Durante el infausto Tercer Reich se prohibió la circulación de cómics extranjeros y también los de cosecha nacional, que durante los años 20 comenzaba a asomar sus patitas en Berlín. La Alemania nazi calificaba las viñetas como “decadentes” y tuvieron que pasar algunas décadas hasta que se pusiera en marcha una industria del cómic en condiciones. Primero fue cosa de unos pocos artistas que en los años 50 y 60 se fijaban en el underground norteamericano y en los dibujos de Walt Disney, principalmente. Pero dado que la cantera más numerosa se estaba formando en la RDA, los primeros resultados no trascendieron hasta la unificación de la parte occidental y oriental del país.
Los años 90 alumbraron una nueva generación de artistas que la exposición itinerante del Instituto Goethe “Comics, Manga & Co. – La nueva cultura alemana del cómic” acogió en la segunda planta de la biblioteca municipal de Irun hasta el pasado 22 de noviembre. Al mismo tiempo, en el espacio Irun Factory se proyectaron sesiones diarias de cine de animación alemán. Además del merecido homenaje que se le debe a su caudalosa fuente de ilustración gráfica, la ciudad fronteriza rellena en parte el vacío que ha dejado El Salón del Cómic de Irun: después de cinco ediciones consecutivas, este año se lo toman de “descanso” y Komikirun pasará a ser un evento bienal a partir de 2014.
El flechazo en Alemania con los cómics es tal que la propia web del Instituto Goethe cuenta con un apartado propio en su web titulado “Tiras cómicas en idioma alemán”. El comisario berlinés Matthias Schneider, experto en cómic, ha sido el encargado de seleccionar una serie de dibujos de autores que tienen su base de operaciones en escuelas de creaciones artísticas de Hamburgo, sobre todo, y en menor medida Berlín. Son la punta de lanza del nuevo cómic alemán.
Sascha Hommer
Estudió en la Escuela Superior de Ciencias Aplicadas de Hamburgo bajo la batuta de Anke Feuchtenberger. Allí fundó una antología de cómic llamada ORANG junto con otros ilustradores como Arne Bellstorf, Marijpol, Line Hoven y la propia Feuchtenberger. Esta revista ha dado a conocer a algunos de los estandartes de la novela gráfica alemana. En febrero de 2013 se publicó su último y definitivo número. Tal vez porque la mayoría de sus autores ya vuelan solos. “Insekt” (2006), el debut de Hommer, guarda grandes similitudes con el Gregorio Samsa de Kafka: en este caso, la metamorfosis animal de Pascal convierte a sus amigos en enemigos y no le queda otra opción que marcharse a otra ciudad. El concepto de la huída también se repite en “Cuatro Ojos”, aunque esta vez tiene tintes autobiográficos: cuenta cómo trató de huir de la represión de vivir en una pequeña ciudad al sur de Alemania consumiendo drogas, entre otras cosas. Sus libros los edita aquí la editorial Sins Entido.
Arne Bellstorf
El universo de su compañero Bellstorf es bien vasto. Empezó centrándose en el ámbito íntimo de los sentimientos y las emociones, pero también ha hablado sobre temas más universales como el impacto desconsiderado del ser humano en la naturaleza. En “Alpha”, otro de sus hitos, cuenta la historia del big-bang hasta el primer homínido. La editorial Sins Entido publicó hace dos años “Babies in Black”, un relato donde se mezclan unos tal The Beatles y el Hamburgo underground de los sesenta. En su propia página web, www.bellstorf.com, se pueden ver algunos de sus últimos trabajos en el que se observa una inclinación por cuestiones más juveniles, como las tribus urbanas, los estudiantes de instituto y los fantasmas. En cualquier caso, ya decimos que se trata de un autor que se mueve en distintas aguas y que todo lo hace bien. Uno de los grandes.
Isabel Kreitz
Otra autora que también es de Hamburgo, aunque pertenece a una generación anterior que los otros dos. Nacida en 1967 y curtida en la Escuela de Diseño Parsons de Nueva York, durante los últimos 20 años ha obtenido el reconocimiento de la crítica y del público a la hora de abordar sucesos políticos y sociales de Alemania e incluso sobre la Segunda Guerra Mundial. En 1997 fue galardonada como mejor dibujante de cómic en el Festival Internacional de Hamburgo. Entre nosotros cada vez es más conocida. “El caso Sorge. Un espía de Stalin en Tokio”, editado por La Cúpula en España, y muy influido estéticamente por el dibujante norteamericano Wil Eisner, el de The Spirit, es una de sus aportaciones recientes más sonadas. En 2011, también a través de La Cúpula, descubrimos “Haarmann, el carnicero de Hannover, un asesino en serie”, una sombría historia sobre un psicópata que conmocionó a la sociedad alemana en los años 20. El guion sobre la vida del verdugo de Hannover, al que se le atribuyen más de 100 víctimas y de las cuales 27 se demostraron que fueron mortales, está escrito por Peer Meter. En Irun también se puede ver un cómic suyo realizado para el periódico Frankfurter Rundschau donde recrea el escabroso “escándalo del Spiegel”, que terminó por remodelar el Gobierno federal en 1962 debido a una serie de reproches infundados.
Martin Tom Dieck
De la misma quinta que Kreitz y también alumno de la escuela de Hamburgo, es el dibujante más afrancesado de todos. Ya a mediados de los años 90 sus libros son editados por French Seuil Editions y sus viñetas empiezan a aparecer en la revista francesa Lapin. En Francia es requerido con asiduidad y prueba de su afinidad con el país del queso y de los vinos de Burdeos es que en su web personal da la bienvenida en francés, además de en inglés y alemán. Su estilo improvisado recoge influencias del dadaísmo y del expresionismo.
Line Hoven
Una de las mayores esperanzas del nuevo cómic alemán, “Liebe schaut weg” (“El amor mira hacia otro lado”) es su debut en la novela gráfica. Se trata en realidad de la historia de su propia familia, de origen alemán y estadounidense, y que tiene lugar en un momento especialmente convulso para el mundo y para ambos países en particular, durante la Segunda Guerra Mundial. Su primer trabajo le llevó un laborioso trabajo de investigación con el objetivo de recabar la máxima información posible sobre sus familiares y saber así cómo se fueron tejiendo sus relaciones en un contexto tan desapacible. Dotada de una técnica depurada, llena de matices, parece que al blanco y negro de sus dibujos siempre se le pueden sacar nuevas interpretaciones. Line Hoven vive en Hamburgo y está casada con Arne Bellstorf.
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