VIERNES 11 DE SEPTIEMBRE
Lo que antes era parte del subterráneo de Egia, ahora es una mucho más atractiva “plaza Nestor Basterretxea”. Me acerqué a primera hora porque los eventos de inauguración se iniciaban con un concierto de un grupo de punk feminista, letras combativas y música agresiva. Suponía que el grueso de los visitantes se irían acercando más tarde. Me equivoqué. Dudo que las Pottors Ta Klito hayan tenido nunca tanto público, y menos tan variado. Mientras terminaban su hit “Autodefentsa feminista”, la cantante se tiró al suelo y del citado pottor sacó una supuesta sangre con la que se embadurnó hasta la cara, y después, una pancarta en favor de Kortxoenea. Era la primera performance de Tabakalera. En sí misma, nada del otro mundo, una protesta clásica, pero ejecutada ante ese público de todas las edades y ante un alcalde que aguantaba la sonrisa protocolaria, resultó de lo más chocante. La directora del centro, Ane Rodríguez, dijo sus primeras palabras, justo después, explicando que el arte debe ser polémico y, eso sí, desentendiéndose de la última acción. La nueva Tabakalera había nacido.
Las antiguas trabajadoras del edificio entraron de forma simbólica encabezando la marabunta de gente que pronto llenó todos los espacios de un lugar inmenso. Lo más demandado fue lo más mundano: las estupendas vistas desde la terraza, aunque había cola para todo. Exposiciones, instalaciones, performances, intervenciones… Poco a poco nos familiarizamos con el lenguaje de Tabakalera. Bebida para los asistentes en la llamada “plaza”, la zona más abierta del edificio. Los más avispados descubrieron fuera, por la entrada Duque de Mandas, unos puestos que ofrecían productos Eusko Label: deliciosa parrillada de bonito, hamburguesa, pimientos… Lo cierto es que esta era otra de las colas más abultadas, y es que valía la espera.
Para dinamizar los movimientos de tanta gente, algunas performances recorrían el lugar. Un grupo de cómicos vestidos de blanco empezaron como estatuas humanas, después se agruparon en el llamado “patio”, lanzando gritos de admiración al edificio (“¡magnífico!”). Finalmente subieron las grandes escaleras besando cada palmo de la barandilla y la pared. Por otro lado, una chica trasteaba bajo un piano, con cacharros que provocaban un estruendo amplificado por micrófonos. En las escaleras, otra chica recubierta de madera iba golpeando la zona, mientras un chico con una venda en los ojos la seguía por el sonido. Así era un poco como íbamos todos, ciegos, intentando descubrir Tabakalera.
La fiesta como tal empezó a las 21:00 con las dj Ami Plin en la plaza, con una acústica que no les favorecía en absoluto. Arriba, en la terraza, Chico Trópico, que sin tener unas condiciones mucho mejores, era más aceptable.
SÁBADO 12 DE SEPTIEMBRE
Uno de los espacios más importantes del edificio es el cine de más de 200 butacas, donde se proyectarán varios ciclos -incluyendo el polémico traslado de Nosferatu- y algunas sesiones de Zabaltegi en este Zinemaldia. Hay otras zonas de proyección, como la sala Z, pero esta es la más importante. El lenguaje audiovisual -en todas sus formas- tiene una presencia importante en Tabakalera. Para la inauguración, eligieron una película muy acertada: “Uno, dos, tres, al escondite inglés” de Iván Zulueta. Ligera, pop, para todos los públicos, musical y dirigida por un donostiarra que representa muy bien el espíritu experimental de Tabakalera.
Durante el sábado hubo varias intervenciones y performances. Imposible llegar a todo. Yo me atreví con una “intervención” en la misma sala de cine, titulada “Otra historia de cine”, creada por el artista Isidoro Valcárcel Medina. No os voy a engañar, me salí a la mitad, y por lo que me han dicho, media sala también se fue. Me pareció algo pobre en su alcance, y formalmente correcta en el mejor de los casos. En cualquier caso, este tipo de rechazos serán inevitables teniendo en cuenta el riesgo de los planteamientos más duros. Es parte del juego.
Otra de las actividades del día, que puede ser de interés para muchos, fue el microteatro. 15 metros cuadrados, 15 personas máximo de público y 15 minutos de duración. Eso sí, un precio de 4€ que posiblemente está algo por encima de lo que ofrece. Es, por ejemplo, más caro de lo que costará ver una película en Tabakalera. Veremos cómo responde la gente.
DOMINGO 13 DE SEPTIEMBRE
La exposición “Contornos de lo audioviusal: Puntos para un movimiento que rodea” fue lo primero que se inauguró el viernes, y ya tuve ocasión de verla, accidentadamente con mucha afluencia. Pero el domingo, con más tranquilidad, se podía ver mejor. Tiene variedad: expositores con artículos sado, fotografías enmarcadas y apiladas caóticamente, un lugar para tumbarse a leer… Nada más entrar, una pequeña proyección con una entrevista a Godard acerca de su película “Pasión”.
Después, algo -como todo lo de Tabakalera- complicado de explicar: unas sillas en corro con unas pantallas que invitan al debate mediante textos y. en una pantalla pequeña, las imágenes de la acción que se ha realizado en otros centros, relacionada con asambleas de trabajadores en Barcelona y en Arrasate.
Otra zona, con una proyección más amplia, ofrecía una película experimental, “Le camion” de Marguerite Duras, con ella misma y un joven Gérard Depardieu. Interesante, y con unas butacas instaladas, que si no me equivoco son del Victoria Eugenia. En cualquier rincón podías encontrar algo. En un pequeño espacio que llaman “bodega” había una proyección que era poco más que un viaje en coche por Egia.
Tenemos un nuevo evento importante en el cine: “Cartas blancas”. Se trata de traer a un programador de festival para que presente una película. Como no podía ser de otra manera, le ha tocado empezar al Zinemaldia. Así que de nuevo teníamos a Rebordinos, aunque la encargada de presentar la película ha sido Maialen Beloki como parte de su equipo que es y cara habitual de las presentaciones. El título elegido, que era sorpresa, ha sido la rumana “Comoara” de Corneliu Porumboiu, un cineasta que ya había sido programado por Tabakalera. Era estreno en España, y se verá en la sección Zabaltegi en esta edición del Zinemaldia. Una ligereza con algunos temas apuntados vagamente y con una reiteración innecesaria.
Y muchas cosas más, en estos tres días de locura, a las que me ha sido imposible llegar. No hay problema, tenemos tiempo para sacarle todo el jugo a este nuevo monstruo cultural en la ciudad.
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