Uno de los hashtag que circulaba por twitter en la última edición del Jazzaldia poco tenía que ver con algún concierto de la plaza de la Trinidad o con el gran cartel gratuito de la playa de la Zurriola. No trataba de música sino de hostelería.
El trato que dispensan muchos de los hosteleros donostiarras a sus clientes ha sido largamente comentado en cuadrilla (que si son secos y bordes, que si no saben atender, careros) pero ha llegado el momento de sacarlo a la luz. Describimos a los #hostieleros de pro en 10 puntos:
1-. “En diez minutos cerramos la cocina”
Son las 22:50 y esta frase del río Ebro para abajo no tendría ningún sentido. Aquí va a misa. Las once es la hora tope en todas las cocinas de todos los bares de Donostia un viernes o un sábado por la noche. Para comer, sucede lo mismo con las 15:20 horas. Al parecer, no les debe interesar hacer caja porque están forrados.
2-. “¿Comes de pintxos o de carta?”
En muchos bares es realmente complicado entender las reglas de juego cuando uno tan sólo quiere CENAR. En el Casa Senra de la calle San Francisco de Gros se arman unos líos monumentales. Aunque las mesas estén libres, no se puede comer de pintxos. Los tienes que combinar con alguna ración de la carta, pero en ese caso ¡el número de platos del menú debe superar al número de pintxos! (sic).
3-. “No sé cuándo se va a librar la mesa”
En un restaurante indio del madrileño barrio de Lavapiés o en cualquier tasca andaluza te hubieran dado un tiempo de espera, aunque probablemente sea falso. Hay que retener al cliente, hacerle ver que se interesa por ti. Esta premisa lógica, puramente comercial, no vale con los #hostieleros: lo que quieren es que te largues a otro sitio cuanto antes, que bastante tienen con lo suyo (un par de mesas y cuatro señores en la barra).
4-. La culpa es de Yoko Ono
Un amigo que ha estado en Tokio dice que el funcionamiento de la hostelería vasca se parece a la japonesa: hay mucha gente trabajando en los establecimientos y cada cual cumple estrictamente con las tareas asignadas. Ni más ni menos. Los #hostieleros son de ideas y acciones fijas. Si están en la barra están en la barra y no se van a mover de ahí.
5-. “Dime”
En Euskadi los saludos de cortesía son variadísimos porque tenemos la suerte de elegir entre dos idiomas. Pero los “aupa”, “kaixo”, “qué tal”, “hola” y compañía rara vez salen de su boca. Prefieren ir al grano, que para algo están trabajando: “dime”, “qué quieres” son dos de sus frases favoritas. Servir y cobrar. Servir y cobrar. Servir y cobrar. Y así en bucle.
6-. No es un amigo
Relacionado con el punto número cinco. Hay gente que en otras partes acude sola a un bar a tomarse algo y, ya que está, comenta el partido del fin de semana con el señor de la barra. Se produce así una extraña y bonita relación de dos semidesconocidos en torno a un tema intrascendente. Este acercamiento sería una maniobra hostil para los #hostieleros. Una osadía de insospechadas consecuencias.
7-. Giputxi
El tópico de que los guipuzcoanos somos grises y serios (pero gente honrada y de fiar) tiene aquí su máxima expresión. No se te ocurra sonreírle ni proponerle temas de conversación (punto 5 y 6), pero puedes servirte todos los pintxos que quieras. Al final, te preguntarán qué has cogido y, como también eres honrado y de fiar, les dirás la verdad.
8-. ¿Agua de grifo?
Cuando era un chaval, antes de volver a casa tras una noche de farra parábamos en La Napolitana de la Zona. Además de las patatas fritas de rigor solíamos pedir agua de grifo para que nos saliera más barato y la respuesta era siempre la misma: “No hay”. Pues bien, los #hostieleros tienen un punto más de honestidad (punto 7) y no te van a mentir. Te sacarán directamente una botella de Insalus.
9-. Dinero contante y sonante
Con ellos no existe otra ley que la ley del dinero. Cañas a 2 y 3 euros, vinos a 3 euros, pintxos de 2 a 3 euros… Con semejantes precios no es de extrañar el triunfo del pintxo-pote, que viene a ser algo así como un pintxo low-cost (en precio y calidad).
