No os voy a explicar el origen de la palabra hipster porque ya lo conocéis, y sabéis, por tanto, que no está ligada especialmente a nuestros días. Por eso no importa demasiado si los vampiros de Jarmusch son hipster de ayer o de hoy, el caso es que lo son. Si eres uno de ellos o te interesa su mundo, tienes 7 razones para ir a ver esta película.
1- Jarmusch
Solo porque el director sea Jim Jarmusch ya deberías hacer cola. Él hacía cine indie antes de que Sundance lo pusiera de moda. Es uno de los tres responsables -junto a Wes Anderson y Sofia Coppola, nada menos- de la vertiente alternativa de Bill Murray. Todo hipster debería adorarle, preferiblemente en público, que siempre viste.
2- Música alternativa
La música en el cine de Jarmusch siempre es excelente y, sobre todo, minoritaria. En este caso no podía ser menos. Para empezar, hay temas de la propia banda del director, Sqürl. Atención a la foto del grupo, porque creo que habla por sí sola. Cuando las barbas del hipster veas crecer…
Por lo demás, la mayor parte de la banda sonora está compuesta por un artista poco conocido de Brooklyn, de origen holandés, Josef van Wissem, que toca el laúd. Brooklyn. Holandés. Laúd. Creo que no tengo nada más que añadir a este respecto.
3- Superpoderes verdaderamente útiles
Parece ser que estos vampiros son rápidos e inteligentes. Desconozco si tienen la habitual fuerza sobrehumana, porque en la película no hacen uso de ella, pero lo cierto es que el personaje de Tilda Swinton tiene un don muy particular: con solo tocar una guitarra sabe decir que es una Gibson de 1905. Te puede sacar de más de un apuro según en qué ambientes te muevas.
4- Gafas de sol de noche
Un hipster que se precie mantiene sus gafas puestas aunque haya un apagón. Seguro que los habéis visto en los bares más oscuros, y si no, quizá sea porque vosotros sois los hipsters y las lleváis puestas. Los vampiros de Jarmusch, con la oportuna excusa de su fotofobia, las llevan siempre de noche y en los garitos alternativos en los que se dejan ver.
5- Coleccionismo
Con la colección de vinilos que tiene el personaje de Tom Hiddleston en su casa se podría montar un mercadillo espectacular en el Dabadaba. Colecciona guitarras, cachivaches eléctricos… toda una vida inmortal dedicada a recopilar las claves del arte musical, con especial interés en el siglo XX. Los libros antiguos de ella tampoco se quedan atrás. Además, tiene montado un buen tinglado audiovisual con una tele que tiene por lo menos 50 años y que le sirve para las videoconferencias más modernas.
6- Ropa vintage
En el Vintage Market que montaron en el hotel Londres hubieran gozado con el fondo de armario de la pareja protagonista. Él no se desprende de su chaleco de hace ya varios siglos. Ella, además, le da un punto exótico neohippie a un vestuario que ni se sabe de cuándo es. Si el objetivo de una buena hipster es llevar la ropa de su abuela, no hay nada mejor que la inmortalidad, tu propia ropa se convierte en “la ropa de tu abuela”.
7- Underground
El protagonista siente una profunda repugnancia por todo lo mainstream. Se refiere a una cantante afirmando “demasiado buena para ser famosa”. Se asegura de que su música se mantenga lejos de los oídos de la gente, no tiene ningún interés en triunfar. En el pasado ha cedido su música para que otros grandes compositores se lleven el mérito. Es muy bueno, pero el éxito no le interesa. No puede llevar su filosofía más a rajatabla.
Si a todo esto le añadimos su nihilismo, su desafección, su apatía y su actitud poco sociable, lo tenemos todo. Apunto, para terminar, que en Donostia está en versión original en el Trueba, así que ya no tienes excusas.
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