La historia de Donostia 2016 está salpicada de luchas cainitas, pero la mayor campaña de desprestigio que ha sufrido últimamente no tiene nada que ver con eso. Viene de fuera. Una entrevista que el profesor catalán Manuel Delgado concedió a la publicación Hirian en mayo del año pasado se ha convertido en un fenómeno viral más de seis meses después. Quien más quien menos ha compartido en sus muros de Facebook o en Twitter la entrevista, que está llena de duras críticas contra la capitalidad cultural. Delgado suelta perlas sobre 2016 del tipo «la participación ciudadana es mentira. (…) Es una retórica hueca que funciona para comprar complicidades y sumisiones»; «es el resultado de la ciudad concebida como negocio»; y la más hiriente por ir en el titular y atacar directamente al bolsillo y el bienestar de los ciudadanos, «el producto final es una ciudad más cara, más exclusiva y, por tanto, más excluyente».
Se puede estar o no de acuerdo con lo que dice. En mi opinión es un discurso que encaja mejor con el Fórum de Barcelona que con DSS 2016, donde no hay proyectos faraónicos ni oscuras operaciones urbanísticas de por medio. Sin embargo, lo preocupante, si yo fuera parte del departamento de comunicación de 2016, es que decenas, cientos de personas poco o nada sospechosas por sus ideas ácratas y anti-establishment hayan compartido y, en muchos casos, aplaudido el contenido en víspera del inicio de los actos inaugurales.
La pregunta es: ¿por qué ha triunfado la entrevista de Delgado (mucho) más allá del movimiento 2016 desokupatu? ¿En qué momento 2016 dejó de ser una oportunidad para convertirse en una amenaza? ¿Es demasiado tarde para convencer a los desilusionados de que sigue siendo un proyecto plausible? De momento, desde 2016 hacen bien en empezar a lo grande programando 70 actos en 5 días entre el próximo 20 y 24 de enero. Ofreciendo contenido a punta y pala. El mejor antídoto para luchar contra la indiferencia y el escepticismo es siempre pasar a la acción.
¿Será suficiente? ¿O hay que dar a una parte por deshauciada? Hace poco se puso en contacto conmigo la corresponsal en Madrid de la revista francesa Pyrénées Magazine Édition Basque, Nathalie Pedestarres. Según me dijo estaba haciendo un reportaje sobre Donostia 2016 y buscaba alejarse de los clásicos discursos institucionales. Quería algo menos estandarizado, un relato menos «estereotipado». Hablamos durante media hora. Y le dije que el mayor problema al que se va a tener que enfrentar la Capitalidad es la desconexión ciudadana. Bueno, y también el clásico mal tiempo donostiarra. Y esto no es broma: muchos de los eventos programados son al aire libre y si llueve como estos días se puede aguar la fiesta.
No es plan de remover entrevistas catastrofistas o sacar a colación la célebre frase de Julio Cerón -«la ley de la gravedad no es nada en comparación con la que nos espera»-. El campo de batalla es otro. 2016 necesita recuperar el pulso ciudadano. Recuperar para la causa a todos los escépticos que han crecido como setas en los últimos años. Van a tener que inyectarles ingentes dosis de ilusión.
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