Alelore: ¿Por qué un donostiarra de aluvión que le gusta el cine lo normal y que acude media docena de veces al año a ver las pelis populares que todo el mundo ve, llega el Zinemaldia y de repente entra como en trance y se pone a mirar el programa del festival como si se fuera a acabar el mundo, hace colas para ver a directores que ni le suenan, va a sesiones matinales medio dormido y se mete pechadas de tres pelis al día? ¿Qué explicación le da usted a esa enajenación mental tan común? Muchas gracias
No, no tengo respuesta alguna para espectáculo/acontecimiento/entrega/metamorfosis tal. Pero es cíclico y forma parte de la idiosincrasia de la especie donostiarra aun no suficientemente estudiada. Le recuerdo que no solo sucede durante nueve días de septiembre. No solo entonces el homo/muliere easonense reciben la ciencia infusa de la sabiduría y arrebato fílmicos. Durante el Jazzaldia, criaturas que a lo largo del año no diferencian a Chet Baker de Charlie Parker se entregan a discusiones infinitas sobre la improvisación jazzística y analizan, cerveza en mano, las distintas influencias del jazz islandés sobre el soul lapón. Cuando llega agosto dicha ciencia desaparece de sus cerebros y oídos.
Igualmente acontece durante la Quincena Musical: se discute sobre la tetralogía de Wagner como si fueran herederos de la mismísima Cosima sin haber leído jamás una de sus cartas a Nietzsche y sin confesar que nunca escucharían una nota compuesta por cualquier ‘raro’ vanguardista. Será un virus. Una infección. Una epidemia. Una característica racial indeleble.
Un donostiarra: ¿Qué es lo que mejor y lo peor de Donostia? Supongo que los fuegos y el heladito como que no son tu fuerte…
Citas los fuegos y el helado. Nunca he entendido por qué 100.000 personas se dirigen a la misma hora hacia el mismo lugar a contemplar gusanitos, japonesas y cascadas que se ven espectacularmente desde cualquier otro ángulo, rincón o cumbre. Yo los he visto desde la torre del Buen Pastor, el vértigo y Vértigo acechando. En las tripas del Náutico, besando las bombas las cámaras del fotógrafo que me acompañaba (grande Lobo Altuna) y así, son espléndidos, furiosos, letales.
¿Lo mejor de Donostia? Yo diría que la elegancia con la que el mar espera su ocasión para engullir la ciudad. ¿Lo peor? Nosotros mismos.
Ander: ¿Qué hacemos con el turismo que invade nuestras calles? ¿Los mandamos con una patada a su países para que no nos incordien más o les construimos hoteles monos para que vuelvan y repitan (como va a pasar)?
Sabes , como bien dices, que les construiremos hoteles bonitos y de paso, les ‘clavaremos’ tanto en lo que compren y consuman que acabarán por darse cuenta y la burbuja, ¡plaff!, estallará y tendremos que reconvertir los hotelitos en albergues para peregrinos jacobeos. Tranquilo, como pronto descubrirán que Lo Viejo ya no es Lo Viejo sino un parque temático (re)creado para ellos y se hartarán de la concentración de bebederos/comederos de Zabaleta Street, desaparecerán. Pronto.
Juanjo: Hace años, en época de Odón, se comparaba mucho Donosti con Barcelona. Personalmente no entendí mucho esa comparación, pero bueno. En Barcelona hay un colectivo cada vez más grande que echa de menos los años chungos de la ciudad, los de la Barcelona pre-olímpica. ¿Sientes nostalgia por la Donosti de los 80? ¿Qué hemos perdido y hemos ganado por el camino?
Nunca entendí yo tampoco la comparación Donostia BCN pero claro que echo de menos los tiempos en que las ciudades eran de hierro, galipó, pelea, gresca. Me pasa con el Bilbao de las chimeneas ardiendo de los Altos Hornos. Con la Barcelona que no llamaba Raval al Barrio Chino. Con el Trintxerpe que caía con las botas puestas pero resucitaba. Con el Sagües de txanperos y no de bodyboards. Ipurua siempre antes que Anoeta. El recio Aviron bayonés toujours y no el memo B.O Olimpique.
Ane: Mójate, ¿qué coño hacemos con el Bellas Artes?
Yo qué quieres que te diga, lo que está muerto, muerto está. Y el Bellas lo matamos hace siglos. Pero en esta ciudad, como pasa con Miracruz 19 o con El Chofre solo nos damos cuenta cuando todo es irreparable e irrecuperable. Te recuerdo que el añorado (por tantos) anterior Kursaal era ya un pastiche en 1928.
Beñat: ¿No te parece una tragedia que en los cines Trueba hayan puesto subtítulos por primera vez? ¿SADE se /está bajando los pantalones o no nos queda más remedio que aceptar que los espectadores en vo son minoría?
