En un tweet que publicó el pasado lunes 30 de mayo el periodista Ricardo Aldarondo (@raldarondo) afirmaba que «incomprensiblemente» Elvis Costello no despierta tanto «fervor» como Bruce Springsteen. Las comparaciones ya sabemos cómo se las gastan, pero lo que está claro es que Costello -que ha dejado una profunda huella en la historia de la música popular desde los vigorosos tiempos de The Attractions, en solitario o en sus numerosas colaboraciones (¿es el disco que firmó con Burt Bacharach, «Painted for Memory», su obra maestra?)- es todo un icono, un artista de los pies a la cabeza, que se ha ido reciclando y reinventando sin que el público lo haya arropado tanto como merecía.
El periodista musical Xavier Valiño acaba de publicar un libro sobre el músico británico con el significativo título de «El hombre que pudo reinar«. En el prólogo, de Pablo Carrero, se puede leer lo siguiente: «Muy pocos músicos contemporáneos muestran tantas aristas, resultan tan completos y complejos, presentan una carrera tan prolífica y difícilmente abordable como Elvis Costello. Sin haber logrado el éxito masivo, Costello superó su condición de pionero de una nueva generación de músicos inquietos sobrados de energía y de arrogancia para convertirse en una de las figuras más significativas y apreciadas del pop contemporáneo».
Sea como sea, este lunes 6 de junio vuelve a Donostia (Kursaal, 20 horas) en solitario y con una propuesta insólita: la gira “Elvis Costello Detour” está salpicada por una serie de recuerdos y anécdotas que se vuelcan en una pantalla que muestra imágenes autobiográficas y otras sobre su universo musical. Como se puede ver en este vídeo, va a ser casi como tenerlo en la intimidad del salón de tu casa con un gran televisor de fondo y un puñado de guitarras esparcidas por ahí.
Será muy diferente a cómo lo hemos visto en directo hasta ahora, pero sonarán canciones de todas las épocas y seguirá siendo, por encima de formatos e innovaciones escénicas, un concierto de Elvis Costello. Les he pedido a dos periodistas musicales (Valiño y Txema Mañeru) que elijan algún concierto suyo que les haya marcado especialmente y que nos expliquen cómo lo recuerdan, qué pasó y qué sintieron. Por mi parte, yo también cuento mi experiencia personal, cuando lo vi por primera vez en la plaza de la Trinidad y estaba absolutamente convencido, aunque tan sólo fuera por tres minutos y medio, de que «Alison» era la canción más bella que se había compuesto nunca.
Xavier Valiño – Cardiff, 1989
Siempre recordaré especialmente un concierto de Elvis Costello en el que es, posiblemente, mi auditorio favorito del mundo. No es que haya quedado grabado en mi memoria por sus condiciones acústicas ni de visibilidad (que también) sino por razones puramente sentimentales: llevaré siempre muy dentro aquel año que viví en la ciudad de Cardiff como estudiante.
Era la gira de Spike, que no es que sea uno de mis discos favoritos suyos, y se presentaba en solitario, que tampoco es el formato que más satisfacciones me ha dado. Pero fue presentarse en el escenario aquel 8 de junio de 1989 en el St David’s Hall (donde había visto, entre otros, a Billy Bragg o Michelle Shocked), iniciar el concierto con “Accidents Will Happen” y ya sabía que iba a encadenar una gran canción tras otra, sin pararse en el disco que tenía vigente y sí haciendo un resumen de sus primeros diez años, aquellos por los que todos lo recordamos especialmente.
Cayeron, además, “Brilliant Mistake”, “Deep Dark Truthful Mirror”, “Watching The Detectives”, “So Like Candy”, “Veronica”, “God’s Comic” fundido con una versión de “Last Train to Clarksville” (The Monkees) y “Love and Marriage” (Frank Sinatra), “New Amsterdam” fundido con “You’ve Got to Hide Your Love Away” (The Beatles), “American Without Tears”, “That Day Is Done” (compuesta con Paul McCartney), “Pads, Paws and Claws”, “Leave My Kitten Alone” (Little Willie John), “Radio Sweetheart” fundido con “Jackie Wilson Said” (Van Morrison), “Indoor Fireworks”, “Alison”, “Days” (The Kinks), “Let Him Dangle”, “Pump It Up”, “Shipbuilding”, “Pills and Soap”, “Tramp the Dirt Down” y -la dejo para el final- “(What’s So Funny ‘Bout) Peace, Love and Understanding?”. ¿Por qué? Pues porque la hizo con Nick Lowe, al igual que otros temas, su telonero de esa noche y la otra gran razón por la que siempre recordaré esa velada.
