La vida del artista bermeano Nestor Basterretxea se esfumó el pasado 12 de julio de 2014, pero su obra está viva. ¡Vaya si lo está! Tomando como punto de partida las obras que guardaba en el caserío Idurmendieta de Hondarribia, su lugar de residencia, Koldo Mitxelena Kulturunea le dedica una amplia retrospectiva que toca todos sus palos (escultura, pintura, cine y fotografía), reivindica su figura como hombre poliédrico (vasco y universal, tradicional y vanguardista), prolífico (153 obras seleccionadas para la ocasión de un total de cerca de 1.000) y lo resitúa al nivel que se merece, a la par que Eduardo Chillida y Jorge Oteiza, los tres grandes artistas vascos del siglo XX.
Basterretxea siempre estuvo varios peldaños por debajo de la popularidad de los otros dos. Pero qué más da, su legado es soberbio. La muestra ‘El peso de la primera memoria‘, que se abrió al público en noviembre y se clausura el próximo 14 de febrero, rescata piezas expuestas en contadas ocasiones, da a conocer producción inédita y se presenta como una estupenda ocasión para redescubrir a este artista total que, dicen, pasó los últimos meses de su vida trabajando largas noches en vela.
Es, en palabras de Xabier Sáenz de Gorbea, comisario, la exposición que quiso Basterretxea. Y no han pasado ni dos semanas y ya es nuestra exposición favorita del año. Tal vez la más interesante que vas a ver en 2015. Este reportaje fotográfico de la diseñadora Marta Ennes da buena cuenta de ello.
Los 14 óleos de «Vía Crucis» (1950) sólo se habían exhibidos en Buenos Aires. Son oscuros y tenbrosos:
Su faceta como diseñador de muebles (para la empresa Biok) o de platos de cerámica es muy desconocida. Hacía cosas muy chulas:
Tenía muy buena mano para la ilustración y los retratos. El dibujo fue la afición que más cultivó en los últimos tiempos:
En la serie «Cosmogónica vasca» muestra sus trabajos de madera tallada. Combina vanguardia y arte ancestral:
Fue el primer artista plástico vasco que investigó el mundo de la fotografía:
Con motivo del cincuenta aniversario del bombardeo de Gernika realizó una serie de dramáticas obras en blanco y negro:
La Guerra Civil, que le dejó marcado de por vida:
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