Bob Geldof puede gustar más o menos, puede haber tenido una carrera discutible e irregular pero encajaba como un guante en Stop War Festibala. Hacía tres años que había reunido al grupo con el que se dio a conocer, los nuevaoleros Boomtown Rats, con los que a finales de los 70 tuvo una plausible carrera musical que se fue desinflando hasta su disolución a mediados de los 80. Geldof es, además, el creador del primer macroevento musical benéfico de la historia, el festival Live Aid de 1985. Bagaje músical y a tope de activismo social. Por filosofía vital, caché (que públicamente no se ha querido revelar) y poder de convocatoria era, por mucho, la estrella más importante del festival y estaba previsto que tocase el sábado 26 a las 22:30 horas.
Aunque es verdad que Stop War Festibala tuvo un carácter multidisciplinar e itinerante y se desplegó por todo el centro de la ciudad, el buque insignia era el puente de María Cristina. El éxito del festival pacifista, como ocurrió con el acto central de Hansel Cereza en la inauguración, dependía en buena medida el resultado de los conciertos programados, 6 en total.
El viernes y el domingo pudimos ver cuatro actuaciones. Pero el sábado una fuerte galerna de viento y lluvia que azotaba el escenario del puente de María Cristina desde las nueve de la noche provocó la suspensión de Gose, primero, y de Bob Geldof and The Boomtown Rats después. ¿Había plan B? ¿Había pensado la organización en una alternativa teniendo en cuenta que es muy probable que en Donostia haga mal tiempo en el mes de marzo?
Como cuenta el periodista Juan G. Andrés en Noticias de Gipuzkoa, los principales agentes implicados en la organización (Donostia 2016, la promotora musical Ginmusica y el propio Bob Geldof) estaban por la labor de realojar el concierto al día siguiente a las 13 horas en el mismo escenario. La producción del concierto empezó a las 10 de la mañana, pero no contaban con un inesperado hándicap surgido a última hora: el ayuntamiento no disponía de suficiente personal para «garantizar la seguridad del evento». Según fuentes municipales, una parte de los agentes estaban custodiando la seguridad del partido del Gipuzkoa Basket en Illunbe y otro grueso se encontraba en los aledaños del Paseo Nuevo donde se había decretado la alerta amarilla.
La decisión de suspender definitivamente el concierto más importante del festival fue tomada por técnicos municipales. No correspondió al alcalde, Eneko Goia, ni a la concejala delegada de Movilidad y Transportes, Pilar Arana. Para la celebración de la actuación de Geldof a las 13 horas debían cerrar al tráfico el puente María Cristina y el Paseo Árbol de Gernika, al menos, entre las 12 y las 16 horas, lo que implicaba reordenar todo el mapa circulatorio de la zona: afecta a los accesos a la ciudad por Martutene y Riberas de Loiola, puntos que a su vez deberían estar atendidos por agentes de tráfico, así como a la entrada de la nueva estación de autobuses a la que se debería acceder por el puente de Santa Catalina.
Al Ayuntamiento le pilló el realojamiento con el pie cambiado y no supo reaccionar a tiempo. Mientras todo estaba listo para ver a Geldof por primera vez en Donostia, no había efectivos suficientes para preservar la seguridad y reordenar el tráfico. «Son cosas que no se pueden improvisar», se lamentan las mismas fuentes municipales. Los cortes de tráfico, por ejemplo, «tienen que comunicarse con tiempo» y también hay que tener en cuenta los turnos de trabajo, «que están organizados» de antemano y no se pueden cambiar «de un momento a otro».
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