«Todos los bares se convierten en esto, en algo impersonal, como de plástico», me dice Paul San Martín añorando la antigua Unión Artesana que ahora se llama Artess. Como está pegado a los cines Príncipe lo han adornado con carteles de películas clásicas en un intento de buscar cierta autenticidad. Pero ni con esas. La madera no parece madera auténtica, las sillas son como de chiringuito de playa y la música, comercial-pachanguera, delata la importancia que le dan sus dueños a las pequeñas cosas. El signo de los nuevos tiempos vintage: acabar con lo de siempre para hacer algo nuevo que intenta parecerse, en vano, a lo de siempre. Lo cierto es que hemos acabado aquí de puro rebote escapando del calor sofocante. La idea inicial de Paul era juntarnos en el Etxekalte, pero no está abierto. Dudamos si ir a A Fuego Negro y concluimos que a las cinco y media de la tarde el Altxerri estará cerrado a cal y canto. Mala hora para un bar de jazz.
Así que estamos en el Artess, con un Perrier con limón y hielos cada uno, escuchando los éxitos del verano y acariciando con la punta de los dedos la edición 51 del Jazzaldia. Paul San Martín toca este año ¡por partida triple! junto a su nuevo partenaire , el francés Romain Gratalon, y los tres días, además, son gratis: mañana jueves 21 en el espacio Coca-Cola (22 horas), el domingo 24 en la plaza de la Constitución (19:00 horas) y el lunes 25 de nuevo en la Consti. Con el batería Gratalon -Paul toca el piano- ha publicado este año un single registrado en los estudios Mecca de Oiartzun, San Martin Boogie. «Lo hicimos en hora y media hace un año porque Romain se tenía que ir. Vino, no conocía el sitio y Mikel (Ezeiza) grabó los dos temas que sacamos como single», cuenta.
Con él ha tocado en París, por ejemplo, cuatro noches seguidas y tres horas por velada, actuaciones springsteenianas para este dúo de piano blues. «Fue en un sitio emblemático llamado Caveau de la Huchette en el que la gente va a bailar y tú tocas para ellos como banda de acompañamiento. Cada noche cambiábamos el repertorio, pero no sé cómo será en el Jazzaldia. Ya veremos».
Aunque sólo tiene 37 años su trayectoria musical ha superado la barrera de los 20 años, desde que de adolescente formó parte de los Roadrunners, influenciado por el R&B británico de los años sesenta. La floreada sesión de fotos de Lorena Otero es justo después de la charla y tiene lugar en el paseo de Francia.
¿Te llamas Paul porque a tus padres les gustaban los Beatles o no tiene nada que ver?
Nada que ver. A mi madre le encantaban los Beatles pero no me llamaron Paul por eso. Es más por la época que les tocó vivir, cuando se independizaron de casa de sus padres en los años 70. Huían del conservadurismos de la época. Era una forma de… rebeldía. Mis padres no son vascoparlantes, pero Paul es Pablo en euskera y mi hermano se llama Xabi.
¿Hablas euskera?
No, lo entiendo pero no lo hablo. He estado en un euskaltegi por cuestiones laborales, porque doy clases de piano, y me viene bien.
Uno se imagina tu infancia y adolescencia llena de libros (su madre, Mila Beldarrain, es profesora de lengua y literatura y escritora) y música. ¿Es así como la recuerdas?
Es verdad que en toda la familia nos ha dado por hacer algo (artístico). Mi abuela, por ejemplo, tocaba el piano. No sé muy bien de dónde viene todo esto. A mi madre desde muy joven le dio por escribir y mi padre toca la guitarra y cuelga vídeos en Youtube.
¿Tu padre está en Youtube?
Sí, tiene un canal sólo de guitarra clásica, Eduardo San Martín, con mogollón de seguidores. Empezó la carrera de guitarra clásica tarde, a los 30, y lo acabó a los 50. No le pidas otra cosa, aunque él no está en contra de otros usos de la guitarra.
Todo esto te tiene que marcar, claro.
Sí, pero aunque todo el mundo se sorprende yo lo veo muy normal. Será porque es lo que he vivido en casa. Antes de la música hacía caricaturas y a partir de los 12 años empecé con la música. A mi hermano, antes del grupo (Xabi San Martín es compositor de La Oreja de Van Gogh), le dio por la música hecha con ordenador y le dieron algún premio por ello.
¿Con tu hermano te llevas bien aunque esté en un grupo como La Oreja de Van Gogh?
(Risas). Me llevo perfectamente, pero es verdad que es muy curioso: a mi padre le va la música clásica, a mí más el blues y a mi hermano el pop. No sé qué pasa. Son músicas antagónicas.
