Nada más empezar a charlar nos ponemos a contar los días que han pasado desde que Tabakalera abrió sus puertas el 11 de septiembre. ¿110? ¿120? Está claro que ninguno de los dos somos de números, pero desde aquella triunfante inauguración en la que no cabía un alfiler han pasado muchas cosas (buenas, regulares y no tan buenas) y otras (como la biblioteca Ubik, el hotel y el restaurante) llegan con retraso. Aunque en un momento de la entrevista Ane Rodríguez, directora de Tabakalera, se pregunta si está respondiendo a la gallega sus respuestas son claras y certeras y no se anda con circunloquios. Dibuja un balance positivo de estos primeros ciento y pico días, pero que no cae en la autocomplacencia. Pide más tiempo, acepta las críticas «constructivas» con deportividad y asegura que Tabakalera no está pensado para una élite cultural. Al otro lado del cristal de su despacho -pequeño y sencillo- su equipo trabaja en silencio y con dedicación.
¿Estos más de 100 días de funcionamiento han salido como esperabas?
Lo que me estoy preguntando últimamente es si los 100 días de margen que se da a los Gobiernos se aplica también a un centro de estas características. Sí han salido las cosas, pero es verdad que se están retrasando otras cosas más de lo que esperaba como es el caso de la biblioteca o la incorporación del restaurante y de la cafetería. Pensábamos que iba a estar a punto para finales de año y se está retrasando. Eso sería un poco lo que ha cambiado con respecto a los planes que teníamos previstos. Sobre la programación, creo que estamos cumpliendo con lo que habíamos prometido.
¿Haber abierto a medio gas ha sido un hándicap?
Creo que a corto o medio plazo no lo es. Hasta que estás en el espacio con la programación en marcha no te das cuenta de cómo es la realidad, de cómo te adaptas al edificio, de cuáles son los usos… Una vez llegas al edificio, por ejemplo, te das cuenta de cuántos espacios de tránsito hay. El haber empezado poco a poco te va dando oportunidades para corregir las cosas sobre la marcha. Si hubiésemos abierto todo a la vez hubiese sido muy difícil de gestionar y de asimilar en la ciudad. Ha sido acertado haberlo hecho así sacrificando otras cosas como que a veces puede haber una sensación de vacío o espacios en planta 1 que todavía no tienen una previsión. Pero el edificio tenía que respirar y la gente tenía que entrar para utilizarlo y hacerlo propio. Es como ir añadiendo capas.
El hecho de que haya tantas lupas encima de Tabakalera seguro que ha complicado las cosas…
Sí lo complica pero creo que ante cualquier novedad sabes que vas a tener esas lupas. Tienes que saber y predicar con la paciencia. Y creer mucho en los objetivos que te has marcado como institución, defendiendo esos principios con firmeza. Las cosas no se hacen de un día para otro. Este proyecto ha tardado 14 años en materializarse y no sería justo juzgarlo en estos primeros 100 días. Cualquier proyecto de este tipo necesita años para asentarse y generar esos cambios en la ciudad y en el sector artístico. De la crítica, siempre que sea constructiva, se aprende. Nosotros tampoco hemos venido aquí diciendo esto es lo que hemos proyectado y esto es lo que vamos a hacer. Día a día tenemos un aprendizaje también de cómo encontrarnos con nuestro público y de cómo siendo fieles a nosotros mismos podemos ir modificando y facilitando las cosas.
¿Crees que, en general, habéis conectado con el público?
Es un término muy abstracto. Hay mucho públicos. El cine tiene un público fiel que se va asentado y eso se ve proyección tras proyección. Hirikilabs tiene otro público. El público familiar funciona muy bien, el público artístico es más usuario que otros… Cuando hablamos de público es difícil definirlo. Creo que es un espacio que ha sido muy bienvenido en la ciudad y la gente luego se está preguntando qué va a pasar en esos otros espacios que hay vacíos. Pero pueden venir aquí y tomarse un café, ir a Nana y a Lantoki, por ejemplo, y luego a la terraza. Eso ya está bien. Luego está el enganche con nuestros programas que sería el objetivo mayor.
¿Qué les dirías a aquellos que por una razón u otra mantienen una postura crítica con todo lo que supone Tabakalera?
Pues… En primer lugar no sé cuáles son las razones. Tabakalera creo que es un lugar para todas y todos.
¿No es para una élite cultural?
No. Absolutamente, no. El cine no es una élite cultural, por ejemplo. Hay gente que va al cine y dentro del circuito de pantallas entra Tabakalera. Ayuda que haya programaciones cruzadas, como que esté aquí (el ciclo) Nosferatu, la Filmoteca, que nosotros demos una visión más contemporánea… Los públicos se van contagiando y eso es positivo. No creo que sea para una élite. Otro ejemplo: un grupo de amigos pueden quedar en Tabakalera y comprarse un jersey en Arteuparte. Las iniciativas privadas que hay en el edificio para nosotros son claves a la hora de atraer otros públicos.
¿Qué es Tabakalera? Defínemelo como si fuera ajeno a todo esto, como si fuera un turista.
Tabakalera es, en primer lugar, un espacio donde hay diferentes iniciativas culturales: exposiciones, cines, talleres, que tienen que ver con la tecnología o el arte contemporáneo o no… También hay aulas y música a través de Kutxa, que lo que aquí hace es muy importante y atrae a un público muy específico. Es un lugar donde puedes venir a pasar la tarde o puedes venir a implicarte a través de otro modo con la programación que aquí se ofrece.
¿Qué es lo que mejor ha funcionado hasta ahora?
