Kaixo! Soy Iñaki López y tengo 24 años. Aunque natural de Pasai Donibane, es mucho más fácil encontrarme por Donosti poniendo discos o viendo algún concierto que paseando por mi pueblo. Me dedico al diseño gráfico, aunque estudié bioquímicas. Soy aficionado a la música viejuna, al vintage y al diseño gráfico de inspiración mid-century, lo cual ya me describe a grandes rasgos. Aunque intento mantener la mente abierta a nuevas cosas, soy un obseso sin remedio de todo lo que tiene que ver con las vanguardias culturales de la mitad del siglo pasado, y especialmente las generadas en Estados Unidos.
Esa obsesión ha derivado, como suele ser habitual, en el coleccionismo de todo tipo de objetos que conforman un pequeño micromundo en el que me siento muy cómodo. Libros de diseño o de tipografía, fanzines, catálogos antiguos, posters, ropa vieja (o vintage, que parece que le da más dignidad) y, sobre todo, discos de vinilo. ¡No hay cosa que me guste más que un siete pulgadas polvoriento de rock’n’roll o r&b! Ah, y desde hace poco toco el contrabajo con Ghost Number & His Tipsy Gypsies.
Tu ambiente familiar es muy musiquero. Dice tu madre que en casa tiene a tres talibanes musicales…
¡Jajaja! Quizá sí. No sé si talibanes, pero no seré yo quien contradiga a una madre. Es cierto que lo de la música nos viene por parte paterna mayormente. Mi padre es una especie de erudito del flamenco, y mi abuelo era una eminencia en el mundillo del flamenco en Granada, que se debió codear con todos los grandes desde la humilde posición de aficionado. ¡El archivo que tenemos por casa de fotos caseras de Paco de Lucía y otros impresionaría a más de uno! Si bien el flamenco no es el género que más nos haya entrado a mi hermano y a mí, lo que está claro es que el gen de la curiosidad musical lo tenemos bien implantado en el ADN.
¿Cómo te picó la curiosidad por todo el rollo de los años 50?
Pues soy el típico caso de hermano pequeño que tiene muchísimo acceso a experiencias musicales nuevas porque el hermano mayor lleva años investigando por su cuenta. Así, me fui encontrando con recopilatorios, casi sin pedirlo, que me presentaban cosas que iban desde clásicos como Chuck Berry a cosas de mucha más vanguardia, pasando por todo un mar de géneros intermedios. Esto, en otras circunstancias, es muy difícil que le ocurra a un chaval de 14-15 años.
Lo que no sabría decirte es cuál es la razón de que yo fuera haciendo círculos concéntricos sin parar en torno al rock’n’roll, el rockabilly y el r&b de los años 50 y primeros 60 hasta llegar a este punto, en vez de seguir una trayectoria como el resto del melómano medio. Algo tienen esos ritmos, esos arreglos o esa textura del sonido, que para mí no dejan de perder frescura o espontaneidad nunca.
Acabas de montar un club 50s & 60s en el Dabadaba. ¿Además de djs selectos montaréis conciertos con bandas de esos estilos musicales?
¡Efectivamente! El club se llama «Wail, Baby, Wail!» por una canción de Kid Thomas (una especie de Little Richard puesto de speed que grabó un par de singles a finales de los 50) y la idea es reivindicar el rock’n’roll, el rhythm & blues, el garage, el soul y todos esos sonidos afines con dos objetivos: por un lado, que la gente se lo pase bien un sábado por la noche (son ritmos MUY bailables), y por otro lado dar la música a conocer y contagiar las ganas de investigar en su casa. Para eso contaremos cada edición con djs invitados especialistas en los distintos géneros. Hay que instruir deleitando, que dicen los Hermanos Pizarro.
Y ojo, que no se me entienda mal, para ser Donostia una ciudad relativamente pequeña goza de buena salud en cuanto a música retroviejuna se refiere, (y si no, ahí tenéis el Mojo Working con la música negra, sexta edición y creciendo) pero yo echaba de menos algo periódico y bien comunicado a todo tipo de públicos, para que este tipo de música deje de ser algo que la mayoría de gente se encuentra por casualidad y pase a ser un competidor igual de válido que otras opciones más modernas y comunes. Respecto a lo de los grupos, empezar a organizar conciertos es algo que está en los primeros puestos de nuestra agenda.
No dejamos de mirar atrás, de centrarnos en lo que molaba hace muchos años. ¿No nos estamos pasando de nostálgicos?
