Si un periódico con el caché del New York Times dice que la calle 31 de Agosto es una de sus favoritas de Europa, es como para estar orgulloso. El artículo ha circulado mucho estos días por las redes sociales y ha sido motivo de noticia. Venga va, saquemos pecho. Más si en el listado, 12 en total, se incluyen ilustres rincones de Berlín, Madrid, Londres y otras conocidas urbes. Así que la calle con más historia de Donostia -la única que queda de la antigua San Sebastián, tras la quema y destrucción de la ciudad en 1813- es una de las más cool. También para nosotros.
Viernes 17 de abril, 19 horas. Recorremos la calle de arriba a abajo redescubriendo todos sus encantos, sobre todo gastronómicos. También alguna que otra cuestión al margen, como la extraña figura ‘LA ARMONÍA DEL SONIDO’ del artista irlandés Maximilian Pelzmann en un lateral de la fachada de la Basílica de Santa María del Coro. Un grupo de turistas se arremolina enfrente de la Iglesia y tienen a sus espaldas el bar ATARI, que ha introducido con éxito el concepto de gastroteca en la ciudad. Como casi siempre, la terraza está llena y dentro también hay mucho ambiente. Triunfan sus famosos gintonic premium y pintxos elaborados. Los dos últimos en llegar han sido el magret con puré de piña y manzanas y la vieira a la plancha con puré de berenjena. Suena delicioso.
Si la cosa va de bares de pintxos, la oferta es magnífica en ambos extremos. Puede que estemos ante la mejor concentración de bares de la ciudad. Un poco más adelante se encuentra A FUEGO NEGRO, otro de los lugares a los que acuden en masa los turistas (también los locales) por sus sorprendentes y originales creaciones. Comer, además de un placer, también puede ser una divertida experiencia a ritmo de música soul. Hasta los baños tienen una cuidada estética que podríamos definir como Basquepoitation, en referencia al conocido movimiento de cine afroamericano de los años 70. Edorta Lamo ha creado escuela. Y gracias a iniciativas como Taskakulturklub el bar también es una activo agente cultural.
En el cruce con la plaza de la Trinidad, se apelotona un buen número de gente. Algunos ya están comprando los bocadillos del bar DAKARA, de los mejores de lo Viejo, y hay una pareja en una mesa alta que pica los finísimos champis a la plancha de LA CUEVA. La mayoría aprovecha para beber los primeros tragos de la tarde. Las chuletas asoman desafiantes desde el interior del GANDARIAS, un clásico que no pasa de moda. Avanzamos unos metros. Enfrente del renovado restaurante URBANO se encuentra la emblemática biblioteca DR. CAMINO, propiedad de La Kutxa, e integrada por más de 14.500 libros y documentos de historia donostiarra y guipuzcoana. No todo va a ser comer. O sí: dos históricas sociedades, AMAIKAK BAT y GAZTELUPE, se encuentran en la 31 de agosto a pocos metros de distancia. Comer y dormir. En caso de visitas o turistas despistados que buscan alojamiento: en esta calle también se reúnen algunas de las PENSIONES más solicitadas, como Amaiur, Koxka, Ibai…
La placita Valle Lersundi nos conduce al final del recorrido. En una pared un cartel indica que el escritor TORIBIO ALTZAGA nació ahí mismo en 1861. Al otro lado está el no menos mítico bar MARTÍNEZ. Los dos únicos pubs de este tramo -para público muy joven, eso sí- son BUGA y TXINTXARRI. Ambos están cerrados. En la CEPA cuelgan los jamones con brío y la misma mesa en la que el actor Ramón Barea come un filete con patatas en «El Negociador» hay una pareja. LA VIÑA es otro clásico que hace muy bien las cosas; y no sólo por su famosa tarta de queso, la merluza rebozada, la ensaladilla rusa o la jugosa tortilla de patata. Suelen ser atentos y simpáticos, como en el agradable bar ORMAZABAL y su foto a gran escala del bosque de Oma. Como en La Cueva. La 31 de agosto es especial hasta en eso.
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