La Getaria-Zarautz es la travesía a nado más popular por esta zona. Completarla es el objetivo para quienes empiezan a nadar en el mar, y cualquier veterano te dirá en cuánto quiere mejorar su tiempo. El pasado 9 de mayo a las 10.00 de la mañana se abrieron las inscripciones y para las 11.20 se habían agotado las 1.900 plazas disponibles. El año pasado fueron 1.800 plazas. Es la Behobia de las travesías, pero no es la prueba más épica: con un recorrido de 2.850 metros, está algo por debajo de la travesía del Paseo Nuevo (2.950) que tiene lugar a mediados de agosto, o la travesía de la Isla (3.000) a finales de mes. Además, las condiciones del mar suelen ser más favorables en la Getaria-Zarautz, que discurre en paralelo a la orilla, en un área poco profunda.
En realidad, se sale del puerto de Getaria aunque a mucha gente le confunde que la concentración de nadadores tenga lugar en Zarautz. Allí, en la explanada de la plaza Munoa, se retira el dorsal (gorro, camiseta y chip en caso de no tenerlo) y se deja la ropa. La organización pone autobuses que llevan a los participantes desde Zarautz hasta el puerto. Eso sí: hay más de una salida. Los 1.900 nadadores y nadadoras (las chicas suponen cerca del 30%) se distribuyen en cinco salidas, según los tiempos registrados. Y cada grupo se reconoce por su color de gorro: negro para los de menos de 45 minutos (grupo 1, los “tiburones”), y a partir de ahí verde (2), blanco (3), amarillo (4), azul, y naranja (5) para los nadadores con alguna discapacidad. Esto hay que tenerlo en cuenta si esperas a alguien en la llegada y te ha dicho el tiempo que cree que hará como referencia: a no ser que esté en el primer grupo, no habrá salido a las 12 en punto.
Es difícil encontrar información sobre los orígenes de la travesía. Parece ser que comenzó como iniciativa de una sociedad gastronómica de Zarautz, Cachi Bachi, y durante 40 años el recorrido fue de puerto a puerto, y por lo tanto algo más corto del actual. El número de participantes obligó a modificarlo. Lo que sí se sabe es que ya va por la 45 edición. Todos estos años han estado ligados a un nombre propio, Carlos Santana, de 76 años, el único nadador que ha completado todas las ediciones. Este año tampoco fallará a una cita que tiene unos rituales muy curiosos. Los nervios y los plátanos (fuente de potasio) de última hora. Ponerse vaselina en las costuras del bañador, para que no salgan rozaduras por el salitre. Los codazos- manotazos-rodillazos a la salida. Algunos rituales son comunes a todas las travesías, pero la Getaria-Zarautz tiene los suyos propios, Como cantarle a San Fermín (sí, igual que antes del encierro) en la bocana del puerto de Getaria, justo debajo de la hornacina de la Virgen.
Advertencia final: si algún familiar, amigo o conocido vuelve de la Getaria-Zarautz con una medalla y te dice que ha ganado, no le creas (a no ser que se llame Irati Mendia). Hay medallas para todo el mundo, o por lo menos las ha habido en anteriores ediciones. El premio en la Getaria-Zarautz sí es participar. Y disfrutar desde dentro.
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