El último grupo que ha caído en manos del proyecto unipersonal de Juanra Prado ha sido el dúo sueco Old Amica, un proyecto a medio camino entre el folk intimista y soñador de Bon Iver o Fleet Foxes y cierta indietrónica calmada y algo brumosa. Pero durante los diez años de historia de Moonpalace Records ha habido un poco de todo, dentro de una marcada inclinación por la melancolía y música tristona. Han pasado algunos paisanos locales (Saioa, Joseba Irazoki, Manett), los británicos y experimentales Tex La Homa, descaro español (Ursula), Francis Alun Bell (una suerte del Jann Tiersen de “Le Phare” a la portuguesa) y así hasta una quincena de grupos incluyendo al gran Anthony Reynolds, el hombre que se escondía detrás de la gloria épica y efímera de Jack (y más tarde Jaques) en época del Britpop.
Y todo esto lo ha editado una sola persona durante diez años, cuidando el diseño de los CDs hasta el último detalle desde su casa de Donostia. Sin ánimo de lucro. Rompiendo las reglas del mercado.
“La verdad es que sí, pero bueno, lo más correcto igual es decir que Moonpalace Records existe totalmente fuera del mercado. O por lo menos de lo que la gente entiende por `mercado´; mi mercado es otro, el de la gente que le gusta investigar y descubrir nuevas cosas, que aprecia el formato físico de un disco, que está más o menos al tanto de lo que se cuece por los subterráneos del indie…”.
Reconoce que no siempre se agotan las 100 copias (¡sólo 100!) de su catálogo y que “a ojo de buen cubero” no sabe exactamente si ha ganado o perdido dinero con el proyecto. ”De momento creo que se va sosteniendo, ¡aunque soy bastante desastre para estas cosas!”, dice entre risas. Ahora que el vinilo vive un cierto auge y que los discos compactos están de capa caída Juanra cree que tiene más sentido que nunca mimar al comprador de CDs. “Si quieres que la gente se compre el objeto físico hay que empujarle a gastarse un dinero en algo que ya tiene en formato digital al alcance de la mano, hay que ofrecer algo a cambio. A mí me jode bastante pagar 15 euros por un CD y que no tenga más que un díptico miserable con los títulos, ni letras ni nada”.
El proceso de fabricación del CD varía con cada lanzamiento y depende del material y de la cantidad de trabajo manual que lleve aparejado. La edición especial, de lujo, de “Euria ari du”, de Joseba Irazoki, tuvo que ser una locura para poder armar una a una las 100 preciosas láminas de corcho fino.
Sin embargo, la mayoría de las cajas que utiliza son de cartón. “Les tengo ya pilladas más o menos la mano y sé qué materiales puedo usar para que quede bien, aparte, por supuesto, de que me encantan tanto a nivel visual como de tacto”, explica. De los sellos de caucho también se nutren muchos de los discos, “ya sea para poner solamente el título o para el diseño en sí… depende”. Y tiene otros materiales “comprados” que espera le sean de utilidad algún día. “Yo es que encima tengo un poco síndrome de diógenes con todas estas cosas del cartón, papel… Me gusta mucho”.
Una década después toca “convencer” a esos artistas favoritos que por una causa u otra aún no han caído en las redes de Moonpalace. Juanra apunta al cantautor canadiense Barzin como prioridad absoluta, aunque lo que ya está en el horno sea un nuevo disco de The 99 Call. “Una preciosidad. Este grupo es una debilidad, me parecen elegantísimos, y hacen unas canciones eternas. Hace años su líder tenía un grupo llamado Tram que era una delicia, me gustaban mucho entonces, y editar ahora los discos de su nuevo proyecto es un orgullo”.
1 Comentario
Muy interesante, no conocia pero me lo apunto para cualquier trabajo que pueda realizar.