10-. Las aceitunas se pagan
Estrechamente relacionado con el punto 9. La tapita de cortesía que dan en otros muchos sitios junto a la bebida no existe, ni siquiera en su versión más rudimentaria: *las patatas de bolsa. Los #hostieleros nunca cederían a la tentación de regalar comida. “Se empieza con patatas chips de esas y acabamos regalando chuletas”. Lógico.
*No sabemos si obedece a algún tipo de leyenda urbana pero dicen, repetimos, dicen, que en el bar Akerbeltz de la Parte Vieja “regalan” patatas con unas cañas Mahou bien tiradas.
67 Comentarios
¿Ha esto lo llamáis cultura? Cutres.
Casa Vergara, en frente de Atari Gastroteka, en la parte vieja. Una amiga le pide a la #hostielera que le active la máquina de tabaco y tras decírselo 2 veces, cuando se digna a contestar, le dice «que ya voy» con su cara más avinagrada. Su propio compañero le pidió que pidiera disculpas. Yo desde luego, no vuelvo a ese bar. He sido camarera, y creo que el cliente siempre tiene que ser tratado con respeto, más aún cuando los propios clientes están siendo amables.
Ayer día 14 de agosto, en el bar Sebastopol, calle San Martín, dos cañas pequeñas y dos gildas 10,40 €. Le pido que me desglose los precios y el resultado es el siguiente: La caña a 3€ y la gilda a 2,20€. Toma ostiazo!! Así llegaremos lejos.
Joder, vaya precios. Es tremendo, Antxon. #Unamás
Aupa Jon : tu que puedes , ¿ Porque no empiezas una campaña para establecer la tapa gratis y obligatoria en donosti? Eso si seria un bombazo !! las cosas solo se consiguen si se quiere !!!
Comunicado semanal de los bares que ofrecen tapa gratis !! con agradecimiento .
taberna-liberada , Askatu-taberna .
A por ellos!!!!
Aupa, Adolfo!
Ojalá yo pudiera, pero me temo que el lobby hostelero nunca aceptará eso argumentando que Euskadi no es como Granada o Salamanca, que aquí los pintxos son patrimonio nacional y que no se pueden dar así como así. Es una batalla perdida, pero si salen más bares como el Cochinita Pibil del centro donde sí que ofrecen una tapita gratis me doy con un canto en los dientes.
Viendo los comentarios de esta charla, espero que a Jon Pagola no le importe que traiga un comentario que he hecho en otra charla con la recomendación de un relativamente nuevo bar, con servicio amable y buenos precios: el BAR ATARI de Amara.
En Amara, hace ahora un año reabrió sus puertas, con otro dueño, el mítico BAR ATARI, en la esquina de Carlos I con Eustasio Amilibia, emblemático por los troncos para sentarse que posee en el exterior. Desde el principio, el bar destaca por su buen ambiente y porque se come y se bebe muy bien, y a un precio muy, muy bueno. Además de los pintxos, a destacar los generosos zuritos (a 1 euro) y el precio de sus copas.
Al contrario que en otros bares de Donosti donde parece que te perdonan la vida por servirte, PEIBOL, el encargado (realista a rabiar) es amable y ofrece un buen servicio.
Además, el Atari tiene una terracita de lujo, cojonuda para tomarse algo cuando el tiempo acompaña. Dentro del bar, la enorme tele es de las mejores de Donosti para ver los partidos de la Real. ¡Merece la pena una visita!
Saludos.
¡No nos molestan en absoluto las buenas recomendaciones! Mila esker
Perdón sigo… Os prometo que en muchas ocasiones he dado tiempos de espera a alguien que quiere sentarse y no hay mesa y si no cumples con el tiempo exacto (porque el otro cliente no se levanta y con todo su derecho de seguir en la mesa) a mi me han llegado a insultar y que tuve que hacer, agachar la cabeza. El cliente siempre tiene la razón? En serio? Quien lleva un bar lleva un negocio, una empresa y lo hace por dinero, si es verdad que hay que ser amables, si es verdad que hay que regalar cosas pero también hay que sortear las piedras que le pone el sistema al hostelero, y de verdad os digo se meten muchas horas y restringir los horarios de cocina es necesario porque hay gente que abusa de los demás, dígase cliente o dígase jefe de cocina o de sala. Estoy segura que la hostelería en cuanto a servicio va a dar un vuelco, hay muchas carencias, es verdad, pero me gustaría que lo mismo ocurriese con la mentalidad de todos. Estoy segura que todos seremos capaces de ponernos en los zapatos de los demás, no es difícil. Realmente disfruto haciendo mi trabajo, soy afortunada, pero hay muchos a los que no le queda otra opción y es así y es lo que acaba ocurriendo…. gracias por el post espero que sirva para que muestres también «la otra cara».