A mí trágicas, lo que se dicen trágicas me parecen ya muy pocas cosas (exceptuando cómo le han rebanado, rebañado y cauterizado la malicia, la bellaquería, su punto oscuro, su alma de espíritu macarra shakesperiano al amado Puck en Cristina Enea) así que lo de la V.O como que me la bufa. Entre otras cosas porque cuando presento películas a alumnos de colegios guipuzcoanos en Orona, son los mismos profesores los que si intervienen en el debate sueltan ‘es que como es versión original hemos perdido mucho….) Nunca entenderé que digas que te gusta Marlon Brando, la Johansson o la Binoche si nunca has oído su voz. Pero mira, donde no hay mata… Ni sabemos idiomas ni sabemos leer subtítulos. Y en el fondo, nos gustaba que en los 70 Adamo y Aznavour cantasen en castellano… Y sí, claro, en esta ciudad cinéfilos hay dos y el que corta las entradas el lunes en Kresala
Laura 23: ¿Qué nota le pondrías a Rebor desde que es director del Zinemaldi? ¿No crees que ha llegado para salvar un barco que estaba a la deriva?
Rebor (y Lucía, no lo olvidéis) intenta(n) hacer un festival riesgoso que nunca acabarán por deglutir las viejas hordas mediáticas que babean con Clooney y sus referencias se acaban en… ¿Truffaut? Es lo malo de ir al cine solo en septiembre. Y de no saber que en un festival no solo ha de arriesgar el comité de selección sino el espectador, el crítico y el tribulete. Aunque te descalabres. Pero lo que sabemos: nadie quiere salir de su zona de confort ni tirarse a piscinas llenas de esa clase de celuloide que no eres capaz de etiquetar nada más verlo. Ya sabéis, en cuanto clasificas algo, lo metes en un cajoncito y te quedas tranquilo. Pero un festi no es relax sino peligro.
Iñaki: ¿Qué sientes por las señoras del Príncipe? (Por si te sirve de ayuda: simpatía, pena, vergüenza ajena, indiferencia…)
Mira me gustan cuando en los descansos de la ópera se piden su gin tonic. Me espantan cuando van al cine porque les han dicho que eso forma parte de sus ejercicios de empoderamiento (como los talleres de literatura, por ejemplo o las conferencias sobre De Quincey y los tártaros…) Me solidarizo con sus maridos a los que a veces arrastran a películas inenarrables. Y en el fondo, lo sabes igual que yo, gustarles, les gustan (con todo derecho) las pelis moñoñas.
Julen: Creo que no te he leído ninguna crítica cinematográfica sobre las pelis de Tabakalera. ¿No te ha tocado ir o es que directamente no te gusta su programación?
No se contempla (creo) en los medios que curro hacer crítica cinematográfica del cine de Tabakalera (anunciarla, entrevistar a los directores, repoortajearla, sí). He dicho por ahí que siempre deseo me interpelen desde la pantalla, me hagan daño y azucen así que nunca diré que no me gusta su programación. Me sorprende, asusta y muchas veces desbarata mis ideas de cine. Después de ver Tortugas Ninja (nada en contra) enfrentarse a Johanna d’arc of mongolia ES PLACER MALSANO.
Donostianda: Se está liando parda con el metro. ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Un aeropuerto sólo para los nietos de los políticos? #FabraStyle
He firmado contra el Metro. Por muchas cosas pero sobre todo por cuestión de lenguaje y nomenclatura. Todas la ciudades que nos gustan (Londres, Berlín) llaman a su metro algo más que… metro. Nosotros tenemos El Topo, por qué llamarle ‘Metro’? Me parece ridículo que se hable tanto de costumbres saludables (anda, monta en bici, haz ejercicio…) y resulte que ahora sea icordio llegar hasta Lugaritz en Topo y luego andar, runnear o pedalear a la Uni. O a la Plaza Easo y moverse hasta La Concha. Y por supuesto, adoro las ciudades subterráneas pero no las agujereadas por debajo.
Dabadubis: Si tuvieras que definir el Dabadaba en una frase…
Que me entierren en la terraza con un cassette de El Niño de Elche puesto hasta que se acaben las pilas del magnetofón.
Aitor García: ¿Qué bares auténticos de toda la vida (de la moda vintage de muebles de segunda mano no, gracias) de San Sebastián me recomendarías? He visto en la foto del chat que estás en el de la Bella Easo y me gusta mucho. Gracias.
La Bella, por siempre. El Gorriti (a pesar de la invasión francesa), El Ezkurra (aunque lo hayan convertido a ratos en territorio hipster su café es El CAFÉ y a pesar de toques de ‘polvo de aceituna negra’ en el lenguaje de la carta, cocinan de maravilla), Sunugal (impresionante y verídicamente senegalés), Amalur (sus pollos asados, sus riñones al jerez…). No tengo palabras para lo que han hecho con la antigua Union Artesana así que me consuelo en el Kiskurra y lloro por la pérdida del bodegón de San Bartolomé.
