Anjel Lertxundi, escritor y amigo, pone el broche final mañana 11 de diciembre al ciclo de lectura Berrirakurtzen / Releyendo de Jon Benito y Beñat Sarasola. El prolífico escritor de Orio abordará la obra Harri eta Herri de Gabriel Aresti. Será la única en euskera. Y como siempre, tendrá lugar en el salón de actos de Koldo Mitxelena Kulturunea a las 19:30 horas.
Desde Garoa hemos hablado con él, pues es nuestro escritor de cabecera. Le hemos sometido a un tercer grado.
¿Qué parámetros has seguido en la elección de la obra? ¿Quizás pensando en la forma que vas a elegir para la relectura?
Aresti es un autor al que vuelvo de vez en cuando. A veces por motivos profesionales (alguna conferencia, la escritura de algún artículo…), a veces por el puro placer de volver a leer unos textos que marcaron a mi generación y que fueron y siguen siendo el umbral de la modernidad de la literatura vasca. No han envejecido, siguen teniendo la fuerza que me trajo en mi juventud.
¿Tu puesta en escena será buscando la participación?
Todavía no lo sé. Trataré que no sea una conferencia al uso, pero tampoco quiero que posibles novedades en el formato empañen mi relectura de Aresti.
Has elegido poesía, el único “palo” que no has tocado ¿es tú talón de Aquiles? ¿o por el contrario te ha parecido oportuno para este proyecto?
Es la única obra en euskara del ciclo y, aparte de la relectura de Gloria Fuertes que ha hecho Mursego, Harri eta Herri será la única relectura de poesía. Efectivamente, no he publicado poesía, pero como lector frecuento y me interesa mucho el género. Siempre he creído que a un prosista no le viene nada mal leer poesía, pero como lector frecuento y me interesa mucho el género. La prosa, sin ritmo y melodía, difícilmente alcanza nivel literario.
¿Para ti como ha sido recibir esta invitación?
Desde hace algunos años Jon Benito me viene haciendo propuestas literarias nada habituales. De una propuesta suya surgió Eskarmentuaren paperak. Le estoy muy agradecido.
En una de tus obras Mentura dugun artean ya hablas de relectura. ¿Qué visionario no, Anjel?
La relectura es el destino de cualquier escritor que, como Bartleby el escribiente, se convierte en una persona de cierta edad. Con los años, se pierde el interés por la novedad y se vuelve a los libros que dejaron poso en la memoria.
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