Romina, muchas gracias por tu post escrito con educación y amabilidad. Así da gusto. Tienes razón en la cara B que comentas y que es muy fácil descargar la ira contra los hosteleros. Por eso, y para compensar un poco el asunto, escribí esto, que no sé si lo has visto:
http://www.kulturaldia.com/auskalo/tu-tampoco-te-libras-cliente-del-bar/
Abrazo y ánimo con tu tarea!
He leído atentamente el post, y estoy de acuerdo con muchas de las situaciones que comentan, son cosas que indiscutiblemente se pueden mejorar. Debo decir también que llevo casi 18 años en la hostelería y solo tengo 34 y no puedo dejar de comentar la otra cara de la cuestión. Si, es verdad que muchos camareros son muy secos, pero si eres maja y sonríes muchos toman erróneamente el mensaje, cuando solo quieres ser amable y educada creen que quieres otra cosa (falta de costumbre supongo) pero es que nadie va a comentar sobre esas personas altamente maleducadas (pijas y emperifolladas por lo general) que tratan a los camareros como sirvientes
solo sirve el que vale , solo vale el que sirve !!!
¿Qué os parece que cuando pides algo para picar (comer) en un bar el barman os pregunte: «¿Para beber?»?
A mí me parece algo inoportuno, molesto, si me apuras algo de acoso. Si yo quiero algo para beber ya lo pediré. Por suerte cuando pides algo para beber no te largan: «¿Y para comer?», igual que si vas a la pastelería a por una palmera de chocolate no te preguntan a ver si quieres una piruleta, y cuando vas a la ferretería a por pegamento no te preguntan a ver si necesitas un destornillador, …
Si por lo menos fueran más educados y te dijeran: «¿Quieres algo para beber?» … Por cierto, el «saludo» del «Dime» sin más (en vez de «Buenos días/tardes/noches, ¿qué desea usted?») ¿se da por toda España? ¿Desde hace mucho tiempo?
adslzone.net/postt382858.html
Hace poco entré a La Tita Lupe de Gros por un cartel que decía pintxos a 1 euro. Pido uno y me dicen que eso es así si también se pide una bebida, si no el pintxo a 1,50 €. Salgo a comprobar lo leído y verifico que no se dice nada de la bebida. Así se lo hago saber a la barwoman y me dice que el pintxo a 1 euro sin bebida no sale rentable. Le digo que la puedo entender pero que yo he entrado por lo que dice el cartel. Me dice que ha probado a ponerlo de distintas formas y que no sabe cómo acertar con los clientes. Yo le digo que así está mal y que habría que añadir lo de la bebida (lo mismo que me ha dicho, que salga escrito, ni más ni menos). Para más inri, mientras estoy comiendo el pintxo va la mujer y se enciende un cigarro detrás de la barra. Se aparta después algo hacia un rincón, creo que cerca de la cocina, pero ahí se queda fumando ni corta ni perezosa. ¡Viva la Pepa!
¿Es el que está al lado del apeadero de Gros? Me suena haber visto ese cartel. Lo de fumar dentro es una idea buenísima para espantar a los clientes, por cierto.
Afirmativo a todo.
Alucinante lo que me paso un día cualquiera en esta «asombrosa» ciudad. Resumiendo. Yo junto con 4 amigos, 2 de Donosti y 2 de Madrid, dando una vuelta por la Parte Vieja, entramos en un bar porque nos ofrecen 2 cervezas al precio de 1. MEK! Error! Si lo sé. Siendo Donostiarra como me dejo arrastrar por una oferta así, pero es que nos queríamos librar de un pesau que estaba acosando a nuestras amigas de Madrid… al grano. Al comprobar que lo de la oferta era un tocomocho y ante la falta de explicaciones del camarero, le intento devolver las 4 cervezas (nada de 2 x 1) sin tocarlas y le pido que me devuelva el dinero. Al negarse le pido la hoja de reclamaciones, momento en el que, SORPRESA! El «camarero» me da un tortazo con toda la mano abierta. Sorprendente no? Pues esto que seguro no te pasa ni en el peor tugurio del Bronx te puede pasar en un bar cualquiera de la parte vieja Donostiarra. Lo gracioso además es que uno de los agentes de la policía municipal que se acercaron a nuestra llamada, intento persuadirme de no poner la susodicha hoja de reclamaciones (parece que conocía a los del bar) a cambio de devolvernos lo pagado. Ahora! En fin cosas que pasan en una ciudad donde los hosteleros por lo general se creen de una especie superior. Y aunque esto sea de lo más grave que me ha pasado la verdad es que estoy bastante harto de pasar vergüenza con la actitud de estos impresentables cada vez que me vienen a visitar amigos de fuera. La hostelería es la verguenza de San Sebastián señoras.