Josu: ¿2016 está siendo un bluff o se están haciendo bien las cosas? ¿Hay algo que te haya gustado especialmente de la programación?
Me turba el buenismo, el gentío que se agolpa en los puentes, los macroconciertos y que cuando hablan de Tratados de Paz se olviden de que si los hubo fue primero porque antes nos matamos los unos a los otros y segundo, que una firma, un abrazo (de Bergara o no) no trae la paz. En cuanto al «Sueño…» ¿qué han hecho con la palabra de Shakespeare, por qué han desnatado, descremado, descarnado a casi todos los personajes? Es todo tan soft, tan suavito, tan dulcito en este 16. Tan poco urbano, tan poco callejero. Tan mucho… nada. Pero no me importa. Mi ciudad no es esa. No me interesa. Vivo en ella pero no la vivo.
Luis: ¿Te han llamado de 2016 para hacer algo con ellos, algún tipo de colaboración o algo? Si la respuesta es NO, ¿te sientes aliviada o disgustada o ninguna de las dos cosas?
No, no me propusieron hacer nada para el DSS16. Con toda razón y motivo pues ya cuando solo era ciudad candidata dejé muy claro que me parecía una solemne tontería. Es que a mí eso de la ciudad pacificadora, tolerante, educadora me da un yu yú que me noquea. No menos que las olas de energía ciudadana y bailecitos como el del pañuelo aquel.
Urko: ¿Estábamos mejor con Odón, Izagirre o ahora con Goia? ¿A qué político pondrías a gobernar nuestra ciudad y qué debería hacer como medida urgente? Mila esker
Recuerdo que noté que había llegado Juan Karlos al consistorio porque en la Noche de San Juan los munipas dejaron prender cientos de hogueras en La Zurriola. Por lo demás, gobierne quien la gobierne siempre será comedida (se puede ser ultra abertzale hiper Equo punto thrash-vegano y resultar de un soso que tira de espaldas) y buenista. Todos los políticos ñoñean en esta y con esta ciudad. ¿Medidas urgentes? ¿Para qué? Ya hemos entregado el Centro a las multinacionales y Lo Viejo a los turistas. Yo con que no le dé a nadie por domesticar el Cementerio de los Ingleses, me conformo. Son capaces de asfaltarlo para que pasee la gente con movilidad reducida…
Amaia: Aupa, Begoña, si lo Viejo en verano es para los turistas, la playa para los que le gusta ir a la playa, y el centro para los que tienen pasta para gastar… ¿al resto de los donostiarras que nos queda? ¿Escapar al monte?
¿No te gustaría crear reductos de resistencia easonense donde no entraran invasores? ¿Subir a Ulia por sendas no marcadas? ¿Has probado el baño en La Zurriola a las 8 de la mañana? ¿Dormido por la nohe en la Isla? ¿Has leído el periódico en la placita de San Blas? ¿Jugado a pelota en Ategorrieta? Aun nos quedan lugares que solo diremos a quienes cantan nuestra canción.
Joxean: ¿Cómo es un día normal en tu vida de periodista? ¿Lo cambiarías por otra profesión en la que ganases cinco veces más?
Charlo con mucha gente para mis entrevistas. Las escribo. Voy al cine. Me escapo a lugares maravillosos para hacer reportajes extraños… Como todo el mundo tengo un precio. Que intento que sea alto o sea que tras 30 años de oficio, podría aceptar un sueldo quintuplicado. Más que nada porque mi sueño es vivir (sola, sin seres humanos cerca) en una mansión victoriana en los páramos de Yorkshire, no lejos de las Cumbres Borrascosas. Tendría libros y mucho tabaco. Vería llover tras los ventanales y bajo un árbol solitario tendría una moto BSA para de vez en cuando rodar hacia Londres.
2 Comentarios
Durante los primeros minutos de El Show de Truman, el jefe de Jim Carrey le visita en su oficina y, con una sonrisa tan natural como todo lo que le rodea, le señala la portada del periódico local: «Seahaven elegida la ciudad más bonita del planeta, ¿Te has dado cuenta?», exclama feliz y henchido. Cualquier ciudadano donostiarra del mundo de los vivos (la mayor parte son muertos con constantes vitales) asocia inmediatamente esa escena con el periódico para el que trabaja Begoña, que entre un millón de maldades, destaca la inversión en ese radar militar que detecta el blog más recóndito en el que se subraye las bondades de una ciudad acomplejada, que se come una y cuenta veinte, como en el parchís. Para luego lavarnos el cerebro y hacernos creer eso de «como en Donosti, en ninguna parte».
