No debería sorprender. O quizás, sí. Que los noruegos Kakkmaddafakka llenen el centro cultural Intxaurrondo -con capacidad para unas 500 personas- de universitarios puede resultar bastante lógico. Son jóvenes, atractivos, divertidos y van armados de canciones de pop buenrollero con ramalazo indie. “Pensábamos que iban a venir 16 personas”, dijo sorprendido Axel Vindenes, líder y voz principal del grupo escandinavo, el pasado viernes 16 de noviembre cuando comprobó que, efectivamente, la sala se había llenado hasta la bandera.
Kakkmaddafakka no han inventado, ni mucho menos, la pólvora. No son especialmente innovadores, ni virtuosos, ni siquiera está demasiado claro que sean buenos músicos, sobre todo, si los comparamos con sus referentes. En sus camisetas reivindican la estética de los dibujos de Daniel Johnston y el pop fino de The Whitest Boy Alive, de su amigo y colaborador Erlend Øye, la extrovertida mitad del dúo Kings of Convenience. Ni falta que hace. Irrumpen en el escenario con una bandera gigante, invitan al público al desmelene colectivo, bailan, ríen, interactúan… Lo suyo no es tanto una actuación en directo como un show.
“Aquí es donde están los universitarios, los veinteañeros, con grupos divertidos que montan un espectáculo y que tienen una estética determinada. Hoy en día para llamar la atención de los jóvenes no basta con tener un buen grupo, se necesita algo más”, comenta al finalizar el concierto Sergio Cruzado, de la promotora Ginmusica, responsable de la mayoría de giras de pop independiente en San Sebastián aglutinados en torno al circuito Donostikluba. Y lo compara con el tremendo éxito que cosecharon los vascófilos Cristal Fighters unos meses antes en el parque de atracciones de Igeldo. Música pop, baile y hedonismo. Ése parece ser el secreto.
El fenómeno reciente que mejor ilustra la conexión con el público universitario se resume en el rotundo triunfo del “Safe and Sound” de Capital Cities: exprimamos la fórmula del debut de MGMT, démosle la pátina justa de modernidad y a triunfar. Aunque musicalmente presentan diferencias -algunas de ellas hasta notables- Kakkmaddafakka, Capital Cities y Crystal Fighters se han ganado el favor de los universitarios. Representan a una nueva generación con gran poder de convocatoria entre el público juvenil. No los deberíamos subestimar: están logrando enganchar a un sector del público que algunos dábamos por perdidos en alguna sesión estrella de DJ tipo Calvin Harris o Skrillex.
El Arenal Sound de Burriana (Castellón) es el que ha tenido mejor ojo a la hora de mezclar pinchadiscos de música electrónica con bandas de pop y de rock. Jóvenes de entre 18 y 25 años acuden en masa al evento veraniego y lo mismo les da un DJ como Nife Party que el concierto de Two Door Cinema Club. Bien pensado, no anda tan lejos del espíritu “Voy a pasármelo bien” de los Hombres G. Entre nosotros, los vascos, el BBK Live también cuenta con su nicho de universitarios y la jornada del viernes del último KutxaKultur Festibala, -en el que estuvieron Cristal Fighters, pero también Belako y Delorean- reunió a una insólita legión de jovenzuelos.
“Los conciertos indies o más bien los festivales, son algo que se han puesto de moda entre la juventud y las modas son los cauces que más público movilizan”, enfatiza Juancar de la tienda y promotora Bloody Mary de Irun, que ve cómo el público de sus conciertos de estilos más bien clásicos (rock and roll, garaje, soul, power pop) se compone básicamente de treintañeros y de padres y madres con edad de tener hijos maduritos. A la promotora Ayo Silver!, aunque juega en otra liga, la de la psicodelia moderna, le pasa algo parecido y suele ser poco habitual tropezarse con algún asistente menor de 25 años. Y hasta el habitualmente excelente programa musical promovido por la Diputación Foral de Gipuzkoa, Gaztemaniak, que estos meses ha contado con The See See, Sam Amidon y el soul indomable de Lisa & the Lips, tropieza con la misma piedra: apenas se ven universitarios. Están en otra parte.

























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