Joder, eso ya pasa de castaño oscuro. Espero que hayas denunciado la agresión…
El otro día caminaba por Gros cuando me llamó la atención una mesa afuera de un bar (Garbola, Gros) llena de cocktails, con etiquetas con sus nombres. Me fijé y parecían ser reales. Luego ví al lado, en el escaparate, recortes de periódicos hablando bien del local y sus pintxos. También había una lista de pintxos, (aunque sin precios). Así que entré. Dentro tampoco ví el precio de los pintxos, por lo que pregunté al barman. Me lo dijo, siendo más caros de lo habitual (posiblemente por ser de tiburón, etc.). Pregunté el precio del pintxo de tortilla y me dijo que eran 3 euros. Me pareció caro y repetí el precio con extrañeza. Luego empecé a preguntar por la preparación de los cocktails de fuera pero el barman me cortó enseguida diciendo su precio: 9 euros. Termińe mi consulta (si se preparan cada día) y el camarero me dijo que depende y, cortante, que si tenía alguna pregunta más. Le dije que no, que no le quería molestar más y me fui diciendo que la fachada es muy bonita pero el interior no tanto. Al salir me pareció oirle quejarse.
En resumen:
1) No se pone el precio de los productos, como obliga la ley y es deseable para evitar problemas en las compraventas entre hosteleros y clientes.
2) Debido a ello hay que preguntar.
3) Por falta de paciencia, tener mal día, etc. se responde poco y mal.
4) El cliente mal atendido se va.
5) El hostelero se cabrea.
¿n?) ¿Se repite el ciclo? ¿Círculo vicioso?
A) El escaparate es publicidad engañosa. Muestra un mundo idílico cuando dentro, pese a tratarse de un local vistoso y estar el barman vestido como un crupier, se reparten «hostias»: otro ejemplo más de la hostielería donostiarra, a evitar o, mejor aún, corregir. Ojalá sea posible.
Moraleja) Si por Gros te das un garbeo ojo con el Garboleo.
Una vez entré en Garbola. El trato rayó en la dejadez, la barra no me resultó atractiva, la música era execrable y el precio me pareció desproporcionado. No he vuelto.
Supongo que sólo traspasaré nuevamente su umbral si me convoca allí Loquillo. O el mismísimo Ron Jeremy.
Por otra parte, el daño que están haciendo los hostieleros a la capital guipuzcoana, da para varios tratados.
Gracias por su comentario, por compartir con nosotros sus impresiones.
Un saludo.
Igor Cubillo en http://loquecomadonmanuel.com/2013/06/12/bienvenidos-a-bar-garbola-donostia/#comment-23905
El otro día entré a La Madame 50 minutos antes de la hora de cierre siguiente y me dijeron que ya no servían y que estaban cerrando. Al menos me dejaron usar el baño. Me dijeron que la hora en cuestión es la máxima, pero en los carteles con el horario no dice nada de eso. Yo sé que la hostelería es sacrificada y que a veces los camareros, cocineros, etc. tienen que trabajar hasta más tarde de la hora de fin estipulada, pero tampoco está bien que no atiendan dentro del horario de atención. Estaría bien que se intentaran respetar los horarios.
La Cantine, calle San Jerónimo: mosto (bien) pequeño, 1,50 euros. ¡Toma hostión!
En el St Etienne por un mosto grande a mí me cobraron 1,90 euros, casi lo mismo que por un refresco. ¡Toma moreno!
Para mí lo más grave de la «hostielería» (sector deficiente de la hostelería) donostiarra (y de otros lugares; por desgracia lo malo abunda), dejando aparte el común incumplimiento de la norma (discutible, como todo) que obliga tapar los pintxos por higiene, es el hecho de que en muchos casos no se indica claramente (en carteles, cartas, listas, …) el precio de la comida y bebida que se ofrece en los bares, como manda la ley y es aconsejable para dar confianza a los (potenciales) clientes, evitar abusos y reclamaciones, etc. Vamos, que es mejor no tener que preguntar el precio de antemano y que a nadie le gusta llevarse «hostias-sorpresa» si no se ha hecho.