Una de las cosas que más me han gustado no ha dependido de nosotros y tiene que ver con la curiosidad con la que viene la gente. Eso es súper positivo. Vienen y se maravillan con el espacio. Uno de los momentos más bonitos ha sido cuando pusimos una instalación en la segunda planta de unas artistas de Bilbo y que es un proyecto que hemos trabajado con una asociación de mujeres de Hernani. Ellas reivindicaban el cambio de nombre de una calle, de un cura al nombre de una mujer que querían llamar Andrekale. Un grupo de señoras mayores de Hernani estaban emocionadas de verse en la pantalla. Éste es uno de nuestros objetivos: socializar el arte contemporáneo.
¿Y qué es lo que necesita un empujón?
Tenemos que afinar mucho el lenguaje, que es un tema que ha salido mucho (en los medios). Acercarlo más al público. Hay un tipo de lenguaje que está bien utilizarlo en una serie de textos pero luego tenemos que acertar en las fórmulas adecuadas para llevarlo al campo de la difusión y de la comunicación. Lo estamos ajustando. Otra cosa que necesita un empujón es la marca Tabakalera. Dónde queda el edificio, nuestra programación, Kutxa, Etxepare, «Tabakalera Tabakalera»… Se necesita que pase un poco más de tiempo y podamos asentar ese ecosistema entre todos, pero manteniendo al mismo tiempo las individualidades de cada uno.
Hablando del lenguaje… ¿Qué es exactamente Hirikilabs?
Es un juego de palabras entre «hiria» e «ireki», que quedaría como «laboratorios de ciudad abierta». Nace de un proyecto de Donostia 2016 en uno de los faros famosos de la capitalidad, «Hirikia», que tenía que ver con todo lo relacionado con la tecnología. Al fin y al cabo es un laboratorio de cultura digital. Con tecnología todos entendemos lo que se quiere decir. La cultura digital hace referencia a todo aquello que se genera a través de Internet.
¿Qué se pretende con todo esto?
Pretendemos, de alguna manera, socializar el uso de la tecnología. La tecnología en 3 dimensiones es, a priori, algo que nos asusta a muchos y pensamos que no es para nosotros. Pero luego, realmente, cuando acudes a este tipo de laboratorios te das cuenta de que hay muchas aplicaciones. Los laboratorios tienen maquinaria electrónica con la que a través de lo digital se pueden ir fabricando muebles, diseñando en conjunto cosas… Las mesas que tenemos aquí las podemos replicar allí. Hacemos talleres con niños los sábados donde se les enseña, entre otras cosas, a programar videojuegos con un fin pedagógico y luego está el concepto de nuevos artesanos, que es muy importante; cómo a través de las nuevas herramientas tecnológicas pueden seguir trabajando de manera más eficiente y lograr una silla en dos horas.
¿Fue un error alquilar el espacio para que una empresa montase un cotillón de Nochevieja?
No.
Entonces, si este año os lo vuelven a proponer lo volvéis a alquilar, ¿no?
No lo sé.Tenemos que ver cómo altera el funcionamiento del edificio, de la actividad, de la programación… Ahora lo que nos toca analizar es si una producción de 24 horas nos compensa o no, pero no tiene nada que ver con que fuese un cotillón. ¿Me explico?
(Risas)
¿He respondido a la gallega, no? Para mí no fue un error.
¿Ni siquiera con la reacción que generó después? ¿No es un poco extraño montar aquí un cotillón? Cuando se alquiló el espacio para un pase de modelos no pasó nada…
¿Por qué es extraño que se monté una celebración de Nochevieja y no un pase de modelos?
Hombre, es evidente. La moda se cruza con la cultura y el arte y un cotillón no deja de ser una farra que está alejado del espíritu de Tabakalera.
Sí, pero era un evento privado absolutamente.
Lo de la moda también, ¿no?
Sí, era privado pero estaba abierto el edificio al mismo tiempo. Por eso daba importancia a que el edificio estuviera cerrado. ¿Fue un error? A día de hoy te digo que no.
¿Cuándo se inaugurará la biblioteca Ubik? ¿Crees que marcará un antes y un después en el edificio?
No hay fecha cerrada todavía, pero se abrirá en el mes de marzo casi seguro. Y sí, creo que va a suponer un antes y un después.
¿Y tenemos fecha para el restaurante y para el hotel? ¿Cómo serán? ¿Exclusivos o populares?
El restaurante estará disponible para marzo y abril y el hotel, aunque se había dicho que para Semana Santa estaría listo, tengo mis dudas. Contaría con el hotel a partir de mayo, que tendrá 4 estrellas. El restaurante, en cambio, abarcará los dos extremos y no va ser exclusivo con un menú a 60 euros.
5 Comentarios
Supongo que «que género después» es «que generó después»… Por cierto, magníficas preguntas por tu parte, patéticas respuestas por la suya… ¡días contados!
Corregido, mila esker Talibán ortográfico!
A los que proyectaron TABAKALERA se les fue de las manos prometiendo el oro y el moro y ahora se han dado cuenta de que no es tan fácil de convencer a los ciudadanos. Es una pena porque a primera vista parece solo un despilfarro de dinero en un edificio que no terminamos de entender su función.
Esperemos que pronto se vayan aclarando estos lados oscuros.
Totalmente de acuerdo con que un proyecto de este calibre necesita años para asentarse. Estamos hablando de un Centro Internacional de Cultura Contemporánea… Nosotras, la ciudadanía, necesitamos entender y asimilar el proyecto. Creo que es una necesidad mutua.
Y un detalle: el nombre de la calle de Hernani no es Antekale, sino Andrekale. Ez zenion ondo ulertu Jon.
Aupa, Iñaki! Mila esker zure iruzkinarengatik. Zuzenduta. Cosas de mi oído pegado a la grabadora 😉