Os falta un heavy o un dj de electrónica en la familia…
Digamos que mi hermano no está tan lejos de la electrónica. Él, más que teclista, se considera creador de canciones.
Una vez me dijiste que tú admirabas su capacidad para crear melodías y componer canciones, incluso para otros.
Sí, tiene una capacidad increíble para componer tema súper sencillos, pero con mucha pegada. Él tiene ese don: con cuatro acordes hace algo pegadizo.
¿A ti eso es algo que te cuesta mucho más, no?
A mí y a cualquier musicazo. Hay que valer para componer una canción pegadiza.
Muchas de tus canciones son versiones de clásicos del blues.
Yo digo que hago interpretaciones de canciones de gente que me gusta. Lo comparo con la música clásica, a las orquestas que tocan Vivaldi, Bach o Mozart. En mi caso serían como homenajes a Memphis Slim, Otis Spann… Es lo que me gusta. La gente me dice, «suenas a éste» y yo estoy encantado.
Eso es rarísimo entre músicos: no quieren que se les etiquete por nada del mundo.
(Se lo piensa) Inconscientemente, involuntariamente, sí que puedo tener mi sello propio, un estilo personal. No quiero calcar las canciones, sino trato más bien de rendir un homenaje a ciertos músicos a través de sus canciones.
Hay un vídeo en el Altxerri en el que sales tocando el piano con Álex Ubago y que, la verdad, me hace mucha gracia verte ahí metido. ¿Cómo acabaste con él de gira?
Fue su primera gira, al principio de su carrera, Me llamaron y me dijeron, mira, en un principio habrá dos conciertos. La cosa fue a más y a más y al final dimos 120 conciertos en año y medio por toda España, Méjico, Argentina… Yo tenía 22 años en aquella época. Álex Ubago era un tío que necesitaba una banda que le acompañara y entonces llamaron a gente de por aquí y un poco por churro me tocó a mí. Get In (la promotora musical) más o menos me conocía porque era el hermano de Xabi. Pero no sólo por eso. Antes estuve en una banda que se llamaba Road Runners e Iñigo Argomániz, de Get In, ya sabía quiénes éramos.
¿Y ahí qué rollo hacíais?
Pretty Things total. El nombre lo cogimos de la canción de Bo Diddley y la onda del grupo eran los primeros Rolling Stones, los Animals… Tuvimos nuestro éxito local. Quedamos segundos en el concurso Pop-Rock Ciudad de San Sebastián y teloneamos en el Principal a Pedro Guerra. Para nosotros tocar en el Principal era como tocar en el Carneggie Hall. Pero sobre todo llamábamos la atención porque éramos gente muy joven haciendo esa música tan antigua. Yo empecé en el blues por esos grupos y todo el Rythm and blues inglés y luego me pasó lo que le ha pasado a mucho gente: que fui yendo para atrás y para atrás y se convirtió en una pasión. Siempre me interesaba saber de quién era la canción que hacían los Animals y toda esta gente. Ah, mira, ésta es de John Lee Hooker, ésta otra de Mudy Waters… Y así empecé a indagar.
Y has indagado mucho…
Mucho. Lo que pasa es que el blues es un estilo muy limitado, muy enconsertado. Pero es también la raíz de muchas cosas. A partir del blues he ido al jazz antiguo y otros estilos.
El otro día le preguntaron al director del Jazzaldia, Miguel Martín, la diferencia entre el jazz y el blues y no supo bien qué decir o eso es al menos lo que me pareció a mí.
Hay un punto en el que se cruzan que es Nueva Orleans. Yo veo una diferencia clara: el blues son las raíces, la profundidad, el sentimiento del esclavo negro y eso extrapolado a cualquier tipo de sufrimiento. El camino del jazz es otro, pero es verdad que el jazz clásico y el blues son primos-hermanos. Son ramas de un mismo árbol, diría.
Con Stay Blues empiezas a parecerte más a lo que haces ahora. Estuvisteis juntos 10 años y sacasteis un único disco. Visto con perspectiva la cosecha parece más bien escasa.
Stay Blues surgió en el Azul Cristal, no sé si recuerdas aquel garito que había Reyes Católicos. Tocábamos Álvaro y yo todos los jueves sin muchas pretensiones, esa era la realidad. Ahora sale un grupo nuevo y enseguida quiere grabar un disco. En aquella época no teníamos el afán de grabar.
Os bastaba con tocar y hacer lo que os gustaba.
Eso es. Luego enseguida entró Fernando Neira y estuvimos funcionando como trío muchos años, lo dejábamos por temporadas y nos volvíamos a juntar. A raíz de tocar en el Jazzaldia decidimos hacer el disco. Tuvimos mucho éxito en aquella edición y entonces pensamos que era un buen momento para meterse al estudio.
