AULD DUBLINER O EL DECLIVE DE REYES CATÓLICOS

El cierre del pub Auld Dubliner hoy mismo obliga a recuperar este post sobre la decadencia de Reyes Católicos. Es sábado por la tarde y al llegar a la terraza del bar Pokhara una imagen típicamente ñoñostiarra nos aguarda: Odón Elorza, el ex alcalde y actual diputado socialista, apura un café mientras consulta su ipad. Las cuatro o cinco mesas restantes están llenas y entramos al interior. Con la hora que es y el día que hace no hay apenas gente, pero debe ser de los pocos negocios de Reyes Católicos que ha esquivado el imparable declive que está sufriendo la zona últimamente. “Tienen una clientela fija y los viernes y sábados por la noche llevan unos djs que le dan al local una identidad propia. Es el único que está aguantando el tirón en Reyes”. Habla Íñigo Agote, que montó el bar Kalima de la calle Larramendi nº 5 hace aproximadamente dos años. Donostiarra, se curtió en Madrid como hostelero y decidió montárselo por su cuenta y riesgo. Cuida los detalles de la decoración dándole un toque afrancesado y de indudable buen gusto al local, sirve las cañas con cariño -“al estilo madrileño”- y acompaña las bebidas con frutos secos: un detalle insólito por estas tierras. Mientras suena una canción de BMX Bandits y luego otra de Arcade Fire, pone el acento en que hace falta un “relevo” generacional, además de subrayar la necesidad de “diferenciarse”. Ya no vale el mismo patrón de décadas pasadas: poner copas y hacer caja. “Los jóvenes ligan por internet, hacen amigos por Internet, se divierten con Internet… Pero los establecimientos siguen en manos de los mismos dueños de hace 30 años y no se han actualizado a los nuevos tiempos. Para que haya un cambio y esto despierte tiene que entrar gente nueva con otras ideas y otra forma de hacer las cosas”. Agote se instaló en Reyes sabiendo que estaba de capa caída y que la figura del bar ha perdido centralidad en nuestra sociedad. Los nuevos hábitos, la crisis, la pujanza de Gros…

Varios factores explicarían la situación actual. Pero quizás, el punto de inflexión se produjo hace cinco años, con el cierre de la planta baja del Udaberri; el bar que, por ubicación y carisma, ha sido históricamente el punto neurálgico de Reyes Católicos. Naroa, que lleva “toda la vida” trabajando en su barra, rememora con una mezcla de nostalgia y amargura ese momento clave, cuando las noches se animaban a base de electrónica en el subsuelo. Hoy el Udaberri funciona principalmente como cafetería. “Ha sido como una enorme bola de nieve”, asegura. “Primero hubo muchos recortes de horarios, con lo que sólo podemos abrir hasta las dos y media el fin de semana. Luego se nos quitó la licencia de pub. Y si quieres hacer algo distinto como montar un concierto todo son trabas. No hay apoyo. Sólo nos queda sacar la cabeza y pelear hasta que podamos”. Para salir del atolladero en el que están metidos, algunos bares e incluso pubs como el Splash se han fijado en la fórmula de éxito de sus barrios vecinos: el pintxo-pote. La iniciativa se puso por primera vez en marcha el pasado viernes 18 de octubre pero pocos confían en que ayude a amortiguar la caída. El pub Auld Dubliner es la nueva víctima.