Cerca de 200 años, ahí es nada. La familia Leclercq puso en marcha la sombrerería Ponsol (Narrika, 4) en 1838, apenas 25 años después del incendio que chamuscó San Sebastián. Desde entonces ha resistido a todo tipo de modas y épocas históricas, guerras y dictaduras, ha vestido a actores, políticos, miembros de la realeza; si hay una tienda que merezca el calificativo de mítica en Donostia ésa es Ponsol. «Así la hemos conocido nosotros, desde los tiempos de mi abuelo», comenta con orgullo Iñaki mirando a su alrededor, hijo de María Pilar García, ya la cuarta generación de la familia.
Cuando entras a la tienda, te trasladas automáticamente a otra época; las columnas, el mostrador y las paredes respiran un aire decimonónico del periodo de la grandeur francesa. «Esto», dice señalando a los armarios, «son de una exposición que hubo en París«. Pero, ¿cómo ha aguantado tan bien el mobiliario al paso del tiempo? ¿Cómo es que todo, o casi todo, está intacto? «Los materiales de antes yo creo que eran mejores que los de ahora, aguantan mucho más. Hay que colocar algún listón que se rompe de vez en cuando, hay que pintar un poco… Pero aquí no se toca nada». Además de un largo mostrador hay un precioso escritorio ubicado a la derecha de la entrada, donde Iñaki y Olatz, empleada, realizan sus tareas contables y lo utilizan para tomar apuntes.
En esta esquina de la entrada a la Parte Vieja -justo enfrente de un chino y de una nueva tienda de camisetas, Pampling– se han vendido millones de unidades. Tienen todo tipo de sombreros: panamás, borsalinos, sombreros de lluvia, gorros de fieltro, ingleses, hasta las clásicas txapelas Elosegui. Los precios oscilan entre los 80 y 150 euros para caballero y entre 30 y 50 euros las de mujer. «Depende de las calidades», explica Iñaki.
Y al contrario de lo que más de uno pueda pensar, no es ésta (exclusivamente) una tienda de ancianos y maduritos. Al fondo hay ropa de marcas como Fred Perry y las nuevas generaciones no hacen ascos al sombrero. «Es verdad que hubo una época en la que no venían, pero la gente joven se anima cada vez más».
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