Eso fue en el año 2007.
Exacto. Ahora las formaciones se juntan y graban unos temas, lo suben a Internet… Nosotros tocábamos y tocábamos. Ahora bien, el disco de Stay Blues era esperado y necesario y sigue sonando muy bien. Cuando lo pongo me gusta haber recogido todo lo que habíamos hecho anteriormente.
¿Te sientes más cómodo en solitario sin las típicas tensiones entre los miembros del grupos?
Yo tenía la necesidad de hacer un disco sólo, «Tracks» (2011). Luego el otro (se refiere a «Paul´s Mood) surgió porque tenía material y…
Funcionan como un díptico, como un disco doble sin serlo realmente.
Sí, sí, aunque suenan muy diferente y hay pianos diferentes. Algunos prefieren el primero, otros el segundo… Yo tenía una serie de temas (blues, jazz, swing) que quería grabar y plasmar y ya lo he hecho.
Veo que no diferencias el rythm and blues del blues…
Al final se mezcla mucho. Los puristas creen que el blues es el blues del Delta y que todo lo que viene después (Muddy Waters, etc.) es rythm and blues. Yo considero que lo que hago es piano blues con todo lo que eso implica: boogie woogie a saco, algo de ragtime, estilos olvidados del piano que me han tirado mucho. Es verdad que hay menos pianistas de blues que de otros estilos. Guitarristas hay a patadas.
¿Aquí en Donostia estás tú solo, no?
Estoy solo, solo, solo.
Y en Gipuzkoa no me atrevo a decirlo, pero…
Ahora con el Festival de Blues de Hondarribia hay algo más, pero dedicado al blues… Yo no sólo toco blues, me llaman para otras cosas, aunque estoy especializado en blues.
En cierto modo eres un outsider, aunque sólo sea por hacer algo distinto al resto.
Un poquito. Pero es sin querer ser outsider. Como se suele decir, no tengo ni compañía ni competencia. Donde más piano blues hay en España es en Barcelona. En Madrid hay muy poco. Es el centro de los guitarristas.
¿Vives de la música?
Sí, doy clases (de piano). Es mi curro principal y ahora en verano estoy de vacaciones (risas). Me puedo dedicar plenamente a tocar y a mis cosas.
¿Qué porcentaje de tus ingresos viene aproximadamente de tu carrera como músico y cuánto de profesor? ¿30-70?
Como no es un curro fijo me cuesta valorarlo. Mi padre me lleva las cuentas y te lo diría más exactamente. Va por temporadas y diría que un 65% clases y 35% música. Lo que no quiero es depender de tocar. No me gustaría tocar porque, si no lo hago, es que no llego a fin de mes.
Pero ahora no estás tú sólo y sales de gira con un chico francés (Romain Gratalon, batería). ¿Cómo hacéis para compenetraros y poder quedar para ensayar y tocar?
Lo bonito del blues es que es muy del momento; permite quedar y construir algo en el momento, lo cual no quiere decir que no hayamos tocado antes. Sabemos lo que vamos a tocar. Yo ya odio ensayar. El rollo de quedar para ensayar que me encantaba de chaval es que no puedo con él.
Pero así igual no estás rodado y puedes cagarla…
A ver, si hay que ensayar porque tenemos un concierto lo hacemos. No pasa nada. Lo que no me gusta es el rollo del ensayo semanal, que sea por norma me satura mucho. Con Romain ensayamos tocando, le pasa a mucha gente. No tiene nada que ver tocar ensayando que tocar en directo. Últimamente hemos tenido muchas actuaciones, pero lo que hacíamos él y yo era ir al Altxerri mismo y ensayar ahí mismo. Luego nos podemos llevar 20 euros cada uno porque ha ido muy poquita gente, pero por lo menos lo hacemos en directo.
¿Es la primera vez que no pasas por el largo proceso de concursos de bandas locales para poder tocar en el Jazzaldia?
La gente piensa que estoy enchufado, pero es la primera vez que me contratan para tocar. Hasta ahora había sido previo concurso.
¿Te sientes querido por la organización?
Sí, sí.
¿Y en el circuito musical donostiarra?
Yo creo que sí. Ten en cuenta que tengo 37 años y que llevo desde los 15 tocando. Son muchos años. Tengo un recorrido. Yo a la gente veterana, como Joserra Semperena, también la admiro. Es alguien que tiene un nombre y un recorrido que respeto muchísimo.
1 Comentario
Musicazo.
Da gusto tener gente así en Euskadi.