Esta mañana se han presentado los primeros nombres -tan gordos como Yo La Tengo y sugerentes como Angel Olsen– de la próxima edición del Kutxa Kultur Festibala que tendrá lugar los días 4 y 5 de septiembre en el parque de atracciones de Igeldo. Independientemente de los grupos que acaben completando un cartel que tiene buena pinta, a estas alturas nadie duda de su enorme poder de convocatoria, capaz de arrastrar a 10.000 personas en un solo día. Con permiso del Jazzaldia, en apenas 3 años una propuesta de corte independiente se ha convertido en el principal festival de música no sólo de San Sebastián sino de toda Gipuzkoa. Pero, ¿cómo se ha llegado a este punto? ¿Cómo es posible que en ciudades como Madrid y Barcelona nos estén mirando de reojo?
Bueno, si Granada tiene su Alhambra y un Festival de Música y Danza que se celebra en sus escenarios nazaríes desde hace medio siglo… nosotros acabamos de rescatar del olvido el Monte Igeldo. Parece mentira que haya costado tanto tiempo. Menudo despiste. Desde su cima tienes la bahía de la Concha a tus pies. La ciudad de postal en estado puro. Los artistas, sobre todo los foráneos, entran en éxtasis. Antes de tocar se relajan con un baño en la piscina del hotel Igeldo y se lo pasan pipa a bordo de la montaña suiza. Que se lo pregunten sino a Sean Nicholas Savage y Jacco Gardner.
El público -locales y de fuera- lo goza. Si el tiempo acompaña uno tiene la sensación de amortizar la entrada con simplemente pasear por el recinto, contemplar las vistas y montarse en los autos de choque. El parque ha quedado obsoleto y parece haberse estancado en algún lugar remoto del siglo XX, de acuerdo; pero acabas sucumbiendo a su irresistible encanto añejo. Y de paso, le da sentido a una palabra tan manida como vintage. Igeldo representa, en definitiva, la combinación perfecta entre el aire kitsch de Benidorm y el sueño húmedo del ñoñostiarrismo. Una suma imbatible.
Pero nada de esto tendría mucho sentido sin la música. La promotora donostiarra Ginmusica ha tenido bastante buen ojo apostando por un perfil que casa perfectamente con la propia idiosincrasia de la ciudad. Se ha rellenado un hueco obvio en el panorama de festivales vascos: si en el BBK Live lo que más importa es el tamaño y el Azkena se consagra al rock and roll, el Kutxa Kultur es territorio abonado al indie. Desde su primera edición en 2012 se ha venido apostando por bandas con mucho tirón en la escena independiente (Raveonettes, Cristal Fighters, Dinosaur Jr., Los Planetas), junto con algunas pequeñas delicatessen más rockeras (Bobbi Bare Jr., Natural Child, Shannon and The Clams) que, por otra parte, acaban siendo lo más interesante.
Este año se celebra la cuarta edición, pero parece que lleva mucho más tiempo entre nosotros. Forma parte del verano donostiarra y ya se ha convertido en una fecha innegociable. Si no hubiera algo así habría que inventarlo, ¿no? Eso es lo que ha conseguido: llenar de música, color y vida el Monte Igeldo.
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