Me llamo Ana Malagón Zaldua, quería ser guionista de cine pero ahora disfruto diseñando productos y servicios digitales en La Personnalité. Desgraciadamente, soy muy individualista (de ahí lo de @samuraitasuna), publico este mes mi primer libro (de título engañoso: «Lasai, ez da ezer gertatzen») y estoy más desengachada del fútbol que nunca, pero no perdono el tuit-análisis del descanso sobre el partido de la Real. Y no me canso de reivindicar el wifi en Anoeta: ¡más importante que las pistas!
Los que trabajáis en el mundo web supongo que soñabais con otra profesión de pequeños, porque entonces Internet no existía o era un embrión defectuoso…
Yo quería ser guionista de cine, por eso estudié Comunicación Audiovisual en Pamplona, me fui a Madrid a estudiar guión, luego me di cuenta de que aquello es un mundo muy oscuro, volví y empecé como periodista deportivo a pie de campo en Anoeta, que, por cierto, no se ve un carajo; si quieres ver fútbol nunca estés a pie de campo. No sé cómo los entrenadores ven algo. Después me pasé a la publicidad, en una agencia pequeña, comenzó el mundo de blogs y empecé a mirar cómo funcionaban esas cosas. Vi que me gustaba el mundo de la tecnología y el diseño, y cuando la agencia en la que trabajaba se fusionó con una más grande, que tenía una división interactiva, pedí que me cambiaran a la sección de Internet, donde conocí a Goio Telletxea, mi socio en La Personnalité.
¿Qué buscabais al fundar vuestra propia empresa?
Veníamos de una agencia grande que entendía Internet desde un punto de vista más publicitario, de marketing, de webs corporativas, y veíamos que empezaba a haber un mercado para las aplicaciones, una visión de la tecnología que no sirve solo para comunicar sino para que la gente pueda hacer cosas. Queríamos hacer las cosas a nuestra manera. Me ha quedado un poco Frank Sinatra la frase, ¿no? En cualquier caso, gran canción.
Aparte de tu trabajo, alimentas dos blog, dos cuentas de twitter… Además de tener mucho que contar, todo es bilingüe. ¿Se ve el mundo distinto desde el castellano que desde euskera?
La cuenta en castellano e inglés (@anamalagon) puede tener un toque más profesional y menos personal que la que pueda tener en euskera (@samuraitasuna), aunque, bueno, todo acaba siendo personal. Tener dos cuentas te da una visión curiosa, te das cuenta de que son dos mundos separados. Cuando en Euskadi pasa algo a nivel político o cultural mi timeline en castellano es completamente ajeno, incluso si es gente de aquí. Es otro mundo. Nunca pensé que podría ser tan evidente. De la Real y de literatura tengo tendencia a ir más a @samuraitasuna, y tecnología más en castellano e inglés. Aunque me gustaría escribir más sobre tecnología en euskera, porque creo que es una asignatura en parte pendiente aunque hay gente que lo intenta impulsar. No debemos dejar solo el euskera para el ámbito político, cultural o cotidiano, y tiene que ganar terreno en lo empresarial, tecnológico…
En euskera publicas este mes «Lasai, ez da ezer gertatzen» (Elkar), 162 ¿narraciones breves?
Me pone un poco nerviosa la palabra, pero se va a vender así: microcuentos. La historia nació como blog. Creo que un escritor necesita mucho rodaje y entrenamiento. Empecé con cuentos cortos, que es el formato que más me gusta, casi como ejercicio estilístico y, principalmente, porque era el formato que pedían las historias. Me planteé hacer uno al día; tenía el día optimista. Luego pasó a ser uno a la semana, y bastante. Ha sido como un campo de pruebas, un testeo previo, veías que a la gente le gustaban los cuentos y te decías: tan mal no debe estar.
Iban Zaldua dice que ha dibujado un mapa de la soledad, con sus coordenadas de la frustración, una cartografía de la incomunicación… ¿Un espejo de nuestra sociedad?
Todo eso lo dice en el prólogo, que es lo mejor del libro. Frustración y soledad se llevan bastante bien, y están muy presentes en la sociedad de hoy en día. No te voy a decir que es generacional, pero eso que nos creíamos que esto iba a ser mejor…
¿La vida?
Sí, que íbamos a ser felices, con familias maravillosas, trabajos estupendos, coches y casas formidables… Y luego nos hemos dado cuenta de que no es así, y cada uno lleva su pequeño drama personal.
Escritora, aficionada a la música, al cine… ¿Tienes que explicar por qué te gusta el fútbol?
Creo que en los últimos años se ha empezado a ver mejor. Han aparecido publicaciones como Panenka o Libero, o la colección (Hooligans ilustrados) de Libros del K.O., que están contribuyendo a que se rompan esos clichés, de esa separación radical entre cultura y fútbol. También ser tía y que te guste el fútbol es un poco raro.
¿Todavía?
Todavía. Y eso que, según tengo entendido, que Anoeta es uno de los campos donde hay más afluencia femenina, y Atocha también lo era, así que viene de lejos. De todas formas, el fútbol moderno y la cosa mediática sí me tiene cansada, y entiendo las críticas sobre que todo es fútbol. Hoy me he alegrado bastante al pasar por la Bretxa, he visto los periódicos y (el fichaje de) Canales no era portada en ninguno. Me he quedado alucinada: ¡Hay cosas más importantes que contar!
¿Y qué vamos a hacer en la Copa?
Cagarla. Mi gran miedo el otro día (contra el Racing, cuartos de final) era que jugáramos y perdiéramos 2-0, o creyéramos que no íbamos a jugar y no saliéramos al campo. La historia de la Real es muy literaria, de película italiana de ‘qué pobre gente’. Está llena de momentos ‘mátamecamión’. Una frustración más.
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