29 de noviembre de 2014. El grupo norteamericano de punk heterodoxo The Intelligence están rematando su concierto con un final apoteósico. Pablo Martínez, un joven de 18 años, no da crédito a lo que están viendo sus ojos y decide rescatar a sus colegas, que estaban tomando el aire en la terraza del Dabadaba. Aquella descarga de furia y electricidad da origen a Albert Cavalier, una nueva y jovencísima banda -sus cuatro miembros tienen entre 18 y 19 años- con la que por fin se renueva la anquilosada escena musical rockera donostiarra, ávida de nuevos aires.
«En realidad empezamos hace unos años tocando versiones de los Rolling Stones y canciones de los años 60 y 70», confiesa Pablo, voz principal y guitarra. El grupo se completa con el madrileño Gonzalo González (guitarra, voz), Javi Izaskun (guitarra y teclados) y Asier San Sebastián (batería). El bajo se lo van intercambiando entre los guitarristas porque a ninguno le gusta especialmente. Cuatro estudiantes de la UPV. Cuatro entusiastas aficionados a la música que declaran abiertamente su amor por las pinceladas psicodélicas y el surf, el garaje y rock and roll de nuevo cuño practicado por de The Oh Sees, Black Lips, Palma Violets (de quien versionean «Best of Friends») y, cómo no, su favorito, Ty Segall. Pero como tantos otros grupos, partieron de referentes conocidos por todo el mundo hasta encontrar su propio camino a seguir.
Suele ser muy habitual verlos en las primeras filas de los conciertos que organiza la promotora Ayo Silver!. Van a festivales como el Kutxa Kultur, BBK Live o Sonorama. Y les pasa igual que a aquella hornada que en los años 90 tenían como referentes a grupos como los Pixies, Sonic Youth o The Jesus and Mary Chain: huyen como la peste del castellano. Sus referentes son anglosajones, su idioma el inglés. «Puedes decir cualquier cosa y suena bien», confiesa Asier en el backstage del Dabadaba. «En cambio, cantas en castellano y no es lo mismo. Además, te pueden relacionar con algunos grupos que no nos gustan nada». El mismo discurso que hace 20 años y, dicho sea de paso, un estilo que tampoco está tan alejado como parece de aquellos grupos de Getxo o Gijón: predominio de guitarras, ruido controlado, chispazos melódicos, actitud y estética cool…
Por el momento han colgado tres canciones en su bandcamp -«Welcome to banjo», «La Casita» y «Scarlett«-, grabaciones caseras -«muy lo-fi», según sus propias palabras- que han contado con la pericia de Javi, el cabecilla tecnológico de Albert Cavalier. Apañaron unos micros, ordenadores, algún cachivache más y se pusieron a grabar en su local de ensayo de Amara, el mismo que vio nacer a, ejem, La Oreja de Van Gogh. Se ríen con el detalle. Son simpáticos y tienen sentido del humor.
Apenas han dado tres o cuatro conciertos hasta ahora, el último de ellos el pasado viernes en Dabadaba. Iban a telonear a los catalanes Univers, pero al final estos se cayeron del cartel. Albert Cavalier se subió al escenario y entre amigos, familiares y curiosos dieron un concierto tan amateur como esperanzador. «Dijimos que en 2015 tocaríamos en Dabadaba y lo hemos cumplido», exclamó Pablo. Están aún muy verdes, pero parece que por fin ha llegado el relevo.
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