Me da un poco de reparo reconocer que nunca había ido a la ópera. «Tosca», la conocida obra de Giacomo Puccini, un montaje gigantesco en el que han intervenido más de 200 personas y que estos días se representa en la Quincena Musical, ha sido mi primera vez. La pregunta que me hago a continuación es obligada: ¿por qué siendo asiduo a conciertos, cine y espectáculos de todo tipo he tardado tanto tiempo en estrenarme? ¿Qué tiene la ópera que algunos tendemos a arrinconarlo (erróneamente) como si fuese un producto aburrido y desfasado, como si perteneciese exclusivamente a otro tiempo? ¿A un aficionado a la música rock le puede gustar la ópera?
Todo esto revoloteaba en mi cabeza minutos antes de acudir al ensayo con público de «Tosca» en el cubo grande del Kursaal. Es el plato estrella del festival, la apuesta más ambiciosa. Se estrenó por primera vez en el teatro Constanzi de Roma el 14 de enero de 1900, pero posee un ritmo muy actual, por momentos trepidante. Quizás por eso haya envejecido tan bien. Dirigido por Miguel Ángel Gómez Martínez, el reparto está encabezado por Ainhoa Arteta (Floria Tosca), Teodor Ilincai (Mario Cavaradossi) y Roberto Frontali (Scarpia) y de la música se encarga la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE). Paco Azorín es el director de escena y también merece ser nombrado.
Pese a ser un ensayo el aforo está prácticamente lleno. Se palpa la expectación de las grandes citas, de los momentos que no se repiten así como así. Hay todo tipo de gente. Y reina un ambiente familiar, bastante distendido y que no concuerda con la imagen un tanto estirada que se tiene de este tipo de espectáculos. Miro el reloj. Las 19:03. Esto está a punto de empezar. Se apagan las luces. Se ruega silencio desde megafonía y avisan de que al tratarse de un ensayo previo a las representaciones de los días 13 y 15 pueden repetirse algunas escenas, algo que finalmente no sucede. En realidad, todas las piezas de la ópera funcionan con la precisión de un reloj suizo.
La OSE, ubicada en el foso, amaga con las primeras notas pero finalmente se impone el perturbador ruido de varios pasos que viene de las gradas. Se agita el auditorio. ¿Será algún espectador rezagado? No, es el ex cónsul de la República Romana, Cesare Angelotti, que se está fugando de la prisión del Castillo de Sant’Angelo y pasa a refugiarse en la Iglesia de Sant’Andrea della Valle, decorado, por cierto, espectacularmente. Allí se encuentra a su amigo, el pintor Mario Cavaradossi, republicano convencido que promete ayudarle.
«Tosca» empieza a ritmo de thriller. Consigue atrapar tu interés. Después harán acto de presencia Floria Tosca, al amante del pintor, y el malvado Scarpia, jefe de la policía romana al que enseguida se le ve el plumero. Quiere capturar al fugitivo y lograr el amor de Tosca por todos los medios posibles. Desde el principio ya se ponen encima encima de la mesa todos los ingredientes de la obra. Un menú muy shakesperiano que recuerda a sus famosas piezas teatrales. Sentimientos humanos y profundos como el amor, los celos, la duda, la ambición, la tragedia y, por supuesto, la muerte.
Las voces de barítono son magníficas. Cantan en italiano y la traducción simultánea se puede seguir en euskera y castellano a través de una pantalla ubicada en la parte superior del escenario. Es muy parecido a ver una película en versión original con subtítulos, sólo que el texto queda más a desmano y cuesta un poco seguir con precisión el desarrollo de los acontecimientos. En un momento de la obra, entran en escena más de 50 figurantes, miembros del coro Mixto de Easo y los niños de Easo Eskolania. Sube la tensión. Estalla la música. Se mezclan el teatro, la música clásica y un innegable sentido barroco del espectáculo. Y de repente, con el pérfido Scarpia convertido en el amo del universo llueven cientos de papeletas desde el cielo. Se cierra el primer acto abruptamente.
Salgo al descansillo. Han programado una breve pausa antes de los siguientes dos actos. Lo primero que pienso es que la ópera tiene su punto. Hay partes más entretenidas que otras y a veces te gustaría meter la tijera a alguna que otra escena, pero no se hace pesado. La mayoría de las películas que veo son más aburridas. Algunos conciertos que duran menos que «Tosca» se hacen infinitamente más largos. «Tosca» es un espectáculo muy bello, emocionante, por momentos impresionante. Desconozco si todas las óperas son así, pero ésta, no hay duda, ha sido un buen comienzo.
4 Comentarios
Los Who son Dios y Quadrophenia su mensaje
Y Paul Weller el hijo pródigo 😉
Así que descubriendo la ópera, eh? Yo soy un zumbado de cosas como Jesus & Mary Chain, Charlatans, Stone Roses, Oasis, My Bloody Valentine… y por supuesto Beatles. Pero estoy tan zumbado por Verdi, Puccini, Bellini, Donizetti, Mascagni, Leoncavallo… y por supuesto Mozart (ópera) como por los otros. La ópera y el rock’n’roll son perfectamente compatibles, siempre que NO hablemos de la ópera-rock (Evita, Hair, Jesucristo Superstar…), un engendro setentero que hizo mucho daño a ambas cosas.
Entonces tú y yo estamos en la misma onda, Vicente! Lo que más he escuchado y escucho es la música británica, desde el Britpop hasta los 60 pasando por los grupos de los 80 que dices. Pues sí, descubriendo la ópera a los 34 años. Al menos ésta ha sido una experiencia muy chula. Abrazo. P.D.: no tiene buena pinta eso de ópera-rock, aunque cuando hablamos de lo que hicieron los Who ya es otra cosa, ¿no? XD