-¿Qué te parece?
-Una pasada, ¿no?
-Es el mejor estudio de Europa, Jon.
El nombre de Jairo Zavala puede que a algunos no les suene demasiado, pero este músico, compositor y productor de Carabanchel viaja por todo el mundo con su propio proyecto (Depedro) y como miembro de la conocida banda norteamericana Calexico. Sabe de lo que habla porque tiene con qué comparar. Y además, no es el típico ardid de rockero bienqueda que pretende meterse en el bolsillo al público poniéndose una camiseta de fútbol del equipo local. Jairo lo dice de corazón. Le sale de dentro. Su gran envergadura, debe medir como metro noventa, es diametralmente opuesto a su ego. Es un tipo discreto, delicado y cauto. Y al que tiene toda la pinta que jugando al mus no llegaría muy lejos. Vamos, que Loquillo y él se parecen en la altura y poco más.
Pero antes de nada vamos a situarnos. Nos encontramos (voy acompañado de Lorena Otero, fotógrafa) en la estación de tren de Andoain centro. Veníamos avisados: los estudios están apartados del pueblo y resulta indispensable subir en coche. Nos vienen a recoger, aunque al parecer hay un taxista del pueblo que suele llevar a los músicos hasta Garate, en teoría a unos 5 kilómetros del municipio. Para lo que no estábamos preparados era para subir campo a través, confundirnos de ruta dos o tres veces, sortear caseríos, cruzarnos con baserritarras caminando por la esquina de la carretera, pasar miedo viendo desde la ventana un enorme precipicio que desemboca en un enjambre de casas que parecen de Playmobil, activar el GPS, buscar cobertura para abrir Google Maps y hasta un mapa de la guía Michelín, si lo hubiera, para llegar a nuestro destino. Tardamos menos de Atotxa a Andoain que de Andoain a los estudios.
Conduce Ivan Kovacevic y ejerce de copiloto y conversador Dani Ne.lo, miembro de la banda de rock and roll instrumental barcelonesa Los Mambo Jambo. El grupo, una institución en su género musical, ha decidido grabar su tercer disco bajo las órdenes de Jairo Zavala Depedro y la atenta mirada de Kaki Arkarazo, dueño de los estudios. Por un momento no puedo evitar el cortocircuito mental: se llaman igual que dos mitos de la Real de finales de los 90 y primeros 2000. La sociedad más fructífera de la Real moderna. De Pedro llega al costado de la banda, golpea el balón y dibuja una parábola perfecta, una rosca con trampa mortal para los defensas que remata Kovacevic. Centro y ¡goooool!
¿Por qué habrán decidido venir hasta aquí? ¿Qué se les habrá perdido en este recóndito lugar? «No nos apetecía grabar en Barcelona. Queríamos escapar de la rutina. Tocamos en diferentes bandas y si estás en Barcelona acabas tocando y queríamos centrarnos en grabar el disco sin distracciones de ningún tipo», cuenta Dani en el coche. Descubrió el refugio montañero el año pasado, cuando el grupo de Bilbao Still River le invitó a tocar con ellos en el festival de blues de Leioa. Dan Cavanela (su líder) le puso el disco que acababan de grabar, Wood & Wire, y se quedó prendado. «Sonaba de la hostia. Le pregunté dónde lo había grabado y un día me enseño los estudios. Flipé. Era perfecto porque buscábamos aislamiento, calidad de sonido y una manera de grabar distinta».
Al fin, desde un pequeño altozano divisamos un enorme y antiguo caserón de piedra. Ahí está. Es para flipar, la verdad. Un precioso caserío incrustado en mitad de un campo de color verde intenso. El único edificio que nuestra vista es capaz de alcanzar en muchos metros a la redonda. La única casa que el último modelo de la cámara GoPro sería capaz de retener si en este lugar hubiera algún tipo de deporte extremo. Huele a naturaleza, a la Euskadi apacible y montañera. Nada más. Relax. Aislamiento. Inspiración. Una cabaña protegida por una burbuja. A bote pronto se me ocurren tres motivos por los que a los estudios Garate vienen músicos de todas partes:
1-. Para desconectar del resto del mundo en un entorno natural rebosante de paz donde la única distracción es un precioso perro polar de nombre rockero (se llama Cash).
