Hola, me llamo Andoni Etxebeste y soy batería. Llevo más de veinte años en el mundillo musical, y actualmente toco en varios grupos entre Donostia, Irun y resto de Gipuzkoa: Havoc, Frank, El Octavo Árbol, Ama, Supersweet y Gran Yate Especial. Desde hace unos años me dedico a la música profesionalmente. He escuchado música y la he amado desde siempre, y lo seguiré haciendo el resto de mi vida. Seguiré cogiendo las baquetas y subiéndome a escenarios mientras tenga oportunidad de hacerlo.
Qué pasa, ¿que no hay más baterías a los que llamar en Donostia?
Sí que los hay, y están todos bien ocupados, cosa digna de celebrarse. A mí me han ido llegando muchas propuestas en los últimos dos años y todas me han dado la oportunidad de aprender y trabajar. Ahora estoy en seis grupos, aparte de otras colaboraciones esporádicas. En parte, esto es posible porque todos los grupos no están siempre al cien por cien de actividad, se van creando huecos y si los aprovechas bien, puedes compaginar bastantes cosas. Al fin y al cabo, este es un oficio bastante irregular, así que es mejor tener en cuenta y valorar todas las oportunidades que te llegan. Mi idea no es batir ningún récord, pero sí sacarle todo el rendimiento posible a mi tiempo, y estar tan en activo como sea físicamente posible. A veces es duro y complicado, pero me gusta lo que hago y eso me da la motivación para seguir ahí.
¿Qué otros baterías de nuestro entorno te gustan?
Pensando en disfrutar cuando veo tocar a alguien la batería, pienso en bateras como Karlos Aranzegi, Félix Buff o Haiser Oleaga, no sólo por lo que tocan sino por cómo sienten lo que tocan; también por su forma de moverse, de escuchar y prestar atención a lo que les rodea en el escenario, su entrega, su vocabulario musical y su sonido. Por otro lado, he conocido y he aprendido de un montón de bateras de por aquí, puedo recordar a Arturo Zumalabe (NCC), Alex Zulaika (Javier Sun), Iñaki Gonzalez “Fortun” (Layo Raser), David Gorospe, Javi Área…
¿Te gustaría ser Keith Moon o con la sobredosis de «Tommy» con Supersweet ya tuviste suficiente?
¡He sido Keith Moon muchas veces! El tío me hacía un poltergeist cada vez que tocaba sus canciones, era escuchar los guitarrazos de Imanol y todo brotaba como un torrente del más allá. Tocar la música de los Who ha sido una de las mejores cosas que me han pasado, y volveré a hacerlo en cuanto tenga ocasión. Hay algo muy especial en la forma de tocar de Keith, lo que aportaba no era sólo ritmo y tempo, se hacía parte necesaria de la canción, en un equilibrio perfecto con el resto de instrumentos. Moonie era provocación, arrebato, el irrefrenable impulso de traspasar los límites, el propósito innegociable de darte una interpretación musical que no pudieras olvidar nunca. Ha sido una gozada total y un honor trabajar en el escenario para reproducir eso.
¿Cómo te las apañas para acordarte de todas las canciones?
Esto me lo dice mucho la gente, y yo les digo «¿cuántas canciones te sabes tú?». Cualquier aficionado a la música puede conocer cientos de canciones y cantarlas todas de memoria. Cada repertorio va llegando a su tiempo, creas vínculos con cada canción en momentos diferentes, junto a músicos diferentes, y todo eso le da a cada repertorio una personalidad propia. La música es una actividad social, no lo olvidemos. ¿Y cómo recordamos a toda las personas que conocemos? Tienen unos rasgos, una personalidad, muchas cosas que las hacen únicas… Pues algo de eso hay. Se trata también de enfocarte en lo que estás haciendo: vivir el momento presente y decicarle lo mejor de ti. Todo ello hace de cada canción algo único, y eso las distingue a todas muy claramente.
¿Cómo es tu semana tipo? Cuadrar las agendas de todo el mundo debe ser complicadísimo…
Es bastante más difícil que aprenderte las canciones. En efecto, cada semana es totalmente diferente, las variables son tantas que es imposible predecir cómo va a ir. Cuando es posible logísticamente, puedo tener tres ensayos en un día, por ejemplo. Otras veces, las cosas cambian inesperadamente, los planes de trabajo se vaporizan y tienes que reorganizar la semana en cuestión de minutos. Siempre he entendido que forma parte del trabajo, y lo acepto. El lado bueno es que es raro aburrirse, tienes que adaptarte cada día al repertorio que tienes delante y a los músicos que te acompañan. Cada canción en su estilo te hace trabajar cosas diferentes con el instrumento, lo cual es muy enriquecedor y, por así decirlo, te mantiene en forma y muy conectado a la música y a la batería.
Sería muy injusto que siendo un estajanovista de la música no vivieras de tu oficio.
En este momento, salvo algunas horas a la semana como coordinador de Musikagela en Egia, sólo me dedico a tocar. Esto es posible porque ha habido épocas de buena cosecha, y esos recursos me mantienen económicamente a flote. Me dedico a la batería profesionalmente, aunque vivir sólo de tocar en directo o en grabaciones es complicado. Hay que echarle imaginación y encontrar la manera de funcionar haciendo lo que te gusta, como sea. Hace poco escuché contar a José Bruno que un día, hablando con Peter Erskine, éste le preguntó: «¿Sabes cuál es realmente el aspecto más complicado de tocar un instrumento?». Cabía esperar de él alguna reflexión filosófica realmente profunda, pero simplemente dijo: «Encontrar trabajo».
No hay comentarios