Si uno intenta indagar cuál de todos los Donostis posibles es de Karmelo Iribarren, él contesta como si la ciudad ya no le perteneciera o él ya no perteneciera a la ciudad: “Recuerdo aquellas noches (de los años 80 y los 90) en la puerta del bar Akerbeltz, mirando hacia la bahía -que era, en el fondo, como mirar hacia más allá, lejos- fumando un cigarrillo. A veces no había nadie y el silencio era absoluto, y entonces casi me reconciliaba con el mundo. Aquel mundo al que ya no pertenezco”.
En algunos de sus antiguos poemas, sin embargo, se asoma un perfil de ciudad:
LA CALLE
He recorrido esta ciudad de punta a punta
casi todos los días
durante más de treinta años.
Abriéndome paso a codazos
en las vísperas de fiesta,
a través de las madrugadas fantasmagóricas
de los días laborales de invierno,
o solo y borracho y mojado hasta los cuernos,
o en compañías que mejor no recordar.
Esas calles no guardan secretos para mí.
Conozco sus plazas, sus antros,
sus mujeres, el brillo
de una navaja al doblar una esquina,
el calor de una mirada desde el fondo de un bar.
Hubo un tiempo en que el cielo
se miraba en ellas,
yo formé parte de aquello,
eso ya nadie me lo puede arrebatar.
Aunque, en realidad, la ciudad que da título a una de sus antologías, solo existe a la manera de Karmelo Iribarren. “Sí existe. Pero es aquella de la que dije: “Voy andando por las calles de una ciudad que ya no es la ciudad por la voy andando”.
No está previsto que San Sebastián le dedique una calle, como ocurre en «La vida mancha», pero no parece que le preocupe. “Enrique Urbizu y Michel Gaztambide (director y guionista de la película) son amigos míos, además de lectores que valoran lo que hago. La admiración es mutua. Por eso me dieron una calle en su película, una calle de ficción. No creo que se den esos requisitos para que me den una real, de piedra. (¿La posteridad? Qué cosa más antigua, digo en Diario de K)”. Ya lo anunciaba en el poema «Poeta»: Me lo dijo / un colega, / la otra tarde: / “Mira, tío, / como sigas así, / escribiendo / en servilletas de papel / por los bares, / acabarán cargándote / el sambenito / del poeta, / ya verás. /Y luego / a ver qué hostias / haces.
El primer poema. “No lo sé exactamente, pero puede que allá por el invierno del 74, en un autobús, por la calle Urbieta, mirando por la ventanilla. Entonces se daba Literatura en los institutos. A mí me encantaba esa asignatura. Escribir poesía es la consecuencia de haber leído poesía. No es algo instintivo”.
“El verso libre es el menos libre de todos los versos”. “Así es. Cuando se escribe tan claro siempre estás a un paso de despeñarte hacia la minucia, hacia la nada. Es muy arriesgado. La retórica, la cansina recurrencia a “las vanguardias”, los hermetismos (clarísimos, dentro no suele haber nada), son en el fondo disfraces del pavor, o de la falta de talento. Hay excepciones, claro”.
El amor feliz y la poesía. “Es menos espectacular, así, en principio, para ser poetizado. Además, como dijo Machado, se canta lo que se pierde. Y si lo tienes ahí… Pero hay poemas de felicidad amorosa magníficos. Miguel d´Ors, por ejemplo, es un maestro en ellos”.
LA SOLEDAD ES ESO
La calle tras la última sesión;
veinte llamadas
perdidas
sin respuesta;
otras tantas cervezas;
en el frío gélido del amanecer,
un tipo atravesando un parking
hacia su coche…
La soledad es eso, ahora lo sé:
lo que hay antes
y después de tu nombre.
Realismo limpio.“El término se lo aplicó Luis Antonio de Villena a mi poesía para diferenciarla del realismo sucio. Y tiene su verdad. Mi poesía, nada académica, es difícil de clasificar. Pero eso carece de importancia. Yo llego al lector directamente. Abre uno de mis libros en una librería, lee un poco y se lo lleva. ¿Por qué? Porque lo que ha leído tiene que ver con sus intereses en la vida, le toca, remueve algo en su interior, le hace, en definitiva, sentir (por lo mismo otros lo dejan en el anaquel. Pobres…)”.
Exploración de la prosa. “`Diario de K´ es mi primer libro en prosa publicado, porque tengo material para varios más por ahí, en algún archivo, otra cosa es que me decida a sacarlos a la luz. Me gusta ese género sin género hecho de todos los géneros: el fragmento, la brevería, la nota al pie, el aforismo, la frase, el poema en prosa, la novela comprimida… En `Diario de K´ hablo de mi vida y también de la ciudad, de mi relación con ella, de cómo cada día somos más extraños uno para el otro… Es un libro con una pátina elegíaca pero a la vez muy vivo, o eso quiero pensar, al menos”.
“El humor es uno de los disfraces más amables de la inteligencia”. “Yo me tomo en serio, y quiero que me tomen en serio. Y utilizo la ironía con ese fin. Al final lo que vengo a decir es que esto es tan inmensamente triste que mejor si te ríes un poco, si no te lo tomas demasiado a pecho. Aquí hay mucho escritor solemne de esos que cuando abres sus libros te hacen preguntarte si aquello no será una broma… Jajaja. En fin, hay que reírse”.
Poesía. “Gracias a ella soy el que soy. Nada menos”.
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