2-. Para encerrarse en un estudio con todos los medios técnicos necesarios. La sala de grabación, de 100 metros cuadrados, colaría como una estancia más del caserío Zabalaga de Chillida-Leku. 100% rústico. Olor a madera. Paredes de piedra. Gloriosa acústica.
3-. Para comer mucho y bien. Según reconoce el grupo León Benavente en una nota que dejaron escrita en la entrada, durante la grabación engordaron cuatro kilos. El catering debe ser muy generoso y apetecible. Los Mambo Jambo dan fe de ello.
Jairo Zavala ejerce de anfitrión y nos invita a ver la casa. La planta baja es como un pequeño apartamento con todo lo necesario para enfrentarse al día día: cocina, sala de estar, habitaciones, baños… Nadie cocina. Al mediodía llega un coche con grandes cantidades de comida que los músicos sólo tendrán que calentar en el microondas. El tabaco, la cerveza y el resto de caprichos corren a cuenta del grupo. En el caso de Los Mambo Jambo se van turnando para bajar a Andoain y comprar todo lo necesario. La persona encargada de hacer de este lugar un txoko más acogedor que un abrazo de un oso panda es Mora, que la pillamos limpiando. «Si esta noche queréis salir podéis ir al Bukowski, que siempre hay algo», dice. Aunque es viernes el grupo se lo piensa y quieren reservar fuerzas para darlo todo el sábado por la noche.
-Mañana salimos, ¿no?- le dice Dani a Jairo.
-Claro, hombre- le responde subiendo las escaleras.
Un corcho con los nombres de un montón de grupos que han pasado por aquí nos recuerda que en este caserío-estudio no hay fronteras estilísticas ni nacionalidades. Musicians are welcome. La música, como diría Jairo, «es horizontal». Aquí no hay castas ni élites musicales. Por Garate han pasado, entre otros muchos: Lou Topet, Anari, La M.O.D.A., Niña Coyote eta Chico Tornado, Vetusta Morla, Banda Bassotti, Audience, Nine Stories, His Majesty and The King, Triz3ps, Los Coronas, Celtas Cortos, Fermin Muguruza, Amaparanoia, Loquillo, La Oreja de Van Gogh…
Subimos a la sala de grabación a escuchar el primer resultado de los temas registrados por los Mambo Jambo. Kaki Arkarazo está a los mandos técnicos de una gran mesa de mezclas y Jairo, a su lado, productor del disco, conversa con el grupos sobre cómo han cuajado en el estudio estas canciones. Como en el intermedio de un partido trascendental. El entrenador y su ayudante sacan la pizarra. Analizan la primera parte. Ha salido a pedir de boca, la verdad, pero como diría Luis Enrique, siempre se puede mejorar. Falta la segunda parte. Hay partido.
Jairo y Kaki se quedan solos en la sala de control. Hay que retocar detalles, afinar algunas cosas. Los cuatro miembros saltan al campo, o sea a la sala de grabación, para tocar un par de canciones. Lo hacen por gusto, porque les apetece. «Esto suena bien, ¿eh?», dicen. El sonido es celestial, primoroso. Da gusto verlos en su salsa. Ahora lo que pide el cuerpo es que toquen tres, cuatro, cinco, doce canciones más. Que el tiempo se pare aquí y ahora. No sé si será el mejor estudio de Europa, pero cómo apetece quedarse en este maravilloso caserío de Andoain. Qué Cash custodie la casa y te acompañe a dar paseos. Que la música suene siempre así de bien.
1 Comentario
sí, lo es §;^)