Habíamos hablado de que el de los Black Lips podía ser el concierto del verano. Para empezar, las 250 entradas se habían agotado con más de 24 horas de antelación y desde la sala Dabadaba confirmaron que mucha gente se quedó con las ganas de ver al grupo de Atlanta, precursor del nuevo garaje que ha estado tan en boga en los últimos años. Así se cerraba también un curioso círculo: casi 10 años después volvían a Gipuzkoa convertidos en estrellas y tras haber cenado merluza en salsa verde en una sociedad de Donostia junto con los chicos de Ayo Silver!, promotores del concierto.
Sus conciertos, además, se han ganado una más que merecida fama de desparrame absoluto. Anoche no cayeron fluidos desde el escenario, pero el público se lo pasó bomba con los pogos que se montaron, los globos que volaron de un lado al otro de la sala, los rollos de papel higiénico que hicieron las veces de tocado, etc.
La fotógrafa Irene Mariscal estrena la sección Backstage en la que el protagonista no es el grupo de turno sino el público. No sabemos si el ambiente es la mitad de un concierto, pero seguro que un concierto con una sala vacía no es lo mismo que uno con gente.
Cuando antes de los bises sonó «Bad Kids», el Dabadaba enloqueció por completó: una chica subió al escenario a cantar con ellos:
También se vio a más gente de la habitual sacando fotografías en las primeras filas:
Los Black Kids y su roadie bebiendo agua y poniendo a punto el escenario. Good kids:
A estos chicos también hay que afinar las guitarras (aunque parezca que no):
Camisetas de rayas x tres:
Y despedida con el globo de los Black Lips:
No hay comentarios