Poco a poco vamos engordando la lista de los bares que se escapan de la medianía y, aunque ha habido un parón desde el último hasta ahora, toca reiniciar la mini-serie. Seguramente, de haber sido un bar nuevo -lleva abierto tal y como lo conocemos ahora unos dos años- lo hubiéramos encajado en el post sobre los tres bares que han abierto sus puertas recientemente y que recomendábamos (lo seguimos haciendo) desde estas mismas páginas.
Pero en realidad, la historia del bar Zamora y Kulturaldia viene de unos meses atrás: Iñigo Agote, responsable del Kalima, nos lo mencionó, precisamente, cuando lo estábamos entrevistando. Para aprovechar todo su esplendor, conviene desplazarse al Zamora con buen tiempo: medio escondido como está entre el reloj de Ategorrieta y las faldas de Ulía, la terraza es la joya de la corona de este bar de barrio. Tras dejar atrás el frontón del paseo Gardoki, veremos en lo alto un cartel hecho a mano que sale de un espacio rectangular rodeado de setos y en el que caben media docena de mesas dispuestas entre varios troncos de árboles. Es bien bonito. Ahí, en un cruce entre dos caminos y en el bajo de una estrecha y peculiar casa, se encuentra el bar Zamora.
“Han llegado a dar hasta sopas de gato«, nos desvela Marta Erro, que junto a su tío, Juan Correa, es la actual propietaria. «Este sitio tiene 50 años y por aquí ha habido de todo: han hecho desde menú a comidas, luego lo cogieron unos fiesteros y más tarde dos chicas. Lo abrimos por casualidad, cuando mi hermana me dijo que estaba libre. Siempre me ha encantado. Me lo descubrió mi padre».
Hoy es un domingo soleado de verano y la terraza luce un buen aspecto. De todas formas, Marta reconoce que cuando más «meneíllo» suele haber es un poco antes, al mediodía. «Mi idea es la de un bar tranquilito. Que la gente venga a su vermú, su aperitivo…». Dentro del bar, que también está debidamente cuidado, suena una canción muy agradable del grupo Beirut. «Pongo la música que me gusta. A mí tío le van otras cosas pero siempre con criterio», avisa.
El bar Zamora puede ser un buen plan para tomar algo, comer un bocadillo o picar alguna ración casera como las patatas bravas, la tortilla de patatas, los txipirones… Próximamente, también habrá hummus y guacamole. Pero lo que más ilusión le hace a Marta sería poder montar pequeños conciertos, una experiencia por la que ya ha pasado en dos ediciones del Olatu-Talka. «Yo quiero empezar a hacerlo, pero con los permisos…», se lamenta.
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