La imagen está graciosa … 🙂
Bueno, pues va a resultar que lo de los excesos en hostelería es inevitable, por estar grabado en el mismo topónimo o nombre de la ciudad. Y no lo dije yo, donostiarra …
Resulta que hace un par de años pasó por esta ilustre ciudad un amigo mío, de fuera de Euskadi. Cuando nos encontramos, va y me larga algo así:
«¡Joder, tío!, ya sé porqué llamáis a esta ciudad Donostia. Hemos estado tomando algo en el chiringuito de la playa [Ondarreta] y por [tales consumiciones] nos han cobrado [muchos euros]. ¡Vaya hostia que nos han metido! Entonces Donostia se llama así por las hostias que meten con los precios: Don-hostia».
Vamos, que los hosteleros meten hostias por medio del dinero. ¿O será el vil metal el que nos ataca por medio de los hosteleros?
Claro, luego posiblemente se habló del desorbitado precio de los pisos, …
Ojalá lo dicho quede en broma/anécdota y los precios se vuelvan razonables …
Ejemplos de malas prácticas comerciales en Donostia las hay a patadas. Hace unos días quise comprarme unos zapatos de 160 euros en un comercio pequeño del centro. Pues bien, tras advertirle a la dependienta de que un zapato tenía un defecto, ésta, en vez de intentar buscarme una solución, se limitó a mirarme con cara de vinagre. Al salir de la tienda, me despedí y no me contestó. Otro ejemplo reciente: el sábado pasado, semana grande, comí con mi madre y mi hermana en una terraza de un conocido bar del centro. Mi madre llegó con sus muletas 15 minutos antes para coger sitio. El camarero le dijo que sólo se podía sentar si iba a comer. Mi madre le respondió que iba a comer con sus hijos, pero que mientras esperaba quería un crianza. Pues no le dejaron sentarse. Cuando llegamos, de mala manera, nos pusieron en una mesa pequeña a los tres, apretujados. Al lado había una mesa reservada para unos extranjeros -y a mi me consta que en ese bar no aceptan reservas. Mi madre era clienta habitual desde hace 30 años de ese bar. Ahora ya no. Ahí dejo este mensaje para que reflexionemos un poco acerca de las malas maneras de atender al cliente que muchos negocios tienen en esta ciudad.
si tu madre fuera clienta habitual desde hace 30 años alguien la habría conocido y dejado sentar. Otra cosa es que de vez en cuando vayas a un sitio y la primera vez que fuiste fue hace 30 años.
Por último, ese complejo frente a los guiris (frente a los extranjeros sería xenofobia y quedaría feo) es muy típico del acomplejado de a pie sea éste de donde sea.
El trato al cliente en hostelería y en muchos comercios donostiarras deja mucho que desear. Más ahora con el boom de turistas, tras la época de terrorismo. Me fijo que en el centro y en lo viejo, al extranjero le tratan mejor que al local. Menudo error. Con la abundante oferta que hay, en vez de mimar al cliente, van a lo rápido: precios caros e injustificados y trato pésimo. ¿No se le habrá ocurrido a alguien que mimando al cliente y con una buena actitud, éste vuelve a repetir? Y no digamos de los críticos gastronómicos que abundan últimamente por la ciudad. He llegado a oír a un camarero llamarle “gilipollas” a la cara a un extranjero en un bar de la Parte Vieja.
Conmigo han logrado que sólo vaya a tres bares concretos de lo viejo cada vez que quiera comerme pintxos; si no, me los como en los bares de mi barrio, Amara, que me conocen y me tratan bien. Para hacérselo mirar…
Mediados de julio de 2014, terraza en la Plaza de Gipuzkoa de Donostia.
2 cortados, un mosto y un bíter kas…casi 10€ !!!
Cada cortado…2’10€.
Este año, a pesar de lo que leo en el Diario Vasco ( últimamente mienten muchísimo con el turismo), veo menos gente y se puede estacionar en el parking de la calle Okendo a las 18:00 horas.
He estado en Estambul y sinceramente, Donostia tiene muchiiiiiisimo que aprender de lo que es de verdad, una ciudad turística.
Amen, Aitor. No aprendemos. En fin.