Hablo con Unai García y Javier Maldonado, pero Kristonkino lo componen también Ruben Sainz y Xabier Cereceda. Son cuatro, aunque tienen claro que ni se crearon para que entre todo el mundo, ni se cierran para que no entre nadie más. No son una productora, ni quieren serlo. Son un “colectivo audiovisual de ficción”, son actores y directores, cuyo objetivo primordial es muy sencillo: hacer cosas. Coincidían en proyectos y decidieron que iban a juntarse. Funcionan de manera muy natural: alguno de ellos presenta una idea -que también podría venir de fuera- y si están convencidos se ponen manos a la obra. Tienen muy claro que su vocación no es amateur, y por ello cuentan siempre con gente que pueda responsabilizarse de su apartado. Quieren hacer cosas, sí, pero de calidad.
El primer reconocimiento les acaba de llegar en forma de premio, en el festival de cortometrajes de Hendaia. En concreto, de los diferentes apartados, han ganado el internacional, es decir, el más competitivo, y además, por unanimidad del jurado. Lo han hecho con uno de los dos cortos que tienen calentitos: “Pan-demia”, protagonizado por Martxelo Rubio y Ane Gabarain.
El otro corto que tienen ya terminado -además de sus varios contenidos audiovisuales, que pueden llegar a ser cosas tan variopintas como una entrevista a Steven Seagal– es “Indómito Mogambo”. En la banda sonora del corto podemos encontrar canciones de grupos locales conocidos como Supersweet o Frank.
El vermukino
Lo primero, la cita: será este sábado 8 de noviembre a las 6 de la tarde en la sala Kutxa Andia de la calle Andía, un horario perfectamente compatible con el concierto de Los Punsetes del Dabadaba. La entrada es libre hasta completar aforo. Mezclarán la presentación de sus cortos, con eso que se ha puesto tan de moda ahora, el vermú. Pretenden recuperar el espíritu de la sesión vermú, a la que iba la gente después de trabajar, en una época en la que nadie tenía tele y esta sesión tenía un valor social, independientemente de lo que se proyectara. Quieren recuperar el valor del evento ahora que la gente le cuesta más ir al cine.
Antes y después de la proyección habrá vermú y música. Para ello se han aliado con Taska Kultur Club, la iniciativa cultural del bar A Fuego Negro. También habrá sorpresas. Quienes asistieron a su evento en la sede de Donostia 2016 quedaron encantados con la aparición inesperada de 50 bailarinas, al estilo flashmob. Tanto gustó que hasta el público improvisó un baile imitando como si fuera una clase de aerobic -sí, sí, hablo de público Donostiarra, aquí la gente solo necesita que alguien encienda la chispa-.
Los componentes de Kristonkino tienen claro que la ciudad no solo debe movilizarse con los festivales, y que en cine también debe haber un movimiento constante con actividades y eventos. Para estos eventos de presentación también ruedan pequeñas píldoras de ficción. Por ejemplo, en el caso de la anterior presentación rodaron una pequeña precuela del personaje protagonista de “Indómito Mogambo”, a modo de teaser, creada expresamente a modo de promoción.
Me hablan de un modelo de comunidad local: los músicos. Se conocen, se ayudan, colaboran. Creen que en el cine hace falta buscar un poco más de esta sociabilidad. Esperemos que contribuyan a lubricar la actividad cinéfila social de Donostia, pues es una ciudad con mucho potencial. Lo cierto es que, mientras les entrevisto en la terraza de un bar, en la mesa de al lado se encuentra una de las actrices de «Loreak». Por gente con talento no será. Veremos qué obras nos ofrecen Kristonkino y sobre todo, de qué manera ayudan a dinamizar el ocio cinematográfico de la ciudad.
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