Y una mierda así de grande. Una aldea, un pueblo con ínfulas de gran ciudad, el lugar más aburrido del planeta por encima del pueblo de mi abuela la de Cuenca en el que lo más divertido es ver cómo la Julia, la del panadero, se pone piripi el sábado de fiestas mientras baila Paquito el Chocolatero. Donosti, un imán para la estupidez.
Estoy de acuerdo con muchas de las cosas que cuenta Begoña, en cualquier caso. Añadiría a esta ciudad absurda actitudes absurdas del día a día que nadie se atreve a contar, como en la fábula del Rey Desnudo. ¿Por qué cojones quien regenta una pastelería se siente importante y va por la calle sacando pecho e identificándose ante los desconocidos como «el de la pastelería Rosa»? ¿Y a mí qué cojones me importa que tengas una pastelería, que seas el dueño del Asador Portuetxe (lo siento por la referencia, pero la publicidad no es gratuita), que seas concejal? Eres un puto pastelero, un puto hostelero, un puto político residual. No somos nadie, pero de verdad que no lo somos. Una vanidad que en realidad es una forma como cualquier otra de no aceptar que vivís, vivimos, viven en uno de los lugares más estúpidos y aburridos sobre la faz de la tierra.
Y así con todo. Ante la falta absoluta de casi todo (menos de vistas, de eso hay y para muestra random métete en Instagram y te reto, te reto dos veces cabronazo, a que mires las fotos de las últimas 24 horas sin que un insustancial animalil@ de la ciudad haya posteado La Concha), es lo que queda.
En Donostia somos más porteras que en el pueblo de mi tía la de Cuenca. Nos encanta. Nos pone cachondos y saca nuestro orgullo patrio decir aquello de que «los famosos aman Donostia porque aquí pasan desapercibidos». Pasan desapercibidos porque estáis muertos, hijos de puta. El instinto natural de ver a Charlize Theron o a Quentin Tarantino en un bar o en la calle es acercarse y darle el coñazo. Es lo humano, estúpido o no. Pero lo que es absolutamente estúpido es absorber una serie de soflamas sobre la forma de ser del buen donostiarra y renunciar a acercarse a Bruce Springsteen por poder contar, con mucho orgullo y clase (qué clase tiene Donostia), que «es que la gente relativiza cuando ve a uno de estos personajes, así somos en Donostia». Así de gilipollas.
A Bruce lo he dejado para el final, porque pese a que pasa desapercibido en Donostia, la Easo mediática se encarga de contarnos dónde comió, dónde defecó, el tamaño y forma de las deposiciones y si dejó propina en este u otro local hostielero de turno, que por otro lado, es lo humano, como decía anteriormente. Salvo que lo humanamente normal sería que esos rumores de pueblo rulasen en grupos de whatsapp y que la prensa se dedicase a cosas más importantes como, qué sé yo… Qué sé yo. ¿Qué cosas importantes pasan en esta ciudad? Y no me digáis que el 2016 que me lío a hostias. Decía hostielero, estúpido juego de palabras (mimetizar, lo llaman), salvo para los tribuletes, también conocidos como gorrones fuera de nuestras fronteras, que se dedican a ensalzar la cocina y sus gentes como si un revuelto de langostino aderezado con finas hierbas y dátiles recogidos de árboles del África septentrional fuese algo de trascendencia parecida a la vacuna contra las paperas. Come y calla. Ojalá no os maten con sobredosis de salsas. Ojalá no. Hijos de puta.
El donostiarra no sé si fue lerdo en su origen, pero su deformación, cincelada como digo a base de sofismas de manual, ha convertido a la sociedad donostiarra (qué bruto hablar de sociedad donostiarra, ¿acaso se habla de sociedad Villarrobledense?), en un ente abstracto del que se distinguen trazas de, con la letra p, paletismo y prepotencia. De los tres momentos culturalmente cumbres en la ciudad mejor no hablar, porque lo cuenta Del Teso en su entrevista y porque también es un poco donostiarra hacer el chiste de los estrellados con acreditación aquí y allá. Qué desviación sexual con el tema de las acreditaciones.
De sexo también iba a hablar. Yo, ex azafato de vuelo con más goles que Cristiano Dos Santos Aveiro, podría disertar sobre la Donosti sexual también, pero esto se haría ya demasiado largo y sería demasiado devastador para una ciudad que, como dice Del Teso, es de verdad y auténtica cuando las olas deciden hostiarla a base de bien. A eso me apunto.
Mola tanto que los barrios más allá de Ategorrieta ni se mencionan. La destrucción progresiva de Donostia es patente. Ya ni ñoñostiarrismo ni hostias. Una ciudad cutre sin personalidad.