No cabe la más mínima duda: The Fleshtones pertenecen a esa extraña estirpe de grupos de rock and roll que envejecen dignamente. 40 años después de fundar la banda, Peter Zaremba, el rey de las fiestas, el hombre que enseñó a bailar la conga en los conciertos y puso al público a hacer twist, se le ve delgado y estiloso, no ha perdido pelo (aunque a veces se corte su sempiterno flequillo) y, lo más importante, mantiene intacto el lema del grupo. «Seguimos siendo el grupo más divertido del mundo. Es más, ¡somos más divertidos aún! Nos estamos empezando a sentir cómodos en el escenario», ironiza.
Surgieron en Nueva York en 1976 y pertenecen a la misma cantera que The Ramones, a quienes en su último disco, «Wheel of Talent», dedican una canción titulada «Remember The Ramones». ¿De verdad os acordáis de ellos? «¡Nunca nos olvidaremos de Los Ramones! Fueron una gran inspiración. Casi habíamos perdido la esperanza de oír o ver un grupo de rock and roll. Entonces fuimos al CBGB, nos pegamos a los altavoces y… ¡Un, dos, tres, cuatro! Aquellas fueron unas noches impresionantes y de eso va la canción. Olvidad a los Sex Pistols y The Clash. No hubieran existido sin los Ramones».
The Fleshtones, que actuarán el domingo 28 a las 21:30 horas en el Dabadaba, tardaron en publicar su primer trabajo, «Roman Gods» (1982). Desde entonces no han parado de tocar y editar discos. Una batidora de garaje, pop, frat rock, soul, punk, y lo que les venga en gana. Con 25 y 60 años. Por encima de modas y etapas musicales concretas. Quizás por eso nunca triunfaron: han volado libres en un mundo, el del rock and roll, demasiado encorsetado.
Demasiado arty para los puristas del rock, demasiado extravagante para colarse en las listas de éxito. Es verdad que hubo un amago con «American Beat», canción que apareció en la película «Despedida de Soltero” (1984) protagonizada por Tom Hanks. Pero fue un espejismo que duró unos pocos años. Hace demasiado tiempo que The Fleshtones -por muy increíble e injusto que parezca- no viven exclusivamente de la música. Algunos lo descubrimos en el estupendo documental «Pardon us for living, but the graveyard is full», donde se sigue la pista a unos tipos maduros, unos señores, durmiendo en moteles de carretera y explicando sus penurias económicas a la cámara. Pero, cómo, ¿uno de los grandes grupos de rock and roll de la historia no puede sobrevivir con sus magníficas canciones?
«Yo también estoy sorprendido», reconoce Zaremba. «Hice una lista de todos los trabajos que he tenido que hacer para seguir haciendo rock and roll y la lista llena dos páginas. Y ahora me vienen trabajos que se me olvidaron apuntar en la lista… De todas formas, son trabajos a tiempo parcial. Pero no, no hacemos un montón de dinero con los Fleshtones. Es más una vocación, una pasión, el mejor trabajo del mundo».
Quizás la principal clave del fracaso es que han sido un desastre para los negocios. Se vendieron fatal. Jamás entendieron la lógica del show business. De ahí sus vaivenes por distintos sellos discográficos, que tampoco les han ayudado a sentar la cabeza. Muchos de sus discos de los ochenta y de los noventa están descatálogados. Por suerte, gozan ahora de cierta estabilidad en el sello Yep Rock donde han publicado todos sus discos desde 2003 hasta ahora.
Le hago saber que mi LP favorito de esta última etapa es «Take a Good Look», donde recuperaron el pulso del garaje rock con brío y grandes temas. «Estoy de acuerdo contigo: de todos los discos de Yep Rock el mejor es ‘Take a Good Look’, un álbum de rock potente, súper bueno. Pero puede que ‘Wheel of talent’ sea mejor. Tiene más sorpresas. ¡El tiempo dirá cuál es mejor!».
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