Tuve con algunos de ellos una animada conversación sobre el tema y aquí os dejo un resumen que pretende sintetizar las ideas que se pusieron encima de la mesa. Del lado de Bang Bang Zinema estaban Jon Paul, Patxi Presa y Mariano Martín, parte de la organización. Este sábado nos ofrecen la doble sesión de “En busca del arca perdida” y “La vida de Brian”, segunda entrega de su propuesta, y seguirán con el proyecto con una proyección cada dos meses. De los Kristonkino participaron Javier Maldonado (Maldo) y Unai García. Ellos se plantearon Vermukino como algo puntual, pero después del éxito arrollador se están planteando repetir. Nos sentamos a hablar con la noticia de que la sesión del Dock of the Bay que empezaba en una hora, había agotado ya las entradas.
¿Son los eventos el futuro del cine?
Mariano asegura que es un poco pronto y Patxi lo confirma: “El futuro es incierto. El ir al cine tiene un recorrido limitado”. Maldo ofrece su punto de vista: “No creo que exista una mejor fórmula que una sala de cine, un buen sonido, una gran pantalla, que se apaguen las luces y entrar en ese formato. Pero a partir de ahí sí que hay cosas que se pueden hacer para atraer al público, porque si el público no va al cine tendremos que llevar el cine a la gente. Crear eventos es una fórmula mucho más cercana a la ciudad. Van a fomentar mucho esa vida social que se ha ido perdiendo en torno a ver una película y la experiencia de sentarte en una sala de cine. Porque ahora preferimos verlas en nuestra casa”. Afirmación que provoca un inmediato murmullo de quejas en un círculo en el que nos encanta ir al cine. Pero ciertamente, se refiere al público en general.
Unai explica cómo nació Vermukino, para promocionar su propia producción: “Sabíamos que poniendo solo un corto no iba a venir nadie, tuvimos que convertirlo en un evento. Es difícil. Después hemos tenido una respuesta de la gente de la cultura, de la hostelería, incluso de la política que nos ha preguntado cuándo va el segundo, que lo necesita la ciudad. Para nosotros el punto de partida es el cine, pero la ciudad pide eventos. El vermú a 2€, la música, que fuera un plan de tarde… tuvo que ser el aliciente. Porque esta ciudad, me vais a perdonar lo que voy a decir, pero es muy donostiarra. ¿Donostia es una ciudad de cine? Era de cine, ahora es de festivales”. Patxi está de acuerdo: “Es muy donostiarra eso de que cuando hay un festival hay que ir. En julio hay que ir al jazz, te guste o no te guste, todos a la playa, con la birra. Es un poco ese postureo de la ciudad”. También apunta que “la demanda es muy limitada. Los cines han cerrado por algo”.
Maldo recuerda que “los festivales son eventos también. Me gratifica que en un evento como en el Dock ver las salas llenas y que haya colas. Cuando hay un evento, la gente sí va al cine, cuando no lo hay, no. ” Mariano confirma: “Es una ciudad muy de fenómeno”. Patxi da un margen al optimismo: “Nosferatu hay veces que sí tiene gente, Kresala está creciendo con el asunto del Trueba”. Jon Paul defiende el cine habitual en Donostia: “Yo pienso que Donosti sí es una ciudad de cine incluso fuera de los festivales. Una película como “Mommy” que se estrena en pocas ciudades, en la que funciona muy bien es en San Sebastián. Y en ninguna otra ciudad, fuera de Madrid y Barcelona, tienen la respuesta a la versión original que hay aquí”.
Las instituciones
Unai explica que todo lo que han hecho es cultura ciudadana. “La cultura también es gente que hace cosas. Y ya está. Hoy la cultura que estamos acostumbrados a consumir es la cultura institucional. Y lo podemos ver muy claro en 2016. Se decide qué es cultura y qué no. La gastronomía es cultura, las bailarinas en la Concha es cultura… y lo demás también es cultura.”
Maldo señala otro de los problemas: “No hay lugares donde explotar este tipo de acciones. Una de las dificultades que siempre hemos tenido aquí es encontrar salas como las de antes con barra y ambigú. Las casas de cultura carecen de un atmósfera de ocio cultural”. Patxi responde por alusiones: “Ahí me pillas porque he sido responsable de casas de cultura. Pero yo soy el primero que lo critico. Es una cultura oficial. A Donosti le falta cultura de transgresión, más off. Todo es muy institucionalizado. Y te lo digo con conocimiento. Hay gente con ganas de hacer cosas y con talento. No se ha dado el paso de que la institución se pongan a la altura de las necesidades y de las demandas de la cultura de ahora y de los creadores y el tejido artístico, como vosotros, por ejemplo”. Maldo: “Igual que ha salido un Basque Culinary Center porque Donostia, y Euskadi en general, tiene una cultura gastronómica muy potente, yo lo que no entiendo es cómo una ciudad que tiene un festival de cine de tanta importancia, no existan escuelas de cine de referencia nacional e internacional. Todos tienen que emigrar”.
Todos coinciden también en la importancia de hacer comunidad y marca. Jon Paul lo explica así: “Nuestra meta final es que la gente vaya a Bang Bang. Independientemente de lo que haya. Hay gente a la que ves en el Zinemaldia y La Semana de Terror y luego no la ves más; queríamos dar la oportunidad de que nos encontremos el resto del año. Que luego se vayan a tomar algo juntos. Pero otra dificultad es mover a la gente del Principal al Dabadaba, por ejemplo, como hablaba el otro día Jon de lo que cuesta cruzar el puente«.
¿Cómo valoran los resultados?
Unai: “Se salió completamente de nuestras expectativas. Media hora antes había cola y en cabeza, por cierto, unas señoras del Príncipe. La gente de Taska Kultur Club se portó muy bien. Estamos en negociaciones institucionales para tener algún tipo de ayudas”. Maldo continúa: “Ahora tenemos un punto de responsabilidad, para la próxima. Hemos tenido pérdidas que para nosotros son una bonita inversión, pero si lo hacemos de continuo, entonces sí que serían pérdidas”. Unai: “Si queremos hacerlo de continuo no sería suficiente con nuestra producción, tendríamos que abrirnos a cortos de otra gente, y palmar pasta para cortos de otra gente ya es complicado. Necesitaríamos una estructura, ayuda, colaboración. Por vocación y por ganas no va a ser, pero llega un momento en que empiezas a palmar pasta y se hace inviable. Aquí nadie cobra sus horas, ni el diseñador… no sé vosotros.”
Jon Paul confirma que ellos tampoco: “Somos colaboradores”. Habla de lo que fue importante para él: “Nos dijeron que había cola y tenemos que abrir, que está lloviendo. Y el momento en que la sala se vino arriba con Ripley en “Aliens”, solo por eso ya ha valido la pena. Buscábamos la buena recepción y que fuera sostenible, porque esto ya nació como un proyecto de un año. Nuestra idea es montar el proyecto y después buscar las ayudas. Pero queremos presentar unos números. Algo real. Yo creo que lo estamos consiguiendo porque la repercusión que tuvimos en los medios fue muy grande. Hoy, salseando en los medios he descubierto una reseña en Squire.
«Nos ha dado un empujón a los dos para seguir haciendo cosas”, resume Maldo.
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