome 🙂
Por supuesto! Nos haabeis dado la bienvenida muy bien, solo que no podia evitar burlarme de este tema!
Un inciso pedante y ñoñostiarra… No es el Puerto, es el Muelle…;-)
Lo de los surfistas me ha metido en la cabeza esta canción de un grupazo de mi tierra: https://youtu.be/mWCv302JGKI