“No somos como los Everly Brothers o los Righteous Brothers. Empecé a escribir las canciones para que mi hermano Phil las cantase con su magnífica voz”. Dave Alvin recordó en el Palacio de Congresos de Ficoba en Irun por qué había fundado los Blasters, ahora que el pobre Phil Alvin, cinco veces mayor que él, no está para muchos trotes después de haber estado a punto de perder la vida hace dos años en Valencia. Las viejas rencillas, los malos rollos y todo lo que estos hermanos no se podían soportar el uno del otro han pasado a la historia. Se acabó el desencuentro. Juntos, felices de haberse conocido y en un concierto repleto de guiños mutuos, desgranaron magníficas versiones del músico blues Big Bill Broonzy al que homenajean en su último álbum de estudio.
Fue, sin duda, un show vibrante que pasó por distintos géneros norteamericanos (country, rockabilly, rock and roll), lo mejor de Irun Zuzenean. Manda Dave, cuenta chascarrillos y las canciones giran alrededor de sus largos flirteos con la guitarra. Pero no se olvida de Phil, el hermano al que se le ve mayor y algo limitado físicamente pero con un buen chorro de voz. Funcionan tan bien como una democracia escandinava, alternándose canciones y, sobre todo, desprendiendo muy buen rollo. Estos sesentones se sienten tan bien en esta nueva etapa que se permiten el lujo de empezar su concierto con “I Feel so good”. Bravo por el reencuentro.
En teoría, Niki Hill era la gran estrella de la noche, la nueva diva soul a la que todo el mundo estaba esperando en Irun. Pero a veces los teloneros superan al cabeza de cartel, pasan inevitablemente por encima. Y eso que Hill, que aún no ha cumplido los 30 años, tiene unas excelentes cualidades artísticas: canta al modo de los músicos de los años 50, es atractiva y no ceja en su empeño de hacer bailar a todo el mundo. ¿Es suficiente? Para el que busque el relevo de Sharon Jones, rotundamente no. A veces parecía que ella iba por un lado y la banda, escorado al rock, por otro. Faltó, además, mayor conexión emocional. No llegó al corazón, que es el objetivo de buena parte de la música y del soul en particular. Se subió al escenario, montó un buen espectáculo y nos fuimos de Ficoba con la sensación de que los hermanos Alvin son mucho Alvin. Nikki Hill ya habia pasado a un segundo plano.
Y una recomendación final: si quieres piruetas guitarreras, sonido blues-rock que remite a los años 70 y una potente voz, el trío vizcaíno de Last Fair Deal es tu grupo. Fue el estupendo aperitivo de un mini-festival que celebró la tercera edición con otra buena noticia: el sonido. El pabellón de Ficoba, una enorme nave que evidentemente no está diseñado para conciertos, sonó como los ángeles. Fue toda una sorpresa.
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