Belle and Sebastian, La Buena Vida, Camera Obscura… A la hora de describir el nuevo disco de Bassmatti & Vidaur, “Melodías concertantes”, se ha tirado generalmente de comparación con algunos de los principales referentes del pop de aquí y anglosajón de los últimos 20 años. “Me sorprende bastante que en muchas críticas se habla más de las influencias que de las canciones en sí. No estoy seguro de a qué se debe”, se pregunta Yon Vidaur, artífice del sonido y una de las dos patas del grupo junto al polifacético y ubicuo personaje local Giorgio Bassmatti, letrista y cantante, y a quien entrevistamos en esta misma página hace ya unos meses.
Algunas comparaciones, más que odiosas, pueden resultar inevitables. Los donostiarras Bassmatti y Vidaur cantan en castellano, hacen música pop y han decidido abrigar sus nuevas canciones con arreglos de cuerda y vientos. Huyen de esta manera de la pegada pop-rock de “Apropósito” (2010) y han abierto una nueva etapa cocinada a fuego lento entre 2011 y 2013 en el estudio Muir del propio Vidaur, que además de músico es productor. “En su momento decidimos que este disco sería nuestro disco de cuerdas, simplemente porque queríamos hacer un disco así. No había intención de deber nada a nadie ni de emular algo que ya pasó. El siguiente será muy probablemente de dub. No sé con quién nos compararán entonces”, tercia Yon.
“Si yo sacara un disco en solitario y fuera canadiense todo Dios mentaría a Leonard Cohen. O a Sean Nicholas Savage”, bromea Bassmatti. Editado en formato de 10” por el sello Jabalina, referente del vasto catálogo del indie español, el mini LP reúne siete composiciones propias en apenas 18 minutos -“mejor eso que empalagar. Si puedes decir todo lo que tienes que decir y ser capaz de emocionar, ¿para qué extenderte más?”- y está teniendo una notable repercusión en Radio 3, prensa especializada y público. Los fans se reparten por toda la península: desde un pedido suelto de Andújar, Jaén, hasta el caluroso recibimiento que obtuvo en el Madrid Popfest del pasado mes de marzo donde se despachó un puñado de copias nada desdeñable.
Está calando el tono melancólico y claramente norteño de “Melodías concertantes”, fiel reflejo de una etapa concreta en la vida de Bassmatti -“no podría pasar de decir que es muy mío”- que se abre con “Luces y cruces”, single digital de adelanto y tal vez el tema más directo de todos. Es cierto que al principio cuesta asimilar una voz grave y poco versátil entre la multitud de violines y trompetas, pero en segundas y terceras escuchas la belleza de las canciones se va imponiendo, incluso en los tramos más desnudos, que también los hay.
El pop, al menos por estos lares, parece que ha dejado de ser cosa de chavales imberbes, sino que más bien es obra de muchachos talludos que desprenden destreza juvenil e insensata alegría. Entre Bassmatti y Vidaur suman unos 80 años de vida, poca broma. Pero celebremos que las melodías no entienden de edades y aún laten con fuerza entre nosotros. «A los conciertos de pop van canosos y viejóvenes. Si la música es independiente y más cabreada, pues ya empieza a aparecer gente menos curtida. Pero me la pela que el pop sea viejo o joven. Si de los conciertos sale gente que quiere montar grupos, de lo que sea (menos de Whatsaap), me vale», concluye Bassmatti.
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