CONFESIONES DE UN ADICTO A BANG BANG ZINEMA

Hola, me llamo Iñaki y soy un adicto a Bang Bang Zinema. Mi terapeuta dice que el primer paso es reconocerlo, y a partir de ahí podré ir haciendo avances. Dice que hace falta querer dejarlo, y eso ya me parece más difícil. Se han convertido en el gran evento de cine de la ciudad, y algunos ya no podemos vivir sin él. Porque no solo soy yo, somos muchos los afectados con esta adicción. De hecho, en la última edición, casi llenan el Principal. El caso es que, ni siquiera el concierto de Los ganglios, que tanto me apetece, va a evitar que termine en mi butaca este sábado, para ver “Uno de los nuestros” y “El gran Lebowski”, en versión original, por supuesto. Este sábado para mí es sagrado, es ¡shomer shabbat!

Eventos de cine en Donostia hay muchos en este momento, y algunos de ellos me parecen muy interesantes. Pero Bang Bang me seduce especialmente por varias razones. La primera, y la que debería ser la más importante, es la selección. Quizá sea cuestión de suerte, pero el caso es que han dado ya con algunas de mis películas favoritas en casi todas sus elecciones. Llevaba yo muchos años mendigando por mi querido Indiana, parecía más difícil que conseguir un meñique. Al final, han sido mis dealers de Bang Bang los que me la han traído. Pero sobre todo, son películas perfectamente seleccionadas para la experiencia en cine. Unas porque piden a gritos pantalla grande, como “En busca del arca perdida” o “Aliens”, que fueron experiencias alucinantes. Pura droga visual. Otras, porque se benefician de una experiencia colectiva, como es el caso de “La vida de Brian” y -espero- de “El gran Lebowski”. No es lo mismo ver al Frente Judaico Popular (¡disidentes!) en casa, solo, que en el cine, con amigos, y con otros aficionados, riendo en sana comunidad.

Pero Bang Bang no es solo ir a ver dos películas excelentes, es sobre todo una buena manera de pasar la tarde noche del sábado. La gente que va, repite, por lo que cierta comunidad cinéfila, muchas veces dispersa, se reencuentra en las sesiones de Bang Bang. El ambigú del Principal se llena en el previo y en el intermedio. Unas cervecitas que ayudan a disfrutar de la película -y las palomitas que te dan con la consumición- consiguen convertir así una actividad, no necesariamente social, como es la de ir al cine, en un encuentro entre amigos. Las películas elegidas siempre son icónicas, lo que hace que sea divertido el photocall que montan junto al bar, con elementos reconocibles de las elegidas. A eso también soy adicto claro.

En un tiempo en el que la ventana de distribución ha desaparecido (antes era imposible ver una película de estreno sin ir al cine, y éste era uno de los mayores alicientes), creo que Bang Bang Zinema apuesta por la mejor opción: remarcar cuáles son las virtudes del cine en salas. Una gran pantalla, una buena película (o dos), un punto de encuentro, y un planazo para el sábado por la tarde. Al final, lo que se genera es ilusión. Vuelven a tener importancia las películas. Cuando, antes de la película, nos anuncian ya el programa de la siguiente cita, el público aplaude con ganas. Yo el primero, claro. No puedo resistirme. Os recomiendo que no vengáis. Ni os acerquéis. No probéis. Si lo hacéis, querréis repetir seguro.

Así que lo dicho, soy un adicto a Bang Bang y me llamo Iñaki, aunque podéis llamarme Nota, Su Notísima, Noti o El Notarino.