Pues no sé qué decirte. Lo mío es pedrada crónica, así que no cuenta, pero no creo que sea un problema general. Lo importante es que se dé un equilibrio cultural razonable entre cosas vanguardistas y cosas retrospectivas. Una de las consecuencias de vivir en 2014, en plena era de la información, es que ahora todo pasa mucho más rápido y nada se queda. Los famosos revivals duran un fracción de lo que duraban antes, pero parece que vuelven todos a la vez. En un mismo año has oído que vuelven los 50, los 60, vuelve el swing, el tweed y los bigotes victorianos, y los 80, y cuando termina el año te das cuenta de que nada de eso ha pasado en realidad. ¡Y menos mal!
Dime tres grupos de ahora que te vuelvan loco.
¿De ahora, que hagan cosas de ahora, o de ahora, que hagan cosas de entonces? Venga, me mojo y te digo tres de cada. Eso sí, como melómano de manual que soy, cambio de grupos favoritos al menos un par de veces al día, así que no podría ser un top 3 definitivo. De vanguardia, me vienen a la cabeza 3 nombres bastante grandes: The Growlers, Ty Segall, y Reigning Sound (aunque ya veis que la cabra tira al monte, todos tienen un punto clásico en las melodías).
De inspiración viejuna… ¿Sólo 3? Qué dificil. Venga: C.W. Stoneking, Nick Waterhouse y Stompin’ Riff Raffs.
¿Hay otros rockabillies en Donostialdea?
¡Muy poquitos! Si por rockabillies o rockers nos referimos a la gente que es aficionada al rock’n’roll 50s y al imaginario que le rodea, y que asiste a conciertos o eventos, creo que nos quedamos por debajo de la decena. Lo que pasa es que luego queda compensado, y con creces, con los aficionados al rock en general a los que también les gusta el rockabilly y afines.
¿Dónde compras la ropa? ¿Por Internet?
4 letras: Ebay. Es mi principal fuente de procrastinación y el agujero por el que se me van los pocos ahorros que tengo, tanto para discos en edición original como para ropa. Me encantaría poder comprar en tienda o en mercadillos, pero es prácticamente imposible encontrar prendas de los 40, 50 o principios de los 60 por aquí, que es lo que me interesa a mí.
Al principio se hace raro esto de comprar a ciegas, pero poco a poco te metes en esto del vintage, y te das cuenta de que hay todo un mundillo, que es más fácil comprar de lo que uno piensa, y que con calma, paciencia y algo de dinero, te acabas haciendo un armario completo de prendas en buen estado y de una calidad excepcional. Además, a base de investigar antes de comprar, te acabas haciendo con un conocimiento importante de la historia de la moda del siglo pasado, lo cual es un buen bonus.
¿Cuál es tu inspiración a la hora de diseñar carteles y flyers? ¿Pinterest?
Depende del proyecto. Si se trata de un ejercicio de estilo, tiro tanto de los libros que voy comprando como de webs y material digital, y obviamente Pinterest es una herramienta poderosísima para esto. Uno absorbe mejor las ideas mirando papel y tocando el folio, con lo que si puedo tirar de libros, prefiero libros. Otra cosa que me gusta hacer es crear un montón de carpetas en el escritorio con títulos absurdos como «Fotos viejunas y bizarras» o «Cartelería geómetrica«. Luego estos criterios se me solapan, no hay cojones a encontrar nada y todo es un gran desorden. Pero, de alguna manera, las ideas se mezclan bien y me acaba funcionando.
Lo que no hay que olvidar es que lo más importante para diseñar cualquier proyecto es el concepto y que empezar cualquier proyecto con referencias pero sin ideas es un error muy amateur. ¡Lo digo por experiencia!
No me digas que sólo tardas 15 minutos en hacer un cartel como el de abajo. ¿Cómo lo haces?
Hombre, éste en concreto fue una cosa rapidísima, porque tengo el logo hecho, y era algo bastante informal y macarra. Sólo había que encontrar la foto (¡en Pinterest, por cierto!). Además, me puse ese límite de tiempo porque no tenía más. Las prisas son la criptonita del diseñador. De todas formas, yo soy de extremos: o tardo muchísimo en acabar un proyecto y me atasco cincuenta mil veces en el proceso y acabo trasnochando, o la idea me ataca desde el minuto cero y la ejecución la hago prácticamente a la primera.
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