Con ese repertorio, que fui anotando en el acto, está claro que tenía que ser un concierto para el recuerdo. Y con esas versiones, esas canciones y esos colaboradores, Costello tenía ya todos los boletos para acabar siendo motivo de una mayor atención por mi parte. Tardé 27 años, pero finalmente le rendí tributo a aquel concierto y muchos otros buenos momentos que me ha hecho disfrutar en Elvis Costello. «El hombre que pudo reinar», mi libro publicado esta misma semana.
Txema Mañeru – Bilbao, 2005
Cuando uno llega a cierta edad y ha escuchado mucha música y ha asistido a algunos miles de conciertos es difícil guardar detalles de cada uno de ellos. No es fácil incluso cuando son artistas especialmente de tu agrado y son conciertos de los que sabes que realmente disfrutaste. Este es el caso de mi concierto en el Palacio Euskalduna hace exactamente 11 años. Sigo al gafotas desde sus inicios y tengo la gran parte de su ingente e interesante discografía. Hasta tengo su gran debut, «My Aim Is True», y el «Armed Forces» y el «Get Happy!!» en gastadas copias en vinilo compradas todas ellas en series medias pero recién iniciada la década de los 80.
Sólo he tenido la oportunidad de verle en directo en esta ocasión, pero siempre la llevaré en la memoria y estará en la lista imaginaria de mis mejores conciertos. ¿Por qué? Bueno, no me gustan los conciertos de sentado y me gustan poco los conciertos entre semana. Tampoco me entusiasman los conciertos sin bebida. Por último, no suelo hacerlo muy a menudo y al igual que me sucede en el cine, no me gusta ir solo aunque no vaya a pasarme la película o el concierto rajando con mi compañía.
Pues bien, todo esto sucedió en mi cita con Costello. No empecé con demasiado entusiasmo. Le acompañaban The Imposters con Steve Nieve al piano y teclados y una sección de ritmo formada por Pete Thomas y Davey Faragher. Acababa de publicar con ellos ese estupendo «The Delivery Man». Sin embargo, fue subir al escenario con su gran banda y empezar con un generoso listado de canciones memorables que pronto me comenzó a embargar una sensación de alegría y bienestar que ya no me abandonó hasta finalizar su concierto. No faltaron todos sus clásicos y no recuerdo si me faltaron muchos o pocos favoritos personales, pero sí recuerdo con claridad que me lo pasé como un enano y que convirtió ese anodino y gris día de entre semana en un alcohólico y divertido sábado con post-concierto incluido. ¡Gracias, Elvis Costello!
Jon Pagola – Donostia, 2007
Hace 9 años el Jazzaldia ya era un melting pot musical, una amalgama de estilos que iba mucho más allá del jazz y sus derivados. Se suponía que aquella semana debía estar pasando unas plácidas vacaciones familiares en la isla griega de Santorini, tomando mojitos con los pies hundidos en la arena y con una pulserita probablemente rosa o fosforito enroscada la muñeca. Pero yo sólo pensaba en ver de cerca la elegancia con lentejuelas de Brian Ferry, comprobar que Isaac Hayes seguía siendo un macho alfa, bailar con los Skatalites en la playa y, por encima de todo, redescubrir a Elvis Costello. Y digo reescubrir porque aquella primavera había escuchado compulsivamente su disco orquestal con Bacharach que había comprado en la tienda Maracapasos de Granada. Estaba enganchado al ritual de beber una cerveza en mi piso del Albayzín mientras la Alhambra lucía majestuosa y Costello se ponía en en plan crooner.
A Donostia, en cambio, vino con el músico y productor de Nueva Orleans Allen Touissant, con quien había grabado, «The River In Reverse», su trabajo en común. No recuerdo si llovió, probablemente chispeó en varios tramos del concierto, pero fue lo de menos. La plaza de la Trinidad, La Trini, a su forma, también tiene embrujo, algo especial, como muchas placitas granadinas. Costello dijo algo así como que había compuesto más de 300 canciones y que su compañero de batallas, Touissant, 400 y pico. Eso da para todo un macrofestival. Eligieron una veintena. Aproximadamente la mitad fueron temas nuevos y la otra mitad viejos éxitos de los 80. En la forma fue un concierto muy soul, porque The Crescent City Horns, el cuarteto de viento que acompaña al músico afroamericano, estaban dándolo todo. Fui solo y sentí que Costello cantaba para mí aunque no era verdad; en la plaza debía haber más de 1.000 personas. Tenía 26 años. Cuando llegué a casa de la ama y rebusqué entre mis discos, dí con un Best of de Costello. La canción que sonó una y otra vez fue «Alison».
1 Comentario
[…] Aquí el enlace al artículo completo […]