Mientras cenaba en el restaurante del Café Irun con los teloneros Mushroom Caffeine y Juancar Bloody Mary, a Jeff Conolly, conocido con el sobrenombre de Monoman, se le notaba visiblemente feliz y sumamente animado. Se trata de un apunte nada desdeñable para un tipo de carácter volátil que 35 años después capitanea con autosuficiencia y mano de hierro -«Lyres soy yo»- una de las bandas fundamentales de aquello que en los años 80 se denominó garage revival. De la hornada de grandes bandas que recurrían al espíritu del garage-punk de los años 60 hemos tenido la oportunidad de disfrutar estos años con desigual fortuna y en numerosas ocasiones de The Cynics, The Fleshtones, The Chesterfield Kings y The Fuzztones. Lyres, ya sin la «The» con la que se dieron a conocer, se han prodigado con cuentagotas y a expensas de por dónde le soplase el viento a nuestro héroe.
Su valioso legado, probablemente el más recordado por los aficionados al género, ha sido reeditado por el sello Munster y aprovechando que grandes discos como «On Fire» y «Lyres Lyres» vuelven a estar en circulación, qué mejor manera que volver a insuflarles vida en directo. Como teloneros, los hondarribitarras Mushroom Caffeine dejaron un estupendo sabor de boca. Presentaron los temas de su primer LP, «Liquid», más abierto estilísticamente que su anterior 10″, en la onda del garaje-rock, y ofrecieron un entretenido show en el que intercambiaron voces, tocaron la guitarra de rodillas y aporrearon con saña la batería.
Que Jeff Conolly y Lyres son piezas intercambiables queda claro desde el minuto uno: el resto de músicos se distancian unos metros del mítico teclista y se meten en el papel de actores secundarios, como si no tuvieran más remedio que acompañar a la estrella para que la maquinaria funcione correctamente. Ni un gesto de más, ni una mueca de esfuerzo, la guitarra, el batería y el bajo son figurantes que atienden las consignas de un jefe que pega la hoja del setlist al teclado.
Conolly, centro de todas las miradas, no es para nada un animal escénico. No se separó un milímetro de su instrumento, de vez en cuando agitaba la pandereta con la mano izquierda y apenas se dirigió al público. Le vale con desplegar su aura de estrella del rock and roll underground, mostrar sin rubor una chillona corbata de los 13th Floor Elevators y desempolvar un chorro de voz más que digno. Ahí tenemos a un tipo veterano que se mantiene fiel a las bandas en los que se inspiró y fusiló sin miramientos, un señor que sigue reivindicando el garaje como forma de expresión artística.
En lo musical, el tiempo se ha debido detener allá por 1984-86, porque «Don´t give it up now» y «Help you Ann», que fueron convenientemente rescatadas en un espectacular final que culminó con una abrasiva recreación de «I really want you right now», fueron celebradas con euforia por los asistentes. Lyres on fire. Hubo un tramo central menos vibrante, algún guiño soul y hasta problemas técnicos con la batería que, por suerte, no sacaron de quicio a Monoman. Nuestro hombre tuvo un buen día y eso siempre es una buena noticia para el rock and roll.
No hay comentarios