Indudablemente, este está siendo el año de las escritoras. Durante este año, los medios y las editoriales se han hecho eco tanto de escritoras olvidadas como de las nuevas generaciones de autoras con mucho que decir. Gracias a iniciativas como #readingwomen2014, las voces femeninas se han alzado para hacerse oír entre el barullo de las masculinas, que de tan ruidosas, parecía que fueran las únicas que merecía la pena escuchar. Recuerdo como de niña, a la pregunta de “¿qué quieres ser de mayor?”, respondía que escritora, pero para mis adentros pensaba que en realidad quería ser escritor, porque el chic-lit no iba conmigo. Huelga decir que sólo leía a hombres y que nada sabía de la existencia de Irene Nemiróvsky, Virginia Woolf, o las hermanas Brönte. No hizo falta que nadie me dijese específicamente que los hombres eran mejores que las mujeres a la hora de escribir; ya se encargó de ello el hetropatriarcado.
Por aquel entonces, jamás hubiera podido imaginar que se celebrase algo como un festival literario femenino y mucho menos que dicho festival tuviese lugar en Euskadi. Desde 1988, año en el que nací y mucho, muchísimo antes de que Twitter o Facebook irrumpiesen en nuestras vidas, se ha celebrado el Encuentro Internacional de Escritoras, rebautizado en 2013 como Un Mundo de Escritoras. En este encuentro anual, que insiste en su deseo de representar la enorme diversidad de la creación literaria femenina, cuatro escritoras de distintas partes del mundo se dan cita en Irún, Bayona, Bilbao y Donostia.
En anteriores ediciones, el festival ha contado con la presencia de autoras como Sophie Avon, Zehra Cirk, Esther Bendahan o María Tena. Este año, tendremos entre nosotras a la vietnamita Linda Lê, finalista del premio Goncourt en 2012, a la catalana Mercedes Abad, ganadora del premio La sonrisa vertical y colaboradora habitual en distintos medios de prensa, a Kathrin Schmidt, que viene desde Alemania con historias cargadas de humor y riqueza verbal, y a la camerunesa Hemley Boum, cuyos libros recuperan las historias de la cultura oral africana y nos asoman a la condición femenina en África.
Un Mundo de Escritoras se celebrará a partir de mañana mércoles 19 hasta el próximo viernes 21 y no podría alegrarme más. Quiero pensar que esto es señal de que hay vida más allá de las modas de las redes sociales, que si bien son un arma de difusión poderosa, también crean el falso espejismo de que nuestras voces son más numerosas de lo que realmente son. Este festival me devuelve la esperanza de que el feminismo no se convierta en otra moda pasajera más, algo que caerá en el olvido una vez pasado el furor inicial. Hoy quiero pensar, quizás de forma ilusa, que aún es posible un mundo donde las niñas deseen ser escritoras, con a.
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