El 12 de febrero de 1976, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez coinciden en México en el pase privado de la película «Sobrevivientes de los Andes». Antes de la proyección charlan amigablemente en el vestíbulo.
MARIO: Buenos días, Gabo.
GABO: Buenos días, Mario, ¿cómo dormiste?
MARIO: De aquella manera, amigo mío, no estoy pasando por una buena temporada.
GABO: Escribir es sufrir, querido. Exorcizar los demonios que lleva uno dentro y convertirlos en literatura no es algo sencillo.
MARIO: No, no es eso, estoy preocupado por Patricia.
GABO: ¿Patricia? Últimamente la veo fantástica.
MARIO: No sé. Está pasando por uno de sus periodos maníacos, está rara, hiperactiva sexualmente, demasiado desinhibida, como una gata en celo.
GABO: En las parejas hay fases, Mario. A veces apetece más, a veces menos. A menudo pienso que los deseos de los amantes deberían ser líneas paralelas, sin converger, porque el misterio y la expectativa son los mejores afrodisíacos.
MARIO: Ayer la pillé frotándose con un erizo.
GABO: Imagínate una pareja enamorada y ardiente que se mantiene décadas sin consumar su unión por temor a que sus fantasías sean estropeadas por una realidad vulgar, por olores y sabores comunes, por pelos en la boca. Sería maravilloso… ¿un erizo?
MARIO: Sí, un erizo. Temo que esté trastornada, que padezca alguna enfermedad que le haga cometer alguna locura. Esta noche por ejemplo desapareció de la cama y no la he vuelto a ver.
GABO: Patricia es sensata, confía en ella.
MARIO: ¿Te pasa algo en la boca? Tienes los labios hinchados.
GABO: Nada, nada, el café del desayuno hervía y me lastimé un poco, sin más.
MARIO: ¡Madre mía, Gabo! ¿Te has visto la lengua? La tienes fatal, como si te hubieran pinchado en ella con alfileres.
GABO: Tranquilo, mi buen amigo, un pequeño percance sin importancia. Al beber el café tan caliente me sobresalté de tal manera que me mordí la lengua. Varias veces. Muchas veces.
MARIO: Amigo mío, no tienes remedio. Seguro que andabas ensimismado dándole vueltas a uno de esos comienzos tuyos. Pienso ahora en el final de esa primera frase genial.
Mario Vargas Llosa clava la mirada en el infinito y recita ahuecando la voz a un volumen inapropiado.
MARIO: Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
GABO: Cálmate, querido amigo, me vas a poner colorado.
MARIO: ¿Por qué el hielo, Gabo?
GABO: ¿Perdona?
MARIO: ¿Por qué a conocer el hielo? Quiero decir, lo lógico habría sido que lo llevara a conocer la nieve.
GABO: La nieve habría sido demasiado poética. Había que añadir realismo, verosimilitud, algo sólido a lo que el lector se agarrara tras un comienzo evocador. Una digresión, sin más.
MARIO: A ver, el comienzo es fantástico, pero lo del hielo flojea. Me sorprendió.
GABO: Como ya sabes, el hielo aparece varias veces en el libro. Es un invento mágico que traen los gitanos a Macondo, y el hijo de Aureliano crea una fábrica de hielo en el pueblo. Su presencia en el primer párrafo no es casual.
MARIO: Claro, claro, aparece muchas veces. El realismo mágico y el hielo, ya sabes. Primos hermanos.
GABO: ¿Te has leído el libro, Mario?
MARIO: ¿Leerme el libro? Por supuesto, Gabo, por supuesto.
GABO: Mírame a los ojos, Mario. ¿Te leíste «Cien años de soledad»?
MARIO: Claro, Gabo, lo tomé entre mis manos y lo empecé a leer, con estos mismos ojitos que te miran ahora.
GABO: ¿Entero?
MARIO: Vamos a ver, depende de a qué te refieras con entero.
GABO: ¿Lo acabaste?
MARIO: A ver, leí la primera frase, me pareció un error de principiante lo del hielo y no seguí. Pero vamos, que cualquier día de estos me pongo y lo acabo de un tirón.
GABO: ¡Embustero! ¡Me dijiste que te había entusiasmado!
MARIO: ¡No te mentí! ¡Hasta lo del hielo me mantuvo atado a la silla!
GABO: ¿Sabes qué, Mario, sabes qué?
MARIO: ¿Qué, Gabo?
GABO: ¡Que ayer le comí el coño a Patricia!
4 Comentarios
Jajajajjaja muy chistoso, a ese le conozco desde que le lloraba a elkar y lamia culos en egunkaria presumiendo de hacer articulos . Dudo que se merezca nada que no sea decierle que por el bien de la humanidad deje de cantar y tocar nada…!!! mira lo mismo que le diria al ezkiaga pero en «escribir».
Esto es lo que le he puesto al estupido de MITXEL EZQUIAGA en un post de su blog sobre un articulo sobre MARKEZ (no es necesario decir que lo ha quitado a toda ostia) bueno reconozco que este individuo me pone malo..!
Ciertos periodistas egocentricos se creen que el mundo gira alrededor de ellos, No sé qué es peor, si la prensa amarillista o las personas que leen y compran el diario, haciendo que el negocio sea rentable.
Entonces:
Quiero hablar de los malos periodistas, esos que por una «propina», un
«publireportaje» o alguna payasada venden su alma al mejor postor, los
hay, hay demasiados, los conozco bien. Claro que no es exactamente lo mismo un vanidoso que un egocéntrico. El vanidoso reclama a todas horas atención sobre sus logros, que no tolera que se pongan en pie de igualdad con los de nadie o casi nadie; el egocéntrico reclama a todas horas atención sobre sí mismo, porque
todavía no ha encontrado un asunto de mayor interés general, o simplemente porque es lo que más cerca le pilla y no se entera ni del nodo. Pero bueno los que son malos …! son malos y punto ni copiando se les supone algo de interes.
Bueno esto es lo que yo pienso de este «atontao» pero sinceramente ya era hora ver un articulo sobre Markez que por lo menos se sale de las chorradas habituales y deja en suspense y a la imaginacion de la peña la ostia que le mete el Llosa…!
Frankois, me dejas muy sorprendido, no sabía que Ezquiaga había escrito un artículo sobre Mikel Markez.
Me gusta eso de tomar partido entre D. Gabriel y el penadte de Vargas Llosa.Un bonito homenaje a uno de los grandes autores de la literatura universal. Ahed queda su obra. Eso ya no nos lo quita nadie.