Si le hubieras preguntado a sus promotores -las salas Dabadaba y Le Bukowski- hace unos meses qué iba a ocurrir con el festival Glad is the day lo más probable es que te dijeran que no se iba a celebrar. Demasiada movida para tan poca recompensa. Mucho lío y mucho trajín para organizar un evento, a priori, menos potente que su predecesor. El presupuesto, comparado con otros eventos asociados a Donostia 2016, era muy poca cosa, casi anecdótico, menos incluso que el famoso catering para los invitados del acto de inauguración. Esta vez, además, venía con tijeretazo incluido: de los 10.000 euros del año pasado, en su primera edición, se había pasado a los 9.000 euros, un recorte de un 10% en lo que se presumía iba a ser el año para consolidar el festi. Hubo un momento en que a los organizadores se les pasó por la cabeza habilitar una hucha para que el público aportase unas monedas de manera voluntaria.
Así que ahora, tras el subidón de ayer, cuesta imaginar cómo se puede hacer tanto con tan poco. O igual es que estamos mal acostumbrados, no lo sé.
Glad is the day ha culminado su odisea. Y se ha convertido, por el momento, en el campeón moral de la Capitalidad cultural. «Sueño de una noche de verano«, que también tuvo lugar en Cristina Enea, recibió el aplauso unánime, la primera gran victoria de público y crítica de Donostia 2016, algo, que los que estaban dentro del tinglado shakesperiano veían venir. Será maravilloso, ya lo veréis, avisaban. Y eso mismo es lo que repetían los afortunados que pudieron disfrutar de la obra.
En cambio, lo que ha sucedido con Glad is the day ha sido un poco como lo que ha pasado este año con el Leicester en la Premier League: un campeón inesperado. Un equipo del montón que la temporada pasada estaba desahuciado -llegó a ser colista- y que esta vez ha superado a los todopoderosos Manchester City, Chelsea, Arsenal, Liverpool y United. La victoria de los de abajo. El sí se puede del fútbol. Una epopeya. Como pasó en Inglaterra, las casas de apuestas de la oficina de 2016 se hubieran forrado si hubieran apostado por el Glad is the day.
Los jugadores del equipo inglés recibieron la noticia reunidos ante el televisor en casa de su goleador, Jamie Vardy. A su entrenador, Claudio Ranieri, le pilló en Roma visitando a su madre. Josu, Álex, Sebas y compañía lo vivieron in situ, que es mucho más emocionante, trabajando en la barra, flipando con unos murcianos llamados Alien Tango, arrodillándose una vez más ante Rafael Berrio, esta vez en formato trío, disfrutando del sol, que se mantuvo quieto en el firmamento, o parándose cada dos por tres con amigos y conocidos para recibir su enhorabuena. Había puestos de comida, mercadillo, djs que pusieron a la gente a bailar y hasta un txoko donde pintaban mariposas en la cara de los niños mientras los padres disfrutaban de un concierto o socializaban. Recordaba, salvando las distancias, al ambiente de festivales de música que se celebran en los parques de ciudades como el de Oporto con el Primavera Sound. Cuando a las nueve y media sonó el último tema del dj, muchos subieron al Bukowski para celebrar la victoria, en un gesto muy parecido a cuando gana tu equipo de fútbol y quieres alargar la fiesta haciendo piña con el resto de aficionados.
A veces las cosas no salen como uno espera. A veces, de hecho, salen al revés y nos acaban dando gato por liebre. Es curioso: en el año de los puentes de la convivencia, el parque de Cristina Enea se ha reivindicado como el espacio urbano por antonomasia de este 2016. Lo teníamos enfrente, a un palmo de nuestras narices, pero han tenido que pasar por ahí Shakespeare y Glad is the day para recordárnoslo y, también, claro, Musika Parkean.
Mi tía estuvo casada con un vecino de Duque de Mandas uno 40 años. Estaba emocionada. Nunca había visto el parque así, lleno de música, vida y alegría. Si el próximo año no se celebra la tercera edición del Glad is the Day, ya sin el sostén de Donostia 2016, habremos fracasado, decía Álex López-Allende, del Dabadaba. Y es cierto. Pero nos queda la épica de esta segunda edición, el “sangre, corazón y alma” con el que define Ranieri al Leicester campeón.
7 Comentarios
Glad is the day para unos un campeón moral o un «privatizador» del espacio público para otros. No nos basta con el sueño de una noche de verano o las calles inundadas de terrazas sino que cada vez surgen más iniciativas de este tipo que impiden el disfrute del parque o de la calle. Cristina Enea, que es como realmente se llama el parque era un sitio perfecto para dar un paseo y despejarse. El domingo era tarea imposible, lleno de ruido y gente por doquier. Postureantes profesionales que van a ver y que se les vea. En fin una pena.
Entretenimiento para pijos…
Sé nota que no estuviste allí. Porque había de todo, pijos, no pijos, familias, solteros, amigos, perros… No podía haber más multiculturalidad. Fue un ejemplo de convivencia.
Que no te gustó, me parece bien, pero no digas cosas que no son ciertas.
Efectivamente el parque es de todos, y por lo tanto está bien que aquellos a los que nos gusta disfrutar de la música al iré libre, tengamos también una oportunidad. No es una privatización de un espacio público, puesto que era entrada libre. El que quiso consumió de sus barras y el que no, llevó una nevera de casa. Todo era bienvenido. Todo convivió en armonía y buen rollo.
Ese parque es perfecto para dar un paseo, efectivamente. Y para ello tienes 364 días más.
Menos mal que no todo el mundo opina como tú, porque si no, esta ciudad seria un absoluto aburrimiento, carente de oferta cultural.
Fue un día maravilloso!!! Mi enhorabuena a los organizadores.
Una petarda haciendo ruidos con el Casio que le regalaron en su primera comunión… Eso no es cultura.
Fue un evento cutre para gente lerda y eso que tenéis todo a vuestra disposición.
Qué te iba a decir… Ya ha salido el nuevo catálogo de IKEA #JUSTSAYING